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Amparado en su amateurismo, los clubes locales de rugby soportan como pocas entidades deportivas en la provincia el embate del coronavirus. Tanto el Club de Rugby Málaga como el Marbella Rugby Club, ambos en la segunda categoría nacional (en el grupo C de ... una División de Honor B estructurada en tres bloques de doce equipos próximos geográficamente) no presentan una estructura que les suponga un grave quebranto en estos meses sin competición. Ambos han logrado la permanencia y seguirán buscando el sueño jamás logrado de colocar un conjunto local en la élite del rugby nacional. De hecho, aunque ahora hay cinco representantes andaluces en 'segunda', sólo el Ciencias de Sevilla y el Generalife de Granada han jugado alguna vez en la máxima categoría.
Con todo, poco tienen en común el Málaga y el Marbella. Para el primero la salvación holgada (era octavo al decretarse el estado de alarma, a falta de una jornada de torneo regular) es meritoria. «Es un éxito después de ser un recién ascendido», se pronuncia su presidente, Pablo Cabrera, que considera que la polémica puede venir ahora por la solución que adopte la Federación Española de Rugby cara a ascensos y descensos en sus dos primeras categorías. «El problema legal que se plantea es que si se da por finalizada una competición no se puede resolver ascensos y descensos, porque no se han cumplido las temporadas. Muchos equipos están pendientes de eso para mantener jugadores y patrocinios», alega el dirigente, que cree que la solución final puede pasar por permitir ascensos y no ejecutar descensos, lo que llevará un cambio en la composición de conjuntos en la División de Honor A y la B en la próxima campaña«. Aunque la competición la organiza la Federación Española, los clubes de División de Honor A y tres de la B han creado una asociación independiente que propugna que no se jueguen más partidos este curso, con lo que se ahorran seguir manteniendo jugadores.
En todo caso, Cabrera tiene claro que esa cruzada les afectará poco: «Nuestro club no se basa en patrocinadores, desgraciadamente. Somos autosuficientes para ser competitivos deportivamente. Nos hemos basado en la cantera exclusivamente o en gente de Málaga. Si ha venido al equipo sénior alguien de fuera es porque por motivos extradeportivos ha venido a trabajar a la ciudad«.
El Club de Rugby Málaga maneja un presupuesto en torno a los 170.000 euros, que se sustenta en la aportación de los jugadores como socios, que se pagan sus fichas. En total son unas trescientas, más cuarenta de un equipo de veteranos. «Somos el único equipo en División de Honor B con esa filosofía», afirma con orgullo con Cabrera, al frente de una entidad con equipos en todas las categorías, aunque desde sub-12 hacia abajo no haya competición en si, sino concentraciones para disputar encuentros.
El CR Málaga se apoya también en una subvención del Ayuntamiento de Málaga y en la esponsorización de Cumaca Motor e ICESA y Miel de Caña Nuestra Señora del Carmen. De esta manera, no hay razón alguna para un ERTE, pues además al final de temporada se podría conseguir una subvención de la Junta y ya hay otra pequeña aprobada de la Diputación.
El gran escollo para este club, con una importante cantera y masa social detrás y en un deporte muy al alza en su práctica en nuestro país, no lo está siendo el coronavirus, sino disponer de campo propio. «Nos entrenamos y jugamos en la Universidad, que cierra en los periodos festivos. El Manolo Becerra (en honor al periodista fallecido de SUR) de Rincón de la Victoria es de los mejores campos de rugby en España, pero es muy inaccesible para nosotros cara a los medios de transporte públicos», alega Cabrera, que defiende que cuenta con muchos jugadores sin vehículo propio a los que ir a entrenarse o jugar allí les supondría un problema.
Pero ya lo suponen en sí las instalaciones de la UMA, donde se entrena y compite el cuadro sénior. «Tenemos dos días de gimnasio y únicamente dos de entrenamiento en el campo a la semana, pero sólo una hora en un campo grande», recuerda Cabrera, que reclama poder usar un terreno en Soliva que habilitó para el rugby el Ayuntamiento y que lleva casi una década sin avances. «Pedimos que al menos se nos entregue ese lugar para un proyecto en cinco fases que financiemos nosotros e ir poco a poco haciéndolo, desde el terrizo, porque tenemos comprometido el apoyo de la Federación Andaluza. Hay un déficit grande de un deporte que creo que ha crecido mucho. Recuerdo que el Ciudad de Málaga de atletismo sólo se llenó con un partido España-Uruguay de rugby, ni siquiera en un Nacional de Atletismo«, argumenta.
Cal para el CR Málaga y arena en el caso del Marbella RC, que comenzó a competir esta campaña con el nombre de Andalucía Bulls. El cuadro costasoleño ha sufridos dos reveses importantes. Uno, la pérdida de ingresos con la esponsorización del Grupo Trocadero, que mantiene el apoyo, pero de forma menor. Y el mayor golpe fue el fiasco del proyecto auspiciado por Progame, con un socio holandés y otro sudafricano. A este grupo se le cedieron los derechos de gestión económica y deportiva del primer equipo, en una propuesta ambiciosa para tratar de ascender a División de Honor A en poco tiempo y crear una franquicia internacional. En mitad de la temporada se puso fin a la colaboración, con la salida de algunos jugadores de más alto nivel incorporados a la primera plantilla.
A diferencia del CR Málaga, el club costasoleño cuenta con campo propio, el Bahía de Marbella, en una parcela junto al Hospital Costa del Sol que ha sido otro de los focos problemáticos, al ser calificada como de equipamiento deportivo y gravada con un IBI de 30.000 euros anuales. Pero el club logró un acuerdo de esponsorización con el Ayuntamiento de Marbella por 160.000 euros a repartir en cuatro años y que mitiga este dolor de cabeza.
El Marbella cuenta con un presupuesto en torno a los 300.000 euros, de los que la mitad se lo lleva el cuadro sénior, que afronta su cuarta temporada en la División de Honor B. Dispone de cerca de 500 fichas, de las que más de 400 corresponden a niños y niñas de su escuela deportiva, fruto de su trabajo con muchos colegios de la localidad.
«Buscamos una fórmula para semiprofesionalizar este equipo. Teníamos mucha ilusión en la temporada, pero ha sido un año en blanco», reconoce el presidente del club, Paco García, que además recuerda que sus instalaciones iban a ser sede del Campeonato de España sub-12, con más de 4.000 personas afectadas. «Seguiremos en la búsqueda de recursos económicos, pero no ha sido necesario un ERTE, Sólo se pagaban dietas de desplazamiento o comidas a algunos jugadores del primer equipo. Los que estaban en el organigrama de la dirección deportiva eran autonómos. Y el mantenimiento del campo, igual».
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