Julio J. Portabales
Miércoles, 31 de julio 2024, 00:10
Theresa Zabell Lucas es una malagueña de adopción y de corazón. Llegó a la ciudad de la mano de sus padres, proveniente del Reino Unido, cuando apenas sabía gatear, y fueron las costas de la provincia de Málaga las que le enseñaron el deporte de ... su vida: la vela. Barcelona, en el año 1992, y Atlanta, en 1996, fueron testigos de su coronación como bicampeona olímpica —única mujer española con dos oros olímpicos— y, en París 2024, 28 años después, una malagueña recogerá su testigo en vela durante las olimpiadas: Ana Moncada. Por otro lado, Zabell no ha abandonado el mar y, desde un punto de vista distinto, a través de su fundación Ecomar, sigue en lucha por la conservación marina.
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–¿Cómo va todo? ¿Está muy ocupada en estos últimos tiempos?
–Reparto mi tiempo entre mi familia, mi trabajo y mi pasión. Mi familia, ahora mis hijos, ya son más mayores y requieren menos facetas mías. A mi trabajo le sigo dedicando el tiempo necesario, y a lo que más tiempo dedico es a la fundación Ecomar, que acabamos de cumplir 25 años y que me lleva bastante tiempo. En general, bastante bien, no me puedo quejar.
–25 años de Ecomar, se dice pronto…
–Sí. La fundación va muy bien. Después de 25 años, nos hemos convertido en una de las fundaciones referentes. Hemos abierto un nuevo pilar de trabajo que es la parte de reparación, en el que estamos en el momento de replantar plantas marinas en el Mediterráneo. Además, seguimos haciendo actividades con muchos miles de niños cada año.
–¿Qué opina de las playas de Málaga?
–Cuando llega el verano se ve el problema. Lo que sí puedo decir es que ni es un problema solo del verano, ni es un problema solo de la gente que va a la playa. El 80 por ciento de la suciedad marina viene del interior, y cuando digo del interior hablo a veces de miles de kilómetros, y ahí es donde realmente tenemos que atajar el problema. Todo lo que no sale del circuito correcto y adecuado no tiene por qué llegar al mar. Ahí es donde hay que poner especial énfasis.
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–¿Es común este fenómeno?
–Te pongo un ejemplo muy claro. El año pasado, en las actividades nuestras, recogimos más de 67.000 colillas de cigarrillos. ¿Por qué recoges tantas colillas de cigarrillos en la playa? No es porque tanta gente haya ido a fumar a la playa. Las personas lo tiran al suelo y al final acaban en una alcantarilla, una vía de agua… Y esto desemboca en el mar, que luego te devuelve una parte. Quien dice colillas de cigarrillos, son toallitas húmedas que acaban en el retrete, bastoncillos de oído, todas esas inmensas cantidades de plásticos que usamos una sola vez y las tiramos…
–Además, usted se ha criado en estas playas.
–Sí. Es difícil poder ver una evolución porque no hay datos estadísticos de aquella época. Si te puedo decir que yo empecé a ser consciente del problema cuando tenía trece años. Salí a navegar y vi que había muchas cosas flotando en el mar que no deberían estar ahí. Hubo unas lluvias intensas esa semana y, en esa época, todo aquello que no te servía se tiraba al arroyo para que se lo llevara el mar. Luego nos dimos cuenta de que el mar es muy grande, pero no se puede tragar todo y te lo acaba devolviendo. En la actualidad, seguimos contaminando con cosas menos visibles, más pequeñas, como las que te he comentado antes.
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–¿Los malagueños infravaloramos nuestras playas?
–Creo que, si preguntas, habrá opiniones diferentes. Algunos preferirán las de Cádiz, otros las del Caribe, unos te dicen que las playas de Baleares son estupendas, otros te dicen que no porque hace demasiado calor en el agua… Eso va por gustos. En España tenemos una diversidad de playas increíbles: las del norte y del sur no tienen nada que ver; e incluso las de Cádiz y las de Málaga tampoco. Lo que sí es evidente es que el éxito que ha tenido la Costa del Sol, principalmente por su mar y playa, creo que las han tenido pocas zonas de España e incluso te diría del mundo.
