María de Valdés: «Es un sueño hecho realidad; se lo dedico a mi padre, que falleció hace 3 meses»

Sin duda, alguien le empujó desde el cielo. «Estoy que no me lo creo, superemocionada. Se lo quiero dedicar a mi padre, que ha fallecido hace tres meses», valoró De Valdés antes de romper a llorar ante los medios españoles presentes en este Mundial de Doha. Y siguió dedicando este triunfo, el mayor logro de su vida: «A toda mi familia, que me está apoyando desde España, a mi entrenador, Jesús de la Fuente, que no ha podido estar aquí, y a todo el 'staff' de España, que me estaba apoyando en estas circunstancias».

Sólo tenía palabras de alegría la fuengiroleña, que no podía parar de llorar de felicidad: «Más no puedo pedir. Ahora tengo que creérmelo, porque todavía estoy en las nubes. Es un sueño hecho realidad». Y, aunque acarició el oro, que se quedó a sólo diez décimas (1:57:26.90 frente a los 1:27:26.80 de Sharon Van Rouwendaal), no pareció importarle habiendo cumplido ya con creces los objetivos que se planteaba. Sobre todo, teniendo en cuenta la complejidad de esta exigente prueba de 10 kilómetros. «Ha sido una carrera muy complicada, por la marea y as corrientes, pero he sabido llevarlo lo mejor posible y al final he intentado estar codo con codo con las mejores en cada vuelta, no quería que se me escapase, sabía que era la oportunidad que tenía y no la podía dejar escapar», declaró.

Cuestionada sobre cómo preparó esta prueba concreta, siguió explicando De Valdés: «Tenía en la cabeza que era una cabeza en la que se jugaban 13 plazas, así que quería estar siempre en el top-10 para que no se me escapase esa plaza. Estuve estudiando esta carrera para que no se me escapase la plaza y se hiciera realidad. Había que estar ahí en carrera, porque en el momento en que te descolgases no iba a haber manera de estar de nuevo arriba, así que esa ha sido la estrategia. Estoy muy contenta por todo esto».

Ahora sólo le queda disfrutar de lo conseguido: un histórico e inédito subcampeonato mundial y además, el ansiado billete olímpico que acarició en Tokio, cuando se quedó literalmente a las puertas. «Quería sacarme esa espina que tenía ya clavada desde hace bastante tiempo y he tenido que esperar 3 años para poder sacármela». Además, hubo doble alegría española en la prueba, porque la segunda nadadora nacional en liza, Ángela Martínez, que por cierto, se entrena en Inacua (Málaga), también consiguió plaza para París. «Me alegro muchísimo por mi compañera Ángela, también se lo merece. Hemos estado entrenando juntas en la concentración y es algo que se merecía la selección española».