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CRISTINA PINTO
Miércoles, 16 de marzo 2022, 17:14
Lo habitual es ver cada día a Sonia Rivero en el Centro Comercial La Rosaleda con su puesto de la ONCE, pero este miércoles la malagueña descuelga el teléfono para hablar desde Hamar (Noruega) donde justo ayer martes 15 de marzo se proclamó subcampeona de ... Europa de tiro con carabina en la modalidad 10 metros a sus 41 años. Lleva desde los 8 afiliada a la ONCE, así lo recuerda ella misma: «Nací en el 80 y yo llevo desde el año 1988». Y, al momento, explica su baja visión debido a su albinismo: «Tengo 0,10% de visión, tengo mis gafas y me defiendo, aunque no me saques de mi zona de confort. Nací con baja visión, pero con los años ha ido aumentando a más», explica.
Desde 2001, cuando comenzó el taller en la ONCE de Málaga, lleva practicando tiro con carabina junto a su marido, Jorge. Pero ya él lo dejó y ella siguió: «A cabezona no me gana nadie», comenta entre risas. Nada más empezar, Rivero ya se subió al podio internacional con medallas de oro en Francia (2002) y Autris (2003), que fue su última presea fuera de España. «Después de 19 años pues ya ves, vine a este campeonato para medirme con otros competidores. Llevo unos meses dándome mucha caña porque claro, venía a lo que venía pero no quería quedar mal tampoco. Yo siempre a hacer un buen papel», aclara la malagueña.
Pero hizo más que un buen papel, quedó segunda en el WSPS Campeonato Europeo 2022, marcando el inicio de la competición oficial paralímpica en el tiro. En el duelo final frente a Barbara Moskal, la malagueña arrancó dominando. Aunque, finalmente, la polaca le venció. Sonia Rivero se quedó con la plata, que era algo que no se esperaba: «Todavía no me lo creo, estoy flipando», asegura. Lo ha hecho compitiendo de la mano de su guía, Antonio Cobo, que le acompaña en todo momento: «Él es como mis ojos en el puesto de tiro», confiesa Rivero.
El tiro es totalmente a ciegas, ya que en las últimas normas están las gafas totalmente opacas. «No vemos nada. Esta ha sido una adaptación que hemos tenido que hacer en cuestión de meses, era como empezar de cero. Nos han tapado los ojos, supuestamente para el 'fair play', para que no haya distinciones entre los ciegos totales y los demás», concreta Sonia Rivero. Esta ha sido su vuelta internacional, a la que todavía le queda mañana jueves 17 de marzo una prueba más en la modalidad de carabina tendido. «Esta estará mucho más reñida», añade la malagueña.
Para Sonia Rivero, su relación con el tiro con carabina empezó en 2001, aunque en 2004 tuvo un parón. «Tuve a mis pequeños y luego volví en 2017 y hasta ahora», asegura. Ahora esos dos pequeños tienen 18 y 19 años y ayer ya le llamaron para felicitarla, tal y como ella misma recuerda: «Ayer me llaman contentos y mi grande: 'Enhorabuena, mamá'. Claro, veían a su madre entrenando tanto pero ellos no vivieron mis otros campeonatos, ahora ya se dan cuenta que por lo que su madre llega a las tantas de la noche es verdad», cuenta entre risas.
Del barrio de La Trinidad de toda la vida, aunque ahora vive un poco más arriba, por Carlos Haya. Pero ella es «trinitaria, del barrio siempre». A las 9 de la mañana entra a trabajar y sale a las 5 de la tarde, desde noviembre está en el Centro Comercial La Rosaleda, pero antes se le podía ver vendiendo los cupones de la ONCE en Eroski. «Lo mío se ve que es de centros comerciales, por eso luego no me gusta ir a ellos», bromea Sonia Rivero.
Tras este subcampeonato, Sonia Rivero ha vuelto a coger fuerzas para seguir. Esta temporada le quedan regionales y nacionales, pero para viajar a los internacionales que quedan en el calendario, la cosa se le pone difícil: «Sin patrocinios es complicado porque son viajes muy largos». Pero ella, como decía, «a cabezona no me gana nadie». «Yo no me jubilo hasta que no llegue a unos Juegos Paralímpicos», confiesa.
Su lema, «vive y deja vivir». Esa es su frase dice, a la que acompaña con esta reflexión: «Que el único impedimento que podamos tener sea uno mismo. Si te lo propones, tengas o no discapacidad, con constancia y esfuerzo lo consigues. Nuestra cabeza a veces puede ser nuestro peor enemigo», concluye la malagueña Sonia Rivero.
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