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«La victoria le llega a los más tenaces», pone escrito a rotulador en una pizarra del Club Deportivo Monfrino, en la barriada malagueña de La Unión. «Valentín ha sido el más tenaz», añade su maestro, Álex Monfrino, tras leer esta frase, sentado en el ... tatami del que es su gimnasio. Valentín Barranco se apuntó a taekwondo de pequeño porque su madre quería que aprendiera a defenderse. Por lo que pudiera pasar. Nació en Almería, pero se vino pronto a Fuengirola debido al trabajo de su padre. Hoy tiene 20 años y es el mejor taekwondista de Málaga. Así lo confirman también sus resultados: es de categoría sub-21, pero este febrero se alzó con una medalla de bronce en la categoría absoluta del Campeonato de España, que se celebró en el pabellón Alfonso Queipo de Llano de Ciudad Jardín.
Sus ganas y el arduo trabajo de estos años han sido las claves de su meteórico crecimiento. «Hay tres tipos de club. Unos que se dedican a la competición, otros que se dedican a la técnica y otros que se enfocan en el arte marcial, de forma más tradicional», explica Barranco para intentar ponerle contexto a lo que aquí se cuenta. «Yo estaba en uno tradicional, y me desmotivé porque yo lo que quería era competir». Fue entonces cuando su madre dio con el Club Deportivo Monfrino, el que es su club desde hace seis años. Su madre, convencida en que este deporte era para su hijo, le convenció a probar aquí. Y a la vista está que no se equivocaba.
Fue allí, en ese momento, cuando y donde conoció al que hoy es su maestro, Álex Monfrino, un taekwondista de renombre con un amplio surtido de medallas nacionales y continentales en su palmarés particular, que también compitió con la selección española. A los 33 se apartó de la competición y desde entonces ejerce como maestro en su gimnasio (son dos, uno en La Unión y otro en Alhaurín de la Torre), además de la que es su profesión: Policía Nacional, cuerpo al que ingresó con 27 años. «Cuando entré supe que quería quedarme aquí», rememora Valentín Barranco sobre la primera vez que puso el pie en el que hoy por hoy es su gimnasio.
«No vino con unos fundamentos técnicos ya pasados. Venía de aquella manera. Tuvimos que empezar poco a poco», cuenta su maestro sobre los inicios de Barranco. Llegó siendo cadete y tardó tres años en ganar su primer Campeonato de Andalucía, ya como júnior. «Ese año conseguí el bronce en el Campeonato de España, y eso me supo a gloria», expresa. Le supo tan bien porque fue lo que le permitió ingresar al grado universitario que quería, Ingeniería Industrial, como deportista de alto rendimiento. Volvió a conseguir éxitos y medallas como sub-21 hasta convertirse en el taekwondista que es hoy. Ha competido en los pesos -58, y -68 y ahora lo hace en -74.
El taekwondo es un arte marcial con origen en Corea donde predominan las patadas y se desarrollan las técnicas de salto. Se pelea con protección de todo tipo: pies, espinilleras, braceras, peto y casco. «Hay que tener respeto y disciplina, no puedes llegar al gimnasio y ponerte a gritar y a hacer lo que te dé la gana», cuenta, haciendo gala de sus valores. «Tampoco puedes llegar tarde». Y extrapola estas afirmaciones a su faceta de monitor y profesor. «Ahora tengo la clase de los niños y muchos padres buscan eso, que los niños cojan disciplina. El respeto ayuda mucho en la vida».
Morfino habla desde la experiencia y asegura que «cualquier deporte de contacto genera lesión». Así lo explica: «Aquí a todo el mundo le duele el pie, la rodilla, el codo... Pero no genera lesión porque te den muy fuerte, sino por repetición. Estamos hablando del nivel de un medallista nacional». Valentín Barranco así lo confirma: «Cuando acabamos un campeonato, lo primero que me pregunta es que cómo estoy. Si me duele algo más de la cuenta nos cuidamos».
Más allá de sus logros (cinco de bronce y una de oro, distribuidas en tres categorías diferentes), apunta al Campeonato de Europa sub-21 como objetivo en el horizonte, que será en noviembre, aunque todavía se desconoce el lugar. Su maestro explica la hoja de ruta trazada para la que será la gran cita del año para Valentín: «Nos gustaría intentarlo. La sub-21 es el paso previo a la categoría reina, la absoluta, donde los chicos son cada vez más jóvenes. Siempre he sido partidario de ir paso a paso... Primero al de Andalucía y luego al de España. Trabajar con unos objetivos», cuenta Morfino, que confesó lo que habló con su aprendiz cuando vio su capacidad de progresión y aprendizaje: «Le dije que ganaría en su último año de júnior». Así fue. Destacó su disciplina y su predisposición para entrenarse en todo momento.
La vida de Álex Monfrino ha estado siempre ligada a esta disciplina. «Empecé con cuatro años y ahora tengo 48. Mi vida es esto. He practicado otros deportes, otras artes marciales, pero muero por el taekwondo... He sufrido tanto para lograr mis objetivos que forma parte de mí». Es algo que le viene de familia. Su padre también pertenece a este pequeño-gran universo. Y su hermana también. «De pequeño me regalan el chándal de la selección y yo decía que no, que cuando me lo ganara y estuviera con ellos». Sus años de trabajo le llevaron a cumplir ese sueño. Su tiempo libre, asegura, lo dedica a esto. «Mientras tenga materia prima o vea este grado de implicación, seguiré aquí».
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