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«Quiero entrar ya en cuadros finales de Grand Slam, y mi sueño siempre ha sido ser numero uno del mundo. Lo digo muy claro, lo tengo muy claro». Con esta contundencia se expresaba Carlos Alcaraz en una entrevista exclusiva a este redactor el 1 de noviembre de 2020. Aunque sólo han transcurrido algo menos de dos años desde entonces, el que hablaba era simplemente un tenista prometedor de 17 años, en el que ya estaba colocado el foco del tenis español siendo sólo el 134º del 'ranking' de la ATP.
El tenista murciano se encontraba entonces en Puente Romano para jugar el Challenger de Marbella, y se estrelló ante Lorenzo Giustino en dieciseisavos de final por 6-3, 5-7 y 4-6. Sin embargo, Alcaraz ya había dado motivos para que su afirmación en la entrevista no resultara arrogante. Su discurso no lo lo era, en realidad, y sus palabras denotaban una madurez inusual a esa edad. El propio Toni Nadal (tío y expreparador de Rafa), en una visita a Málaga en una conferencia organizada por Unicaja meses antes, en mayo de 2019, ya advirtió de que él era el futuro, que lo tenía todo para triunfar.
Pese a que no tuvo un buen primer recuerdo de Marbella, a día de hoy Alcaraz ha encontrado en las pistas de Puente Romano muchos motivos para querer volver. El tenista de El Palmar acudió después en abril de 2021, en el AnyTech365 Andalucía Open para meterse en sus primeras semifinales en el ATP Tour, al derrotar a Casper Ruud (entonces 26º) por un rotundo 6-2 y 6-4 en una hora y veinte minutos. Quien iba a decirle entonces que el noruego sería el último escollo que superar para anotarse su primer título de Grand Slam apenas año y medio después, en el US Open.
Y es que la progresión de Alcaraz se mide casi en semanas, más que en meses. Aunque aquel duelo fue en tierra, la mejor superficie del noruego, ambos han evolucionado mucho en su juego como para que la final de Nueva York tuviera un pronóstico incierto. Aunque Alcaraz volvió a ganar por 2-0 este año al nórdico en el Masters 1.000 de Miami, luego perdió en hierba por 0-2 en una exhibición en Hurlingham.
Alcaraz jugó en Marbella en aquel AnyTech365 Andalucía Open otro partido histórico, el de su triunfo ante Feliciano López. En la pista se dio la segunda mayor diferencia de edad de la historia en el ATP Tour. Los insultantes 17 años del murciano frente a los 39 de Feliciano. En las últimas tres décadas sólo se había visto un duelo en el circuito con un desfase mayor entre los contendientes, el que jugaron en 2011 en Viena Dominic Thiem (nacido en 1993) y el legendario Thomas Muster (de 1967, separados entonces por tanto por 26 años. Alcaraz se deshizo de Feliciano remontando por 4-6, 6-2 y 6-4. En ese torneo de Marbella el verdugo del murciano fue su compatriota Jaume Munar, en un duelo muy reñido, por 6-7 (4) y 4-6.
El tercer periplo de Alcaraz en Puente Romano fue todavía mejor, el de su debut en la Copa Davis, en una eliminatoria ante Rumania. La fecha está muy reciente, el 4 de marzo. Tenía ya 18 años y, siendo en ese momento el 19º mundial, se impuso en tierra al rumano Marius Copil (261º) por 6-4 y 6-3. La sensación de todos los testigos de aquel partido tan desequilibrado era la de haber asistido a otro episodio histórico para el tenis español. Fue además, el segundo tenista nacional más joven que gana un partido de ese torneo después de Rafa Nadal.
Pero la primera vez de Alcaraz en Málaga no fue en Marbella, sino en la capital, en un torneo nacional, la tercera edición del Open Málaga de Tenis Rincón Dental, en las instalaciones de Inacua. Aquella fue una cita para grandes promesas nacionales, y la final la jugaron dos estrellas mundiales a día de hoy. El malagueño Alejandro Davidovich (entonces con 19 años) se impuso a Alcaraz (con 15) por 6-2 y 7-6 en la final del torneo, y antes tuvo que deshacerse de Luis Diego Chávez y Tote Domínguez.
El malagueño Tote Domínguez, víctima en semifinales de Alcaraz en aquel torneo en Inacua en 2018, es ahora profesor de tenis en el prestigioso Burning Tree Country Club de Nueva York, y recuerda a este periódico cómo fue la experiencia: «Se le veía lo fácil que jugaba. Su saque era su punto débil entonces, pero ya tenía una derecha como un demonio y muchísimo talento. Sabía que en poco tiempo iba ser muy bueno, 'top 100' seguro, cuando quisiera, aunque no me imaginaba que número uno mundial», explica.
Fue un 6-3 y 6-4, pese a los cinco años de edad que les separaban, pero ahora puede presumir de la foto de recuerdo de aquella cita. «Yo me encontraba ya en la Universidad de Arkansas, en mi segundo año. Tenía ganas aún de intentarlo como profesional y quería seguir compitiendo. Había escuchado que Alcaraz venía a Málaga y que tenía mucho talento, y entré en el parido muy relajado, con ganas de disfrutar, porque estaba en Málaga con mi gente. Recuerdo que fue una noche de verano muy húmeda y se sudaba mucho, y hubo muchos 'winners' e intercambios desde cerca y ya se le veía que con mucha facilidad hacía mucho», evoca, y añade otro recuerdo curioso que habla bien de la mentalidad del murciano. «Me acuerdo de que siempre iba con una sonrisa, como muy buena gente, y hablamos un par de veces en el partido».
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