Sincero, educado, maduro, centrado y siempre tratando de valorar las cosas buenas que le pasan. Alberto Carmona (Málaga, 2004) fue uno de los 23 'leones' ... que obraron la gesta de clasificar a la selección española de rugby XV al Mundial de Australia 2027. Por poner las cosas en contexto, nuestro combinado nacional no está en una cita de este calado desde 1999, en Gales, el único en el que lo ha logrado. Eso sí, la fortuna no siempre ha estado de lado de 'Los Leones' (así conocen a la selección). En 2019 y en 2023 hicieron bien el trabajo en la cancha, pero una denuncia respecto a irregularidades en la elegibilidad de algunos jugadores y otra por alineación indebida acabaron en la descalificación, pese a haber conseguido el objetivo en el campo. Este año, sabedores del camino, no perdonaron y por fin lograron dar ese golpe en la mesa.
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«Ha sido una experiencia increíble y única. Es algo que no se vive todos los días», introduce, valorando todo lo que la vida, y el rugby, le han dado la oportunidad de vivir en primera persona, antes de reconocer que ha sido una auténtica montaña rusa de emociones. Aunque todo lo ha conseguido con trabajo. Ambicioso, asegura siempre querer jugar y también los nervios, siempre positivos, por estar en la convocatoria de los partidos importantes.
La clasificación se selló de forma virtual ante Países Bajos, pero de forma definitiva ante Suiza. «He pasado de ver los clasificatorios en casa a vivirlos en primera persona», añade. A nivel deportivo, en lo personal, reconoce que han sido partidos duros físicamente. Ante Países Bajos jugaron en Madrid y frente a Georgia, ya clasificados, igual. «Han estado mis padres y han subido un montón de amigos de Málaga. Ha sido unos fines de semana increíbles», expresa, a la vez que reconoce los nervios positivos de jugar un buen papel delante de la gente que quiere.
Estar en la selección y poder representar a su país es un orgullo, como no podía ser de otra forma, y también algo que le produce un enorme respeto. «Es muy difícil llegar ahí», dice. «Uno sabe todo el trabajo y esfuerzo que requiere. Estás representando a todo el país y a todos los jugadores que consiguieron clasificarse y se lo arrebataron, no sólo a ti y a tu gente», expresa, acordándose de los 'leones' a los que le quitaron en los despachos la posibilidad de estar en un Mundial. «Es una mezcla de muchas cosas».
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Entre los más jóvenes de la absoluta, revela lo que el seleccionador, Pablo Bouza, le transmite: «Me dice que disfrute de la experiencia, de los partidos y que me esfuerce. Que no tenga miedo a equivocarme y que vamos acción tras acción, sin pensar en los errores que ya hemos cometido. Que siempre con la cabeza arriba».
Su vida es un poco itinerante, a caballo entre la selección y su club, el Toulonnais francés, uno de los 'gigantes' del rugby mundial. Se crio y se formó en el Rugby Málaga antes de dar el salto a una de las mejores canteras del mundo, donde hoy por hoy sigue forjando su juego. Se entrena con los 'mayores', con el primer equipo, aunque juega y forma parte, de forma oficial, de la plantilla del segundo equipo, con el que aspira a ganar la Liga, cocinando su próximo salto. «Después de Navidad sabemos que esto es un no parar, siempre para arriba y para abajo», dice al respecto el zaguero de 1,90 metros de altura y 93 kilos.
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La vida lejos de casa, revela, es dura en ocasiones. «Si alguien te dice que está cien por cien adaptado, no está siendo completamente sincero. Siempre es difícil estar fuera, lejos de tus seres queridos. Cuando estás siempre fuera, entrenando, pues se hace más ameno, pero hay días que estás más bajo de ánimos... Pero bueno, un par de llamadas y todo se arregla», ríe, abriéndose y poniendo en la mesa el alto componente emocional de esta experiencia.
La vida en Francia, reconoce, es un poco aburrido. «Me paso los días entrenando y descansando. Le dedico tiempo a los estudios y a cuidar de la familia y los amigos», afirma. El malagueño estudia Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CCAFyD) en la Universidad de La Rioja, a distancia.
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A nivel de comodidades está cubierto en su club. Puede vivir de ello, aunque no le da para ahorrar demasiado. Eso sí, ambicioso y positivo cara al futuro, espera que sus condiciones vayan mejorando en concordancia con su esfuerzo y su trabajo, que suelen ir siempre de la mano con los buenos resultados. «El club me paga el piso en el que vivo solo y la comida, así que no tengo muchos gastos», agrega. En Francia el rugby es, a nivel mediático, como el fútbol. Y hay jugadores allí que están muy bien pagados. En España, asegura, depende del club. «A veces cuesta un poco más». Eso sí, asegura, la tendencia del deporte es alcista.
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