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Su sobrenombre es en realidad una pista. Nacho 'Speaker' Gutiérrez es una persona habladora porque siempre se ha ganado la vida así. Profesor de Historia, locutor de radio, reportero y presentador de televisión y, desde hace más de una década, presentador franquicia de veladas de ... boxeo, artes marciales mixtas y kick-boxing de algunas de las mejores promotoras del país. De los deportes que ama, en definitiva. Asegura que en su infancia nunca fue un gamberro, aunque sí «muy charlatán». Ese niño criado entre El Palo y Pedregalejo se para hoy a contar su historia en el puente que cruza el Arroyo Jaboneros, que es también el que separa ambas barriadas.
–Definirle no resulta fácil. ¿Cómo lo haría usted?
–Me definiría como un amante de la historia que por cuestiones de la vida se ha visto obligado a trabajar de diferentes cosas. Y que de todos los trabajos que ha tenido ha intentado aprender algo. Por suerte, la vida, a raíz de una cosa ocasional, me ha permitido que gran parte de mi desarrollo profesional sea haciendo lo que me apasiona, que es presentar veladas de deportes de combate.
–¿Dónde nace esa pasión desmedida por los deportes de contacto?
–Desde chiquitito me atraían mucho las artes marciales. Quizá todos empezamos por lo mismo: las películas de Bruce Lee. Un buen día descubrí el boxeo. Me llamó mucho la atención las historias personales de boxeadores que lo habían pasado mal en su vida y su infancia y se habían sobrepuesto. Y después empecé a disfrutar de los combates.
–¿Cómo surgió esto de ser presentador de veladas?
–Me ofrecí a Juan Francisco Leiva, que coordinaba la Federación Andaluza en Málaga, y le gustó la idea. A mi padre y a mi abuela Juanita les encantaba el boxeo. Debuté un 18 de mayo de 2013, tenía 38 años. Estaba nervioso y me encantó la experiencia, fue chulísimo. Ha sido todo muy poco a poco.
–Los presentadores de veladas suelen hacer su trabajo con trajes un poco estridentes o extravagantes, ¿es ese el 'dress code'?
–No tiene por qué. Hay gente que le gusta y a otra no. Yo no me lo impuse en un primer momento. Quizá me lo permitió el hecho de presentar el kick-boxing. Ese lado más descarado. Sí creo que hay que tener ese sello único, pero no se trata de ser siempre protagonista. El público es el que te lo dice todo. Antes me daba vergüenza, pero ahora disfruto mucho de ellos. Creo que presentador se nace, pero también te vas haciendo, viendo a la gente y sacando lo mejor del público.
–¿Se siente reconocido?
–He notado, desde que presento MMA, que la gente me conoce por la calle. Me ha pasado en Madrid y en Tarragona. Gente con 20 años, los pelos de colores y pidiéndome fotos. Me preguntaron si era actor porque se pensaban que habían pedido a un tipo tipo Las Vegas o la mafia.
–El boxeo es un deporte de una belleza superlativa.
–Y muy agradecido. Te vas enamorando del boxeo porque tiene mucho magnetismo. Yo entré admirando historias personales. Igual que quién se siente atraído por los futbolistas o los toreros. La literatura y el cine ha ayudado mucho también, lo reconozco. Tengo fama de poner apodos a los boxeadores.
–¿Cuál es el mejor apodo que ha puesto a peleadores?
–Tengo una historia muy buena con Jennifer, una boxeadora granadina, que es muy buena. Le dije que le quería poner 'Boom boom', y ella me dijo que quería ser 'Bang bang', que lo otro sonaba a espectáculo americano. Me gusta llamar a los boxeadores por sus apodos. Si no, falta empaque. Un boxeador sin apodo está destinado al olvido. Samuel 'La Esencia', Michael 'El Tornado', Rony 'El Llanero' o 'El Potro de Vallecas'.
–¿Cómo surgen muchos de ellos?
–Por las cualidades del boxeador o su origen. Hay algunos impresionantes.
–¿Cuál ha sido su velada más especial?
–Estoy muy orgulloso, porque fue un combatazo, del de Jon Fer contra Samuel Molina en Carranque, por el título nacional del peso supreligero. Me encantó ver a Carranque tan volcada con el boxeo. Fue apasionante, con dos de los mejores boxeadores del país. El del título de Europa de Kerman Lejarraga, en Bilbao, que me llamaron con sólo cuatro días de antelación. Eso fue un reto. Y un WOW, en Madrid, en un Vistalegre y 7.500 personas. Me sentí superquerido.
–¿De esto se puede vivir?
–De los Pirineos para arriba, sí. En España, no.
–¿Tiene referentes?
–Por su manera de estar en el 'ring', Michael Buffer. Y me gusta también su hermano, Bruce Buffer, aunque hay gente que no lo traga. Yo creo que le ha dado un giro chulo a la UFC. De los 'speakers' mexicanos, por ejemplo, he copiado que digo 'pantaloncillos' cuando presento a los boxeadores.
–¿Cuántos trajes tiene?
–Más de dos y menos de diez. (Ríe). La cifra exacta no me la sé. Mis amigos de Blakcpier me están ayudando mucho en ese aspecto, es un buen sitio para hacerse trajes de verano y de invierno. Si pudiera, iría siempre en traje a todos lados. Que nunca se pierda la elegancia.
–También trabajó de docente y en los medios de comunicación.
–Me gusta transmitir y me gusta narrar. Ser profesor y ser locutor son trabajos que me han llenado muchísimo. Eran duros, pero me han hecho muy feliz. Yo he dado una 'maría' como Ética y los niños se acordaban de mí. Me gustó mucho dar esa asignatura. Estuve en Santa Rosa de Lima, los Jesuitas, Herrera Oria... Con los medios tengo un sabor agridulce. El día a día de la radio me ha preparado para futuros desastres o situaciones.
–¿Cómo era ese día a día?
–Empezaba el día de antes. Tenías que llegar con los periódicos leídos y los deberes hechos. Hice Deporte, hice Cultura... Me gustaba mucho. He hecho de todo y me tiraba a las calles con más poca vergüenza que nada.
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