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Todos tenemos batallas personales que, a menudo, debemos librar solos, pero la de algunos se convierten en auténticas guerras. No muchos saben lo verdaderamente difícil que es salir de la oscuridad, sobre todo cuando esta se apodera de tu vida durante años. Las adicciones se ... han saldado muchas vidas y muchos sueños, pero afortunadamente, sigue habiendo personas que, como él, logran reunir el valor para reconocer el problema y poner punto final a la situación, saliendo de una pesadilla que pudo costarle la vida.
Quique Gallego dijo basta hace alrededor de tres años. Se levantó una mañana, tras una de sus locas noches de fiesta; amaneció ensangrentado tras una pelea que apenas recordaba. No estaba en sí entonces, de hecho hacía tiempo que se había perdido a sí mismo. Aquella mañana se miró al espejo, algo que odiaba hacer. Y fue entonces cuando algo cambió en su cabeza. Se calzó unas zapatillas y, en lugar de acudir al bar, se marchó con su perra a andar al monte. Aquella acción le cambió la vida.
Hoy, Quique (con 35 años) es un hombre sano, fuerte y deportista, pero hace 13 años no tenía nada que ver. Nació, creció y sigue viviendo en Júzcar, un pequeño pueblo de no más de 250 habitantes en el Valle del Genal (el conocido como pueblo de los 'pitufos' porque tenía todas sus casas pintadas de azul). Todo fue bonito en su adolescencia, pero pasados los 20 años, impulsado por las malas compañías de los que creía sus amigos, entró en el mundo del alcohol, el tabaco y la cocaína. «Empecé el último de mi grupo de amigos, yo no quería, pero al final caí. Si te mueves en un mundo así, acabas cayendo. Primero empiezas a probar un fin de semana y luego no puede vivir sin eso», reconoce.
Empezó siendo algo eventual, pero como toda adicción, le acabó atrapando. Así lo asegura: «Al principio era de vez en cuando, con los amigos, en alguna fiesta… Luego fueron todos los fines de semana y luego, diariamente. Lo primero que hacía al levantarme era ir a beber al bar y ya era todo el rato una copa, una raya, una copa, una raya… Así todo el día. No me podía ni mirar al espejo, estaba demacrado». Le daba vergüenza de sí mismo, y asombra ver con qué naturalidad y fortaleza lo reconoce a día de hoy.
Vendía objetos personales para financiar sus adicciones, ni siquiera invertía en comida, prefería beber y 'meterse' antes que ingerir cualquier alimento. Y fue a más…. Le cambiaba el humor, se volvía violento y entraba en peleas innecesarias, perdió el trabajo en la obra e incluso llegó a tener accidentes de coche con sus amigos. Aquello no era una vida, sino una pesadilla de la que ni siquiera quería salir. Y así lo relata, porque, aun con todo aquello encima, sí que hubo siempre gente dispuesta a ayudarle. «No era feliz», dice. Solo que entonces no lo sabía. «Era un desastre para todo, no valía para anda, si no consumía no podía tirar de mi cuerpo, además me volvía más violento. ¡Qué equivocado estaba!», recuerda, con la voz titubeante. «Mis amigos y mi familia me decían que saliera de ahí, que eso no era vida, y yo nunca les hacía caso, no quería la ayuda de nadie. Veía que se me iba la cabeza y yo no era así», relata, ya rompiendo a llorar en la entrevista.
Estuvo diez años en el pozo, sin cuerda, ahogado. Pero sobre todo fueron los últimos los que más daño le causaron: «Mis últimos cinco años fueron una pesadilla. Entré en un bucle del que no podía salir». Sus padres y hermanos, que vivían en Ronda por trajo (él residía en el pueblo con sus abuelos) eran conscientes de ello y fueron impulsores de su cambio. Aunque el primer y gran paso lo dio él mismo aquella mañana en la que decidió salir a correr por el monte. «Me gustó tanto que al día siguiente volví a salir otra vez, fui incrementando el tiempo y la intensidad y así hasta el día de hoy», dice.
Así hasta que, sólo tres años después de salir de las sombras y ya completamente limpio, es campeón de Europa por selecciones en trail (carreras de montaña). Y es que ya desde pequeño se le veía que tenía cualidades para el deporte, solo que nunca las había explorado. «Empecé apuntándome en carreras populares de montaña, como la Vuelta al Genal, al segundo año me llamó la selección malagueña y después, la andaluza, porque ya estaba ganando y consiguiendo buenos resultados», cuenta. Y hace un mes no pudo ocultar el llanto de felicidad cuando recibió la llamada de la selección española de trail para acudir al Europeo de Montenegro (en la categoría Sky), en el que fue 16º individual y oro por selecciones.
Quique ha vuelto a nacer. «La confianza que tengo ahora en mí mismo, la energía que tengo, lo bien que me siento, no lo cambio por nada… Veo a mi familia orgullosa, a mi sobrina empezando a hacer atletismo por mí...». Los que siempre creyeron en él no ocultan su orgullo. Ha pasado a ser un ejemplo de superación. Se entrena cada día en solitario tanto en la montaña como en el gimnasio, siguiendo las indicaciones del entrenador que le hizo crecer, Raúl López (Kapurro's Team), sigue la dieta de un nutricionista, trabaja como jardinero y está formándose cara a una futura idea de negocio enfocada al turismo deportivo.
Pero lo más importante, no ha vuelto a tomar ni una gota de alcohol, ni un cigarro, ni ninguna otra sustancia desde hace más de tres años. A los que puedan verse en su situación, sólo puede darles un consejo: «Que dejen ese infierno y que tanto el deporte como la naturaleza son una gran vía de escape. Si quieren salir, pueden; todos tenemos la fuerza interna para salir de ahí y lograr lo que nos propongamos».
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