marina rivas
Viernes, 2 de julio 2021, 00:51
Es curioso cómo cambia la forma de asumir una decepción en cada deportista. Son varios los malagueños, y sobre todo malagueñas, que estos últimos ... meses se han quedado a las puertas de Tokio tras un largo y extenuante ciclo olímpico de casi cinco años (por las circunstancias especiales). Algunos, como la karateca María Torres o la nadadora de aguas abiertas María de Valdés, perdieron su última oportunidad de manera trágica; la primera, perjudicada por cuestiones arbitrales, y la segunda, pese a firmar una gran carrera en el Preolímpico.
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Sin embargo, otros deportistas de la provincia han optado por hacer borrón y cuenta, restar importancia a lo sucedido y seguir su curso. «Soy realista. Ser olímpicas era nuestro objetivo y cuando pierdes se te queda cara de tonta, pero ya han pasado unos cuantos días y te haces a la idea y empiezas a pensar en el próximo torneo porque no se puede hacer otra cosa», se sincera la laureada nerjeña de 29 años Ángela Lobato, internacional desde categorías inferiores en voley-playa, que por desgracia no pudo obtener el billete para Tokio en su última oportunidad, el Preolímpico de La Haya (Países Bajos), que se disputó la pasada semana y en la que cayó en la ronda de cuartos de final junto a Amaranta Fernández. «Ahora en frío estamos bien. Holanda (rival que las eliminó) era superior a nosotras y tenía dos buenas parejas, pero había una más potente que la otra y la verdad es que fueron mejores. Se merecieron ganar, jugaban muchísimo», reconoce.
Además, tanto ella como la catalana son conscientes de la complejidad del torneo, que sólo otorgaba la plaza a la pareja vencedora. «Sabíamos lo complicado que era y realmente estábamos todas igual. Además, todos los equipos que llegamos a cuartos éramos buenos. Nosotras fuimos a competir y obviamente llevamos tiempo trabajando para esto y sabíamos que había oportunidades de llevarnos la plaza, pero al cruzarnos con un rival tan fuerte tan pronto no nos dieron opciones», valora.
Así, de pronto, se esfumaron sus opciones y con ellas el trabajo de casi cinco años de ciclo olímpico, una meta que peleó hasta el final junto a Fernández y, por desgracia, un sueño que ya no podrán cumplir al menos juntas. Y es que la veterana catalana ya atisba su retirada, a sus 37 años y tras toda una vida a caballo entre el voleibol en pista y el voley-playa. «Yo creo que a los Juegos de París llegaría, pero Amaranta no. Se va a retirar seguramente después de este año. Ya tiene muchas molestias físicas, va a cumplir 38 años y también tiene otros planes de vida, a lo mejor tener familia… Yo, por edad, no me encuentro mal físicamente, pero hay que planteárselo todo», se sincera la malagueña. De intentarlo una vez más, ya sería el tercer ciclo olímpico que encarara Lobato, que también intentó clasificarse en 2016 para Río de Janeiro. «Cara a Río jugué con Paul Soria. Lo intentamos también pero ahí lo teníamos más complicado, estábamos más lejos que ahora. Lo bueno de París es que ya sólo quedan tres años, pero tendría que replanteármelo», explica.
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Se avecinan muchos cambios en su carrera profesional que tendrá que valorar: seguir aspirando al olimpismo y además, encontrar a una nueva compañera con la que coordinarse tan bien como con Fernández. Por el momento, dado que la temporada del voley-playa todavía está empezando, mientras Fernández sigue con sus pruebas médicas, Lobato probará suerte en competición junto a una nueva pareja. Daniela Álvarez es una de las grandes promesas de este deporte a nivel nacional. Tiene sólo 19 años y mide 1,86, jugó al tenis al nivel del circuito europeo de su edad hasta que conoció el voley-playa y desde entonces ha acumulado grandes méritos, como dos títulos de la Copa de la Reina y un bronce en el Mundial sub-21 de 2018.
Sobre ella, Lobato, que se entrena en el Centro de Alto Rendimiento de Lorca (Murcia), valora: «Ahora hay un torneo de cuatro estrellas en Suiza y voy a jugar con ella. Es una chica asturiana que juega con su universidad de Estados Unidos. Es una chica con muy buenas cualidades, alta y talentosa. Hemos entrenado juntas alguna vez aquí en Lorca. Ahora estoy empezando a trabajar con ella y creo que hemos conectado bien, estoy contenta».
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Lo más positivo de que su temporada siga en marcha es que puede paliar el varapalo del Preolímpico con los entrenamientos y otros grandes retos, como el Campeonato de Europa absoluto del mes de agosto o el Nacional en septiembre, entre otras pruebas del calendario internacional. Mantener cuerpo y mente ocupados será el mejor aliado de Ángela Lobato.
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