–Los Juegos Olímpicos de París ya están aquí, ¿cómo ve al equipo de vela nacional?
–Los veo muy ilusionados y animados. Evidentemente, los nervios están ahí, pero, sobre todo, se les ve con muchas ganas de hacerlo bien y de tener esa recompensa de tantos años de trabajo duro para llegar hasta aquí. Creo que han hecho una labor estupenda, porque es difícil poder imaginarse el esfuerzo y el trabajo que hay detrás de la vela, y ojalá en París tengan su recompensa.
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–La malagueña Ana Moncada será una de nuestras representantes.
Sí, estuve con ella hace poco en la presentación del equipo, en Madrid. Está súper ilusionada y le deseo toda la suerte del mundo. Ojalá le vaya bien. Seguro que le va a ir bien, porque estar en unos Juegos Olímpicos es una experiencia y, con eso, ganas mucho como deportista, pero confío en que el resultado también le acompañe.
–28 años después vuelve la vela malagueña a unos Juegos. Mucho tiempo, ¿no?
Sí, es mucho tiempo. Ir a los Juegos Olímpicos está al alcance de unos pocos elegidos nada más. Cuando vamos más veces se pierde la perspectiva de lo difícil que es realmente conseguir esto. Ahora que Ana lo ha vuelto a hacer creo que es cuando tenemos que aprovechar y sembrar en los que vienen detrás, no buscando un campeón para los Juegos Olímpicos porque eso sale por sí solo. Pero sí buscando gente que lo disfrute y, por ley natural, alguno saldrá que sea bueno y empiece a escalar.
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–¿Hay buena cantera de vela en Málaga?
Málaga tiene cantera de vela, pero cuando un deporte lo transita un grupo reducido de personas es muy difícil que se nutra el deporte. En Málaga en particular, y en España en general, lo que nos falta es que más gente conozca nuestro deporte. Además, es necesario que el deporte de la vela se pueda vender como realmente es, porque cuando decimos vela o náutica, en España inmediatamente las personas que desconocen el sector se imaginan barcos enormes y caros, pero la realidad es que eso está al alcance de unos pocos elegidos. Yo, por ejemplo, nunca he tenido al alcance y acceso a ese tipo de velas y de náuticos.
–La vela en Málaga parece que está evolucionando en estos últimos años…
Creo que estamos evolucionando en la dirección correcta, pero también sigo insistiendo en lo que llevo diciendo desde hace muchos años: en España navegamos muy poco. Cuando conoces un poco el sector y viajas fuera de España para ver cómo funciona en otros sitios, te das cuenta de lo poco que navegamos en nuestro país. Un ejemplo claro lo tenemos en nuestro país vecino: Francia. Los niños franceses de todos los colegios tienen dos años de vela escolar. Esto quiere decir que mínimo un día a la semana estos niños navegan. Cuando tú durante dos años navegas una vez a la semana, te da tiempo de conocer un deporte y tener una valoración bastante consistente sobre el tema.
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–¿Qué consejo le darías a ese joven malagueño que quiera embarcarse en esta aventura?
–Al final, todo está en que cuiden su terreno de juego. Un futbolista quiere que la hierba esté en buenas condiciones. Cuando Alcaraz o Nadal juegan en tierra batida quieren que esa tierra esté bien, aunque solo sea por intentar tener el mejor partido posible. Yo, cuando salía a navegar, también me gustaba que mi terreno de juego estuviera en condiciones, entonces eso te lleva a darte cuenta de los retos a los que te enfrentas. A veces no es que vayas buscando un sitio, sino que, como yo, puede que te guste navegar y con el paso del tiempo nazca en ti ese sentimiento durante tu carrera.
–Nació en Reino Unido, pero Málaga siempre ha sido tu hogar…
–Sí, Málaga es mi casa. Es verdad que vivo errante desde hace muchos años porque viajo mucho, pero Málaga para mí siempre será mi casa. Es donde yo me crié, donde sigue viviendo una parte de mi familia y es donde voy cuando quiero pasar unos días de paz y tranquilidad con mi familia. Me enorgullece mucho ver cómo Málaga, en estos últimos años, realmente ha dado un cambio tan espectacular. Todas las personas con las que hablo me comentan lo cambiada que está, y eso me llena de orgullo.
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