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La rutina de unos campeones del mundo
Celia de Miguel y Ramón Gómez Cotilla ·
Estos dos deportistas del Real Club Mediterráneo se alzaron hace unos meses con el oro en Portugal y son cómplices en sus entrenamientos diarios desde hace añosSecciones
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Celia de Miguel y Ramón Gómez Cotilla ·
Estos dos deportistas del Real Club Mediterráneo se alzaron hace unos meses con el oro en Portugal y son cómplices en sus entrenamientos diarios desde hace añoscristina pinto
Lunes, 6 de diciembre 2021, 01:06
A las siete de la mañana la alarma de Celia de Miguel (1998) suena cada día en Ciudad Jardín. Es martes y la malagueña se levanta a esa hora para llegar a punto para sus prácticas de Enfermería, carrera en la que está cursando su último año. Desayuna leche con galletas, como siempre desde que era pequeña, y se monta en la moto dirección a la UCI del Hospital Regional de Málaga (antiguo Carlos Haya). Un poco más tarde y algo más lejos de la capital, a las ocho menos cuarto de la mañana, se escucha la alarma de Ramón Gómez Cotilla (1996) en Fuengirola, donde vive con su pareja. Se levanta, se toma un tazón de cereales con leche y un café. Y toma rumbo hacia las instalaciones del Real Club Mediterráneo de Málaga (RCM) para comenzar a dar las clases de remo adaptado.
Celia y Ramón forman parte del scull mixto que se proclamaron campeones del mundo de remo de mar el pasado mes de septiembre junto a sus compañeros Teresa Díaz Moreno, Miguel Ruiz y Felipe Méndez Tomé al timonel. Gómez Cotilla y De Miguel llevan muchas temporadas como deportistas del club. Pero hace unos años que se unieron como parte del equipo técnico de la sección de remo, además de formar parte del equipo sénior. Gómez Cotilla lleva desde el verano de 2017, y De Miguel, desde 2018. Y, como dicen ellos, básicamente el Club Mediterráneo es «una familia». «Son muchos años juntos», reconoce Celia de Miguel.
Es por eso que en sus rutinas el remo toma el principal protagonismo. En el caso de Ramón Gómez Cotilla, las mañanas de los martes y los jueves los dedica al equipo de remo adaptado, tanto entrenos grupales como personalizados. Desde las 9 de la mañana hasta las 12 del mediodía. Y aprovecha lo que le queda libre para pasar tiempo en casa de sus padres (en Málaga) y comer con ellos. Cuando el reloj marca las 15.00 horas vuelve a La Marina del RCM para entrenar al grupo de banco móvil de veteranos y otro grupo más hasta las seis de la tarde. «Combinamos la jornada laboral con el entrenamiento. Prácticamente estoy aquí todo el día», comenta el remero.
Ramón ya terminó su carrera en Psicología y el máster posterior. Y ahora a lo que dedica su perfil tanto laboral como deportivo es al remo. Pero Celia de Miguel lo lleva más en un 50/50. Medio día lo pasa en las prácticas como enfermera, y el otro medio, entre entrenadora y deportista. «Me están encantando las prácticas, estoy muy contenta», señala la deportista al hablar de su trabajo en el hospital. A las tres del mediodía termina su formación en prácticas y va rápido a su casa: «Me voy en la moto a Ciudad Jardín y ya me voy a trabajar al club, que empiezo a las cuatro con el equipo juvenil masculino y femenino», recapitula De Miguel. Y así hasta que llegan las seis de la tarde, que también finaliza su jornada laboral, igual que la de Ramón.
Y a las seis de la tarde, juntos a su entrenamiento de equipo. Cuando se ponen a recordar cómo se conocieron les sale la risa nerviosa. «Desde hace mucho», comenta Gómez Cotilla. «Es que él era como novio de mi hermana cuando éramos pequeños... Ya no», desvela entre risas Celia de Miguel. Hacen cálculos y, cuando Celia tenía unos 12 o 13 años, ya se conocían estos dos remeros. Quién les diría que diez años más tarde serían juntos campeones del mundo...
Y tantos años conociéndose, entrenando juntos e incluso saliendo en la misma pandilla, hacen el vínculo que se ve en estos dos deportistas con solo mirarse. Son cómplices en el agua y en toda su rutina. «Cada uno tiene sus amigos del instituto o el colegio, pero nuestra pandilla la tenemos aquí, en el club», señala Gómez Cotilla. «Si es que si salimos a cenar algún día también salimos juntos», añade Celia de Miguel entre risas.
Pero, sin duda, la gran parte del tiempo que pasan estos dos compañeros es en el remo. Cuando explican una de sus variedades de los entrenamientos, recuerdan cómo se ayudan entre ellos y los demás compañeros para cualquier cosa que necesiten y, lo más importante, cómo se animan entre ellos. «Entre nosotros nos apoyamos un montón y eso ayuda mucho», admite Ramón Gómez Cotilla. Y ella reflexiona sobre este apoyo continuo: «Al final acabamos tirando unos de otros. Por eso confiamos tanto en nuestro equipo a la hora de competir, como por ejemplo en el Mundial. Yo confiaba en ellos porque sabía lo que habían entrenado, lo que han sufrido. Al fin y al cabo tú les has apoyado y ellos a ti también te han ayudado. Nos hemos visto sufrir juntos y eso te da confianza para competir con la persona que tienes al lado», concreta De Miguel.
Ahora en invierno es mucho más complicado subir a La Viñuela para entrenar, así que aprovechan las mañanas de los fines de semana para ir allí y remar. «Cuando vamos, solemos quedar a las ocho de la mañana aquí y ya salimos. Aprovechamos más el tiempo ya que subimos», apostilla De Miguel. Y ahora, en el invierno, los entrenamientos de los días de diario suelen ser en La Marina del RCM. Alrededor de dos horas «como mínimo» están junto al equipo sénior del remo del Mediterráneo. «Solemos empezar con los veinte minutos del ergómetro con remo continuo para activarnos. Luego tenemos una serie de 30 minutos que es para trabajar al 100%», explica Gómez Cotilla. «Esos 30 minutos son a bajas paladas, no a un ritmo rápido, sino para desarrollar tu máxima fuerza en cada palada», añade Celia de Miguel. Y sigue explicando Ramón: «Y cuando acabamos eso hacemos unos 40 minutos de carrera o bicicleta. Vamos por aquí y por el paseo marítimo», señala.
Entre las 20.00 y las 21.00 horas acaban su jornada de remo, según el día. «Suelo ducharme aquí y cuando llego a casa me siento en el sofá y me quedo frita», reconoce Celia de Miguel. Igual que le pasa a Gómez Cotilla: «También me suelo duchar aquí, sobre todo en invierno, que apetece más. Cuando llego a casa es para ver un poco una serie y dormir», puntualiza.
Son unas rutinas duras, completas y muy físicas, ellos lo saben, pero al final todo esfuerzo tiene su recompensa. «Al final es que somos personas a las que nos gusta competir. Puede que sí que sea un año muy sufrido y duro, pero tienes la recompensa. Lo de ser campeones del mundo para nosotros se queda», comenta De Miguel haciendo un gesto cómplice a su compañero.
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