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Julio García, tras ganar en Jerez, la última prueba del Mundial de Supersport 300. SUR
El malagueño Julio García pide paso
Motociclismo

El malagueño Julio García pide paso

El piloto de Churriana de sólo 18 años (Kove Racing Team) venció en la última carrera de la temporada en el Mundial de Supersport 300, en Jerez, la primera en la historia de un equipo chino, y ahora quiere más

Nacho Carmona

Málaga

Domingo, 22 de diciembre 2024, 00:00

La fiebre por el motociclismo, como en tantas otras disciplinas, se transmite de generación en generación. De padres a hijos o de abuelos a nietos. Así se 'envenenó' el malagueño Julio García, una de las últimas perlas que la provincia ha dejado en el universo de las dos ruedas y la competición, que ahora compite con motos de 300 centímetros cúbicos (cc). «Ha sido una temporada bastante buena, pero nos hemos encontrado algunos problemas porque la moto es nueva y teníamos pocos datos. Conseguimos poner la moto a punto bastante rápido. Empezamos muy bien, a mitad de año tuvimos esos problemillas y nos lo tomamos como modo 'test', y al final de temporadas ganamos en Jerez. Fui el primero en la historia en ganar con una moto china», valora el piloto de Churriana, que tiene 18 años recién cumplidos. Corre para el equipo chino Kove Racing Team.

En un futuro a corto plazo aspira a subir de categoría. «Creo que en Superbike, en las grandes, las de 1.000, podemos estar. Es lo que espero y también por lo que he ido viendo», agrega. Compite con chavales más mayores, de 22 o 23 en su mayoría, algo que le hace tener más proyección a ojos de quienes componen este hábitat. Las ofertas, asegura, han llegado. «Pero no quiero precipitarme tampoco, ahora quiero aprender. Si llega una, vendrán más. Si lo seguimos haciendo como lo estamos haciendo me seguirán llegando», afirma.

Competir a su nivel implica también renunciar a algunas de las cosas propias de un chaval que recién ha cumplido la mayoría de edad. Le obliga a estar inmerso en una rutina de lo más exigente para poder mantener el nivel. «Mis amigos me escriben para ir a sitios y, a lo mejor, estoy en Valencia o República Checa. Antes era más un juego, pero ahora es un trabajo. Aquí está mi futuro y tengo que currármelo, porque aquí no te regalan nada», expresa.

Más allá de las motos, Julio García dedica otro importante montante de su tiempo en el ciclismo, una disciplina que le ayuda a ser más fuerte de cuerpo y cabeza cuando cambia los platos y los piñones por el motor: «En las motos no hay una regla de tres, algo que te diga: si haces esto, vas a ir rápido. A mí me gusta la bicicleta y creo que es un deporte que te pone fuerte físicamente, por eso intento salir todos los días. Y también me gusta el pádel, el fútbol y el golf». El ciclismo es una práctica habitual para muchos pilotos de motos. «Es un deporte completo, en el que haces piernas, porque tú la moto la mueves con las caderas y las piernas, y es muy aeróbico. Si haces 150 kilómetros en bicicleta, cuando hagas 40 minutos en moto te va a resultar más fácil. Y psicológicamente también viene muy bien, porque tanto en la moto como en la 'bici' estás tú solo. Y cuando sufres, también solo», añade.

Entre risas, reconoce que hay que estar un poco loco para ser piloto de motos. «Cualquiera no lo puede ser. Pienso, sobre todo, que cuando vamos quince pilotos en un mismo grupo, rueda con rueda y pegándole con el codo a 200 o 300 kilómetros por hora, si una persona se pone a pensarlo llegaría a la conclusión de que no es normal. Un día te caes, te partes tres o cuatro huesos, y al día siguiente lo que estás pensando es en subirte a la moto, en nada más», reflexiona. El miedo a la carretera lo perdió hace mucho tiempo, pero circulando siempre ha sido muy respetuoso. «Sé dónde está el límite, te puedes hacer mucho daño», dice. Él también ha tenido lesiones compitiendo y entrenando: se partió la tibia en Le Mans y también ha sufrido daños en la clavícula, la muñeca o el tobillo. No obstante, nada de eso ha podido con su amor hacia el motociclismo.

Su rutina

Se entrena en el Templo del Motor, en el polígono Trévenez, a medio camino entre El Tarajal y Campanillas. «También vamos a Almería, a Jerez o a Campillos», agrega. Cada uno tiene su rutina, y Julio García se entrena unas tres veces en semana: «Yo entreno los jueves con Moto School Málaga, intento coger el sábado la moto de velocidad y el domingo hago motocross». El resto del días se sube a la 'bici' o va al gimnasio. Asegura, no quiere 'quemarse': «Hay gente que la coge todos los días, pero yo no tengo presupuesto para eso y tampoco quiero, porque quiero llegar y tener ganas».

Más allá de los ya consolidados Marc Márquez o Jorge Martín, el de Churriana se mira en el espejo de los Pedro Acosta o Fermín Aldeguer: «Son los últimos que han llegado y a mí me gustaría estar donde ellos. Hace quince años era más fácil que ahora. Son referentes, porque han llegado en la época en la que estamos. Antes llegaban cinco o seis por año y ahora, sólo uno». Los rituales también son algo que los pilotos traen de serie: «Me abrocho el casco dos veces y me pongo primero el guante y la bota izquierda».

Una estrella, un ángel, le acompañó en la que ha sido la victoria más importante de su corta e incipiente carrera: su tío Antonio falleció en Jerez, cuando él ya se encontraba inmerso en la vorágine de entrenamientos, antes de la competición. «Se despidió en familia, porque estaban allí todos. Lo hice por él».

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