Apenas se para a tomar un respiro y darse cuenta de que, a sus 23 años, Pablo Ramírez ostenta una Liga, una Supercopa de España, una Copa del Rey, un ascenso a Primera y un título al Jugador Revelación de la Liga Nacional de Fútbol- ... Sala en su palmarés. En las tres últimas campañas, su vida ha dado un giro de 180 grados. Pasó de jugar con la Coineña, en la tercera categoría, a ascender a la élite española con un histórico UMA Antequera que, en el mismo año de su llegada, levantó su primer gran título nacional: la mítica Copa del Rey de 2022 en la que se convirtió en el primer equipo de Segunda de todos los tiempos en lograrla.
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Aquel 2022 este joven pivote malagueño, que comenzó su etapa como deportista jugando al fútbol en el Conejito, recibió una inesperada llamada: la de la selección española absoluta, con la que se estrenó en el mes de octubre y por la puerta grande, anotando el gol de la victoria en un encuentro ante Finlandia. Entonces, se convirtió en el primer internacional absoluto salido de las filas del conjunto universitario, hoy ya desvinculado de la UMA y renombrado como Málaga Ciudad Redonda.
Tal fue su progresión aquel curso que, a inicios de 2023, ya jugando en Primera, recibió una oferta que no pudo rechazar, la del Jimbee Cartagena, uno de los conjuntos ya destacados en la máxima categoría pero que, hasta ahora, siempre se había quedado un escalón por detrás de los 'grandes', como el Barcelona, el Inter Movistar o el Palma. Reconvertido en Rey Midas, la llegada del malagueño a las filas murcianas pareció traer suerte al conjunto, que durante la última campaña (en la 2023-24) hizo historia. «Fue un año espectacular, fue la primera vez en la historia que el club levantaba un título y encima logramos dos, ha sido increíble. Me vine a ciegas, dejando mi casa en Málaga y ha salido redondo», valora Pablo. Y añade: «No soy consciente de lo que hemos conseguido, hay gente que lleva muchos años trabajando para esto y no lo ha logrado, yo soy un afortunado y confío en que se va a volver a repetir».
A día de hoy, sólo dos malagueños compiten en equipos de fútbol-sala de la máxima categoría (el segundo es Fernando Torres, que acaba de fichar por el Sala 10 Zaragoza), pero sólo uno sabe lo que es tocar el cielo por ahora, y ese es Pablo. No sólo levantó la Liga y la Supercopa de España, si no que, gracias a ello, este año debutará en Champions, la élite europea, a la que el Cartagena y el Palma serán los únicos clubes españoles, habiéndose quedado fuera este año el icónico Barcelona. Esta experiencia comenzará a finales de octubre con una fase de grupos en la que han quedado encuadrados con el Sporting Anderlecht (Bélgica), el HIT Kyiv (Ucrania) y el Record Bielsko-Biała (Polonia).
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Tal es la emoción del joven pivote malagueño por afrontar estos nuevos retos que esta ha ayudado con creces a sobrellevar el mal trago de haberse quedado a las puertas del Mundial de Uzbekistán que se está disputando estos días. Y es que Pablo, que ha formado filas con la selección desde su debut, ganando cada vez más minutos y confianza, fue finalmente uno de los descartes del técnico nacional. «Soy una persona muy optimista. Me pongo en la piel del seleccionador y sé que es muy difícil elegir entre los mejores. Yo me siento afortunado de haber formado parte del proceso. Lo he disfrutado y entiendo el haberme quedado fuera. Eso y el jugar en la mejor liga del mundo creo que me está ayudando mucho a crecer», valora el estudiante de Educación Primaria, con una gran madurez.
No niega que el ver a sus compañeros, ya en octavos de final mientras que él trabaja en casa, le es complicado. Sin embargo, si algo le caracteriza es su autoconfianza y su capacidad de superación. Confía en que aún es joven y, por tanto, todavía puede aportar y crecer mucho más, lo que le motiva a trabajar más duro. «Es verdad que da cosa verlos ahí y yo aquí sentado, todos tenemos esa ambición por querer estar ahí, pero sólo pienso en animarlos y que les vaya lo mejor posible y ganan. Ojalá el día de mañana pueda ser partícipe de otro Mundial», se sincera. Ahora, ultimando los detalles de su pretemporada (la competición en Primera comienza el 11 de octubre), el malagueño está más enfocado que nunca en sí mismo y en llevar de nuevo a lo más alto a su equipo. Este 2024-25, ansía volver a brillar: «A nivel individual, me gustaría marcar la diferencia cara al gol y estar en el 'top 3' de goleadores, y luego aportar lo máximo al equipo, tanto dentro como fuera de la pista».
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Además, no pierde de vista a los que fueron sus compañeros y amigos, en el Málaga Ciudad Redonda, a los que manda un cariñoso mensaje de ánimo cara al nuevo curso que ya ha comenzado en Segunda: «Me da pena ver todo lo que han pasado, pero confío en todos ellos. También en el presidente y los trabajadores y sé que Málaga les va a devolver todo eso en apoyo. Ojalá este año sea el indicado para subir y yo sea el primero en felicitarlos por lograr su propio título». Tiene talento, perseverancia y la mente muy centrada; con estos ingredientes sólo se le puede vaticinar un gran futuro, por ahora como la máxima referencia local en este deporte.
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