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DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO
MADRID
Viernes, 23 de octubre 2020, 16:36
La montaña rusa de Portimao se estrenó con un resultado más que previsible, el mejor tiempo de Valtteri Bottas (la alternativa era Lewis Hamilton, sorpresa la justa), pero con un desarrollo mucho más divertido de lo esperado.
La primera jornada de trabajo de este ... Gran Premio de Portugal inédito, y posiblemente irrepetible, dejó claro que este nuevo circuito será un reto mayúsculo para todos los pilotos. El día comenzó frío, obligando a los competidores a enfrentarse a una pista que no conocían sobre un asfalto que no agarraba. Las salidas de pista fueron constantes, algo para lo que vinieron muy bien las largas escapatorias. Por eso, hasta 62 tiempos se eliminaron de la primera sesión: los comisarios tuvieron trabajo comprobando que los coches pisaban con sus cuatro ruedas la zona exterior de la pista.
Tras probar los límites, y superarlos en muchas ocasiones, en la segunda tanda de la jornada hubo más incidentes. Tras media hora que regalaron a Pirelli para probar los neumáticos de 2021, llegó un cierto caos. Dos veces tuvo que sacarse la bandera roja a pista por sendos problemas. El primero fue Pierre Gasly, cuyo AlphaTauri echó a arder cuando subía una de las empinadas cuestas del trazado del Algarve. Poco o nada pudo hacer el normando, más allá de saltar mientras esperaba a que los comisarios sacaran los extintores. Una grúa se llevó a boxes su coche inutilizado, probablemente por un problema de sobrecalentamiento en la zona del cambio.
Más serio fue lo ocurrido después. A falta de poco menos de media hora para el final, y con todos haciendo ensayos de vuelta rápida pensando en la clasificación, Lance Stroll y Max Verstappen se tocaron a final de recta y acabó el canadiense con su Racing Point empanzado en la tierra y seriamente dañado.
La secuencia dejó muchas dudas sobre quién tenía la culpa. Stroll afrontó la recta de meta por delante, con Verstappen detrás a su rebufo. Cuando se salió de este, se dio cuenta que la potencia del coche rosa era demasiado alta como para llegar al punto de frenada de la curva a izquierdas por delante, pero eso no le impidió tirarse. Paralelamente, el canadiense no vio que el Red Bull iba a su lado, y trazó como si no hubiera nadie.
La conclusión fue que Verstappen le embistió mientras bramaba contra él y Stroll, sencillamente, se veía obligado a bajarse del coche ya en la tierra. Los comisarios tomaron nota de lo ocurrido, pero ni uno ni otro fueron castigados, aunque argumentos había para los dos lados. Los jueces determinaron que había sido «un malentendido», fruto del desconocimiento de la pista y de las condiciones de poco agarre.
Es habitual escuchar pitos en la radio de Verstappen. El vehemente carácter del piloto estrella de Red Bull, que tanto espectáculo da en la pista, muchas veces encuentra una espita en forma de palabras malsonantes, especialmente cuando no van las cosas como él quiere o un rival se atreve a comportarse como él lo hace con otros.
En este inédito viernes de Portimao, lo demostró hasta en dos ocasiones. La primera fue con Carlos Sainz. El madrileño bloqueó su McLaren cuando Verstappen venía por detrás, obligándole a pegar un fuerte frenazo y eliminando todas sus opciones de dar una buena vuelta. Pese a que se conocen desde hace años, Verstappen le calificó de «gilipollas» y se preguntó qué estaba haciendo (con una expresión bastante más brusca).
Mucho más encendido se le escuchó cuando golpeó a Stroll. «¿Este bastardo está ciego? ¿Qué coño le pasa? Es un retrasado. Me ha dejado el coche con daños», dijo, mientras su ingeniero intentaba calmarle y le decía que recargara baterías de vuelta a boxes. Ni por el golpe ni por estos insultos, Verstappen fue advertido siquiera por la FIA. No obstante, en el reglamento, se especifica que los competidores evitarán usar palabras malsonantes y expresiones injuriosas hacia sus rivales. A efectos prácticos, no se cumple nunca esto.
Cabe destacar que entre los comisarios de esta carrera se encuentra el expiloto Vitaly Petrov. La afición española le recordará por ser el excorredor de Renault que se encontró Fernando Alonso en el Gran Premio de Abu Dhabi de 2010, al que el asturiano no pudo adelantar y, en consecuencia, no pudo llegar a la posición necesaria para haber atado el que hubiera sido su tercer campeonato del mundo y primero con Ferrari.
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