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En el IFEMA, en el mismo recinto que ha hecho durante unas semanas de hospital y morgue en plena escalada de la pandemia mundial, José Daniel Martín Dockx (Mijas, 1974) disfrutaba no muchos meses atrás, en diciembre, con la montura de 'Manchego ... Arb', un pura raza española de 13 años con el que recibió muchas felicitaciones en la prueba con música en el marco del IFEMA Madrid Horse Week. El jinete que fuera doble diploma olímpico por equipos, en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016 (allí fue 34º a nivel individual), ha reordenado su vida a partir de la siempre traumática separación del caballo que más réditos le ha dado en su trayectoria, 'Grandioso'.
Ya con 20 años, este ejemplar hace de semental con la finca norteamericana (Hampton Green Farm) con la que el malagueño mantuvo desde 2014 una relación de exclusividad. "'Grandioso' supuso muchas cosas para mí, conseguir objetivos y metas que pensaba que no lograría. Yo estaba compitiendo a buen nivel nacional e internacional, pero nunca pensé en ir a dos Juegos Olímpicos, a Europeos o Mundiales. Físicamente, no era muy espectacular. Sin ser muy grande, en la pista se crecía y daba todo lo que tenía. Era muy seguro e iba comiendo puntos casi sin darte cuenta", lo describe ahora.
Pero a sus 45 años, Martín Dockx no se aparta de la competición de alto nivel. O al menos no lo pretende. Pocos conocen mejor al caballo de pura raza española que este malagueño de madre belga, que se impregnó de esta pasión gracias a su padre. Ahora fija sus metas en 'Manchego Arb'; en 'Vencedor JLE', un potro de cinco años de José Luis de la Escalera al que tiene clasificado para el Mundial de Caballos Jóvenes y, sobre todo, en 'Malagueño FSR', de seis años y de la Ganadería Francisco Santiago, con el que no descarta metas como una nueva clasificación olímpica, máxime cuando la cita de Tokio se aplazó a julio de 2021. "'Malagueño' está verde aún, pero pensamos que tiene mucha calidad. No ha debutado en un nivel de Gran Premio, pero lo tengo muy cerca de ello; me falta rematarlo y ver cómo va", se sincera ilusionado, pero también reconoce que no le quita el sueño ir a unos terceros Juegos: "Ya he ido dos veces y sé lo que es. Me encantaría una tercera o una cuarta, pero no es una obsesión. Las obsesiones son malas. Prefiero disfrutar de las cosas".
En todo caso, el equipo español se ganó la plaza olímpica en los Juegos Mundiales Ecuestres de 2018. El hecho de que lo lograran Severo Jurado, Beatriz Ferrer Salat, Juan Matute y Claudio Castilla no les otorga ya a ellos el billete. La clasificación es para los caballos, que tres años después podrían ser otros. Además, a diferencia de pruebas olímpicas anteriores, cada país dispondrá está vez sólo de tres binomios, no cuatro, en un concurso con tres pruebas y otra dinámica para otorgar las medallas individuales y por equipos. De momento, Martín Dockx tiene una buena relación con el seleccionador nacional, Rudolf Zeilinger, y estará a priori en la planificación de pruebas de alto nivel, a la espera de que se defina un calendario segado por la pandemia, pero que podría ser en 2021 similar al suspendido este año antes del verano.
Mientras tanto, el jinete malagueño no tiene tiempo de aburrirse. Además de montar a 'Manchego Arb' –del que dice que es "un caballo con mucha calidad, con movimientos de alto nivel y que ya fue a un Mundial de caballos jóvenes"–, propiedad de su esposa, la amazona catalana, Cristina Durán, se dedica en el día a día a entrenar equinos para la competición con propietarios o a formar jinetes. Lo hace en la exclusiva finca La Zambomba, de Mijas Costa, donde tiene alquilado una docena de 'boxes'. También ha sido elegido para coordinar el plan de desarrollo deportivo de caballos de pura raza española por la ANCCE, la asociación nacional específica.
En tanto deportista de alto nivel, las restricciones del confinamiento han alterado su rutina, aunque en las últimas fechas menos. "Nuestro día a día ha estado muy mermado. Tuvimos permiso para alimentar a los caballos en los días de más prohibiciones a la circulación, incluso moverlos a la cuerda, pero no montarlos. Los entrenamientos así quedan muy mermados", explica.
"Tampoco hemos podido recibir clientes –añade–. Luego, los concursos internacionales se han cancelado sin fecha. Nos hemos sentido afortunados de poder salir de casa todos los días, pero aunque parezca feo decirlo, porque ha habido gente peor, no hemos podido tener el entrenamiento habitual de un deportista. Ahora ya ha mejorado. Ya podemos trabajar con cierta normalidad y los clientes vienen en un horario restringido, siempre que sean federados".
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