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La Copa de España de fútbol-sala no tiene malagueños, pero sí al menos exjugadores que militaron en los últimos tiempos en las filas del BeSoccer UMA Antequera, con lo que algo queda de legado local. Es el caso de tres futbolistas que han mostrado excelentes recursos en el torneo, el ala Chillo, el pívot Pablo Ibarra y el cierre Nano, los dos últimos en las filas del Viña Albali Valdepeñas, y el primero convertido en líder del Levante. Tres frutos que maduraron a las órdenes de uno de los técnicos mejor valorados del fútbol-sala nacional, el incombustible Manuel Luiggi, 'Moli'.
Quien más tiempo estuvo en el cuadro universitario malagueño fue Cecilio Morales Barbado, más conocido como 'Chillo' que por su propio nombre de pila, y que jugó en las temporadas 2014-15 y 2015-16 en el UMA (aún sin el patrocinio de BeSoccer). «Me suelo fijar mucho en los jugadores de los campeonatos universitarios. Y fue así como le vi. Era de Montoro (de Córdoba, uno de los siete jugadores de la provincia en el torneo) y jugaba en Tercera. Al poco tiempo le llamé. Vino receptivo. Parecía un niño regordete, me decían, y ahora él dice de forma cariñosa que soy su padre deportivo», recuerda Moli, que pudo conversar con él el jueves largo y tendido en el Martín Carpena.
«Con nosotros hizo una buena temporada, y es feliz, Es muy vertical, competitivo, de los que se gana la afición. Ayuda a los compañeros... Y luego es diferente. Muchos entrenadores se fijan en la defensa, pero a veces hay que dar libertad. Yo se la daba», explica Moli. Lo cierto es que Chillo lleva 17 goles en 23 jornadas ligueras y es uno de los máximos artilleros del torneo. Es algo más que un rumor que Chillo, tras dos estupendas temporadas en el Levante, ha fichado por el Movistar Inter por las tres próximas campañas. A sus 27 años, llegará a la cumbre en su carrera.
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Sin embargo, Chillo no coincidió en el UMA con Nano ni Pablo Ibarra. El primero de ellos en realidad se llama David Duque González. Es conocido así por su físico menudo, con un centro de gravedad bajo que le facilita el control del balón, y es un cierre veterano (31 años) nacido en Puertollano que vive su mejor momento en el fútbol-sala, en las filas del Valdepeñas, cerca de casa, en la indiscutible revelación de la temporada.
«Aquí vino muy fuerte, pero tuvo una lesión y fue a menos. Está haciendo una temporada perfecta. Le vi contra el Inter en la Liga y este jueves, y es un jugador que aporta mucha defensa. Es un seguro, responsable, y hace las transiciones muy bien. Quizás lo que le falte es gol», comenta en su análisis Moli.
Nano, salvando distancias, recuerda a Iniesta por su procedencia (manchega), acento y físico, incluso por el buen trato al balón, le quedan grandes recuerdos de su paso por Málaga. «Fue un año muy bonito. Me fui con las tristeza de no haber logrado la permanencia, pero ahora el club está luchando de nuevo para volver a estar en Primera, que es donde les corresponde por estructura y por la buena gente que hay. Me trataron como a un hijo y me fui a Valdepeñas como un reto», reconoció el propio Nano a este periódico.
Y si importante fue el poso dejado por Nano en la campaña anterior, no menos relevante fue el paso de Pablo Ibarra, un pívot madrileño de 25 años que jugó solamente la segunda parte del último curso, pero dejando unas cifras más que relevantes. «Lo cogimos del Levante. No jugaba mucho allí y no estaba feliz. Él es muy competitivo y exigente para todo, para jugar y estudiar. Fue el máximo goleador del equipo en media temporada. Luego quisimos contar con él, pero no llegamos a un acuerdo. Estuvo el Valdepeñas por medio y su técnico (David Ramos) lo conocía de antes. El jueves jugó muchos minutos (salió incluso de titular) y es muy peligroso en el uno contra uno. También sabe sacrificarse. Se desmarca muy bien y le pega con las dos piernas», esboza Moli en un resumen de sus virtudes.
Y el jugador agradece los elogios y ensalza a su vez al que fuera su técnico. «Fue una gran experiencia para mi. Aprendí ya no sólo de Moli, sino de todas las personas que hay en el club, gente muy humilde y buena. Fue un momento de mi vida en el que necesitaba un cambio. A pesar del descenso, me llevé buenos momentos y pude disfrutar como jugador», declaró agradecido también por el interés posterior del Valdepeñas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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