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Histórico. El malagueño Samuel Molina destronó al local Jordy Weiss, invicto en 33 peleas profesionales hasta la celebración del combate, en la ciudad francesa de Laval, en casa ajena, para proclamarse campeón europeo del peso wélter. Ni el español Jon Míguez primero, ni el albanés ... Meriton Karaxha o el polaco Michal Lesniak después, sus tres rivales por el cinturón EBU en el pasado, fueron capaces de arrebatarle la decisión de los jueces en su país. Sí obró la gesta 'La Esencia', criado en el barrio de La Unión y residente en Cártama: el púgil de Saga Heredia se proclamó rey de Europa cinco meses después de conseguir su tercer cinturón de campeón nacional, en una noche que quedará para el recuerdo de todos los amantes del boxeo del viejo continente.
Transcurría el noveno asalto del combate cuando Boris y Alejandro Heredia, entrenador y mánager, respectivamente, su esquina, daban saltos de alegría. Su boxeador fue capaz de rehacerse después de seis primeros asaltos duros, en los que 'El Gitano', que es como apodan a su rival, dominó, aunque sin demasiada claridad. Su mente evolucionó con el combate y acabó imponiendo su ley a base de golpes. Ya en el último de los doce 'rounds', con la cara ensangrentada, terminó por vaciarse para rematar una victoria que se había labrado creciendo paulatinamente con el paso de los asaltos. La batalla de Laval la ganó el malagueño.
Siempre con una sonrisa, 'La Esencia' salió primero al Escene Mayenne, el escenario de le velada, por su condición de aspirante. Vistió pantaloncillos negros con flecos y detalles en plata. Dentro del cuadrilátero esperaban una bandera de Europa, en el centro, una de España, a su derecha, y una de Francia y otra de Suiza a la izquierda, esquina en la que también estaba el cinturón de campeón que defendía Jordy Weiss, que hizo honores a su apodo vistiendo pantaloncillos con la bandera del pueblo romaní. Samuel Molina estuvo allí arropado por su gente de siempre, entre quienes se encontraba su madre, uno de los grandes pilares de su vida, como no podía ser de otra forma.
La victoria número 30 del malagueño es también una de las más especiales de su carrera. 'La Esencia' continúa con su marcha triunfal, redimiéndose, tomándose su revancha particular, tras caer hace algo más de un año, también en Francia, en París, en el que fue su debut como aspirante a convertirse en campeón EBU, entonces del peso superligero. Cayó por la decisión de los jueces ante Franck Petitjean. Recibió la llamada solo 25 días antes de la pelea, estando fuera de preparación después de subirse al 'ring' a finales de abril. 'La Esencia' se puso manos a la obra, acortó plazos y se preparó en tiempo récord para regresar al cuadrilátero. En la madrugada de ayer, más maduro y tras haber realizado un trabajo de meses, concienzudo y analítico, se sacó esa espinita en el mismo país, de nuevo como aspirante y haciéndose grande ante el evidente 'hándicap' con el que cuentan los púgiles que boxean lejos de su casa.
En el mejor momento de su carrera, Samuel Molina entra en el selecto grupo de boxeadores malagueños que han conseguido conquistar Europa. El primero fue José Luis Heredia, 'Heredia III', tío de su entrenador y su manager, que venció al mirandés Francisco 'Chino' Sánchez en Málaga, allá por 1979. En agosto de este año, el trinitario Baldo Mira se hizo con el EBU Silver del gallo ante Claudio Grande en Benalmádena. Y ahora, 'La Esencia' escala hasta el Olimpo, confirmando las expectativas que el planeta del boxeo tiene depositadas en él y continuando con su progresión, camino de convertirse en uno de los grandes boxeadores históricos de España. A sus 25 años defenderá ahora su cinturón con la vista puesta en las cuatro grandes coronas del boxeo mundial.
Molina habló en los micrófonos de Punchtime TV al término del combate, siempre acordándose de los más pequeños y de sus sueños. Mandó un mensaje motivador, cargado de mucha emotividad: «Muchísimas gracias a toda mi afición de Málaga. Os quiero muchísimo. A los que creyeron y a los que no. A todas las jóvenes promesas de mi gimnasio, a los chavales... Que sí se puede. Yo primero lo creí y luego lo vi. Así que eso de que si no lo veo, no lo creo, es mentira». Preguntado por si se sorprendió por su victoria, contestó con un rotundo 'no': «He trabajado 24/7 y he soñado con combates como este. Es un deporte muy sacrificado, pero no se puede tirar la toalla. Yo me he caído y me he levantado. Aquí se demuestra un verdadero campeón. Así que a todo aquel que haya caído le digo que no es el final. Se puede perder la batalla, pero no la guerra».
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