Rafa Nadal, durante la final ante Djokovic.
Final abierto de pekín

Djokovic, la pesadilla de Nadal

El serbio, que ha vencido en seis de sus siete últimos duelos, arrolló al balear por 6-2 y 6-2 en la final de Pekín

victorio calero

Domingo, 11 de octubre 2015, 00:18

Es duro para Nadal, pero Djokovic es inalcanzable ahora mismo para él. Ha sido superior al balear las últimas campañas, pero es ahora probablemente cuando más diferencia hay entre ambos. En la final de Pekín, donde recibió otro mazazo anímico, se demostró. Son ya seis triunfos de los últimos siete partidos para el serbio, señal inequívoca de que el cambio de ciclo en el tenis mundial es un hecho. En un torneo donde no ha perdido nunca y donde no le han hecho más de tres juegos en un set en toda la semana, el número uno pasó por encima del manacorense. Lo más preocupante para Nadal es que se hizo lo que quiso 'Nole'. De ahí la contundencia del resultado (6-2 y 6-2). Además, hace tiempo que no encuentra soluciones para contrarrestar el vendaval serbio. A pesar de todo, tras el partido el pupilo de Toni Nadal se mostró optimista: «Ha sido una semana muy positiva para mí», explicó.

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Son ya 45 enfrentamientos entre ambos. Son ya más que una pareja para las finales, algo así como el clásico del tenis. Pero parece que ahora es cuando más diferencia hay entre ambos. Con pocas sorpresas posibles después de haberse visto tantas veces las caras, hacía año y medio que el balear no llegaba a una final sobre pista dura. Era el momento, una oportunidad para tratar de huir de las tinieblas que le provocan un jugador que le tiene cogida la medida. Pero no hubo manera.

Djokovic empezó a lo Nadal: rompiendo el servicio del español. Lo peor para el de Manacor es que lo hizo casi sobrado. Así empezó mandando en el primer set, con la capacidad de tener al balear bailando de un lado a otro de la pista. Y eso que no se vio un Nadal rendido. Al contrario. Se movía bien desde la línea de fondo. Cuando aflojaba el serbio siempre procuraba coger su derecha. Hasta mordía de vez en cuando. Por eso el español tuvo su oportunidad: un 15-40 con 3-2. Sin embargo esa guerra, con mucho desgaste y puntos eternos, la ganó el número uno del mundo, que cerró la manga por 6-2 ante un Nadal que acusó la falta de pegada -apenas consiguió cuatro golpes 'ganadores' en la primera manga'-.

Nadal, sin soluciones

El principal problema para el balear fue que enfrente tenía un problema llamado Novak Djokovic con difícil solución. Lo peor para él fue que había jugado un buen primer set y había recibido un 6-2 en contra. Sus dificultades con la gestión de los puntos clave continuó. Perdido el antídoto anti-Djokovic hace tiempo, es cierto que cuando ponía la bola en juego y alargaba el punto tenía sus opciones, pero caía demasiadas veces en la trampa. Para más inri, con 1-1 en el segundo set el español se hizo daño en su tobillo derecho. Tras pasar por el masajista, volvió a la pista sin molestias aparentes. Pero solo volvió a ganar un juego.

El principal obstáculo lo seguía teniendo al otro lado de la red, un Novak Djokovic que ahora mismo es una versión mejorada del mejor Nadal de hace unos años. Hace todo lo que hacía a nivel físico -llega a todo y no cede una bola- y además del hambre de victorias, de ansia de récords, domina desde todos los puntos de la pista. Así se le vio en el segundo set, con mucha más claridad que en el primero. Con un saque directo cerró el partido y se llevó el torneo. Por ahora son 22 victorias por 23 del de Manacor en enfrentamientos directos. Pero Pekín ha vuelto a confirmar que la pesadilla continúa para Rafael Nadal.

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