La nueva normalidad de Borja Vivas (Málaga, 1984) consiste en abonarse de forma irremisible a la incertidumbre. El mejor atleta malagueño en resultados en este siglo XXI (dos veces olímpico y diecisiete títulos nacionales) conoce que está casado, tiene dos hijas, que se acaba de mudar con ellos a Puerto de la Torre y que vive de su negocio familiar (APREPOl, una academia de opositores al cuerpo de policía). A partir de ahí, poco más. La temporada actual la comenzó con el propósito de que fuera la de su retirada, a un día de cumplir los 37 años. Pero una pandemia mundial colapsó la vida de media humanidad días después de proclamarse campeón de España en pista cubierta en Orense el 29 de febrero. Ese día bisiesto podría ser el del último concurso de lanzamientos de su carrera (obtuvo el título con un tiro de 19,61 metros, una marca que hubiera sido discreta años atrás).
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O quizás no. Ya se sabe que esta nueva normalidad en la que está inmerso Vivas es la más alta incertidumbre. En casi todos los aspectos. Y de momento el malagueño aplaza la retirada. A finales de 2018 sufrió una rotura parcial del tendón rotuliano de la rodilla izquierda, con una afectación parcial en el cartílago de la rótula, la primera lesión grave de su carrera, y no pudo competir en 2019. Tenía ya claro que el final estaba cerca, pero se planteaba irse en este 2020 por la puerta grande, no por una de atrás. «Quería poner un punto y final después de unas buenas sensaciones. La primera parte de la temporada cumplí (con su título), pero ahora para mí los parones no son buenos. El cuerpo se desconecta y ponerlo a punto de nuevo es complicado«, se sincera el veterano atleta, que no obstante fue categórico con este periódico al afirmar que »mi intención es continuar la temporada que viene, hacer la temporada en pista cubierta y optar al Europeo, porque ya se sabe que la clasificación olímpica está complicada«....
Vivas tiene un plan, pero el coronavirus determinará cuánto de él puede cumplirse. De momento, volvió el jueves al trabajo en Carranque con numerosas limitaciones, después de una última sesión allá por el 13 de marzo. «Sólo puedo hacer vallas o lanzar, porque de momento no puedo subir cuestas, o a la grada (cerradas) o utilizar el gimnasio», explica. «Pero al menos he retomado las sensaciones de los entrenamientos, aunque sea a un cinco por ciento: el recoger la maleta, ponerme las zapatillas, hablar con mi entrenador (el de toda la vida, Tomás Fernández)...«, añade.
Vivas ha de usar su propio peso, al menos los que hay en el gimnasio del Club Atletismo Málaga. No le está permitido recurrir a las bolas de la propia instalación. Cualquier recurso a un material de allí requiere unos protocolos para que sean desinfectados, como sucede con las vallas. Entra y sale de la instalación con mascarilla y haciendo uso de una tarjeta en la entrada al recinto, y no le dejan estar en él más de hora y media.
Al menos no tiene prisa. En el horizonte no hay competición. La Real Federación Española de Atletismo estudia fragmentar los Campeonatos de España al aire libre en sectores, después de que se aplazara la prueba. El de lanzamientos podría ser en León en septiembre, pero incluso esa fecha le genera algunas dudas. «Necesitaría dos meses y medio para lanzar con cierto rendimiento», reconoce entre la necesidad de tener una motivación para entrenarse y el temor a que sea pronto, a no llegar suficientemente preparado para entonces. Y tampoco hay en perspectiva un control de marcas en Carranque en uno o dos meses, lo que lo complica todo.
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Durante la Fase 0 Vivas se llevó a casa las pesas que tiene en la instalación, «pero no puedo tirarlas al suelo como con el material de Carranque», matiza. Tampoco debería empezar a lanzar ya. «Esto de ahora es como una pretemporada –explica–. La técnica tiene que ir mas adelante».
La crisis generada por la pandemia mundial volverá a dejar en bragas el mundo del atletismo en España, como sucedió ya en 2008. «Para las escuelas municipales este periodo sin entrenarse puede ser una pérdida de motivación«, se lamenta Vivas, y cita también el problema económico que se le presenta a los atletas, si no ingresan de patrocinadores o becas. Para que los espónsores de los clubes paguen una de las normas es participar en un Campeonato de España o demás, y las subvenciones de las instituciones suelen ir de acuerdo a resultados obtenidos en la temporada. «Nosotros por el deporte no estamos, pero si no voy a tener beca y acaba el patrocinio....», añade.
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Pero de momento el atleta malagueño sigue animado. De la importancia del aspecto psicológico y del papel motivador de los entrenadores les hablaba el miércoles a alumnos de un ciclo formativo de TAFAD en un videochat. «Les contaba cómo ha sido en este periodo de confinamiento la relación entre atleta y entrenador, a gente joven que en el futuro serán técnicos», comenta. Además, hay algo que Vivas saca claro de todo lo vivido en lo que va de tiempo abducido por la pandemia: «Con muy poco uno puede ser feliz. Hemos sido capaces de vivir y estar ilusionados con una videollamada a los padres. Con tener salud y estar rodeado de los tuyos, llegas a un punto de conformismo mental. El ser humano se acostumbra a todo, por suerte o por desgracia». Y concluye con crudeza: «Con la vuelta a la normalidad esto se nos olvidará y querremos ganar más dinero o trabajar un poco más».
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