Paula Ruiz: «Lo he meditado mucho; quiero tener una vida normal y ser feliz»

–Imagino que esta decisión no se tomó de la noche a la mañana...

-Exacto. Esta decisión la he ido pensando bastante tiempo, desde junio o julio de 2022, no sólo por los motivos por los que lo dejo, sino por el cariño al deporte.

-Se encontraba en pleno año sabático de la competición tras los Juegos Olímpicos. ¿Es cierto que después de Tokio su sensación era la de necesitar un descanso, la de estar agotada?

-Sí, me tomé el descanso que todo el mundo me aconsejó y cuando fui a retomarlo me empecé a encontrar un montón de trabas y ahí empecé a reflexionar, a pedir consejo y empecé a valorarlo.

-Entiendo que sentía que quería una vida normal…

-Tampoco es que la quiera. Yo ya había normalizado la mía. A mí me parecía que levantarme a las 5 de la mañana para entrenar y tener una dieta estricta era normal…

-¿En qué momento dijo «basta»?

-Cuando empecé a llamar a la Federación Española, a los clubes y a pedir quizá no ayuda, pero sí consejo. Yo quería irme a Italia porque tiene un grupo de aguas abiertas de edad absoluta; tiene a los mejores, conocía al entrenador y quería probar. Pero ese entrenador me pidió una especie de permiso por parte de la RFEN para poder entrenar en el extranjero y esa carta nunca llegó.

-¿Quizá la RFEN no quería que se marchase a Italia? ¿O le dijeron que no la tendrían en cuenta cara a la selección si se iba?

-Ahí no me meto, no lo sé. Yo le tengo cariño a mi deporte y pensar si querían o no, me parece triste, así que prefiero ni pensarlo.

-Recuerdo que a mediados del pasado año atravesaba usted por una situación muy complicada y nos contó que se sentía frustrada porque, tras los Juegos, la habían dejado de lado. ¿Es así?

-Exacto. Yo pedía ayudas porque venía de unos Juegos Olímpicos y me sentí vacía de repente. Es cierto que las instituciones sí me apoyaron: el Ayuntamiento de Málaga, la Diputación, la Junta, incluso la prensa. Pero también quería el apoyo de mi federación y sentía que no se invertía en mí. Ahí empecé a replantearme cosas.

-¿Qué sentía exactamente?

-Imagínate que vas caminando y te tropiezas con una piedra; te levantas y sale otra. Yo sentía que estaba en un bucle. Llegó un punto en el que veía que el camino estaba lleno de piedras y que no iba a llegar nunca. Entonces sentí que, para acabar mal, tenía que optar por el camino de una vida normal.

-¿Pidió ayuda psicológica?

-Sí, yo siempre he trabajado con psicólogos y pienso que es muy bueno. Me ayudaba a la hora de enfocar las carreras, administrar los nervios… Pero ya lo último que hablaba con él eran otras posibilidades y acababa muchas sesiones llorando. Yo quería seguir, pero sentía que no todo dependía de mí.

-¿Por qué?

-Porque decían que tenía que demostrar y yo ya no sabía qué tenía que demostrar. Me he demostrado que he sido la mejor y me ha costado toda la vida decirlo, porque soy muy vergonzosa. Muchos me decían que tenía suerte, porque yo he sido muy rebelde. Si me decían que tenía que hacer sota, caballo y rey, no hacía ninguna, pero lo que yo hacía me salía bien.

-¿Se considera cabezota?

-Mucho, tengo un carácter muy fuerte, pero también creo que por eso he llegado a los sitios.

¿Cree que la decisión que ha tomado ahora ha sido impulsiva y que se puede arrepentir?

-Me va a dar mucha pena, pero sé que no me voy a arrepentir porque ha sido una decisión muy meditada. Ahora lo estoy diciendo sin romper a llorar y ese es el primer paso. He estado mucho tiempo en silencio. He llorado y meditado tanto que creo que ya me he sanado.

-Imagino que el comentario mayoritario estos días habrá sido: «¿Cómo se va a retirar a los 23 años?».

-No por la edad, pero quizá por el talento. Mucha gente me ha dicho que soy una chica que ha estado desde los 12 años entrenando, dando el do de pecho, siendo la mejor, que era un diamante en bruto… Les ha sorprendido que lo desaproveche. Pero yo no creía lo que me decían.

-¿Es posible que esa falta de confianza le haya afectado psicológicamente en las competiciones?

-Soy muy competitiva y me exijo mucho, siempre he sentido que tenía algo que demostrar. Quedaba campeona del mundo y cuando salía del agua no estaban contentos. Volví a serlo dos años después y otra vez caras largas… Es una insatisfacción enorme. Nunca he celebrado una medalla.

-Sentía que tenía que hacer las cosas por demostrar a los demás y no por sí misma…

-Sí, casi toda mi vida lo he sentido así. Entrenaba para los demás, yo era lo segundo.

-¿Usted qué quería?

-Mi sueño de pequeña era que el mundo recordara mi nombre, que fuera una referencia en la natación de Málaga.

-¿Siente que al menos ha cumplido al ser la primera andaluza olímpica en aguas abiertas?

-Sí, eso sí. Me siento orgullosa de mi carrera, lo único que cambiaría era que la gasolina que me movía a mi era el demostrar, la rabia. Mi psicólogo me lo decía, que yo no podía moverme por rabia, tenía que ser desde algo sano, feliz. Me ha faltado mirar por mí.

-¿Qué ha pensado hacer ahora?

-Quiero aprobar mañana (por hoy) el práctico del carné de conducir, retomar mis estudios, trabajar, viajar… Volver a tener una vida normal y ser feliz.

-¿Qué le gustaría estudiar?

-Terminé el bachiller pero no hice selectividad. Me gustaría avanzar en la rama de Salud: Criminología, Forense, Enfermería… Eso sí, quiero estar vinculada al deporte. Me gustaría contar mi experiencia y que sirva de ayuda para los demás.