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En los últimos años la nadadora fuengiroleña María de Valdés ha vivido inmersa en un carrusel de emociones. Ha pasado de la satisfacción de ser varias veces campeona de España, y en diferentes categorías, a la más absoluta desolación por quedarse a las puertas de ... los Juegos de Tokio 2021 tras muchos meses de trabajo y sufrimiento para cumplir el objetivo. Vivió el dolor de lesiones que la llevaron incluso a pasar por quirófano y, de nuevo, sintió la mayor de las alegrías cuando hizo historia, en 2022, al convertirse en la primera andaluza de la historia en conseguir una medalla internacional absoluta en aguas abiertas al proclamarse subcampeona de Europa de 5 kilómetros.
Aquel fue el año más fructífero de su trayectoria, mientras que el 2023 fue un curso más discreto en cuanto a resultados. Sí que subió al podio nacional una vez más, incluso se colgó alguna que otra medalla en mítines internacionales, pero también se quedó fuera del Mundial de aguas abiertas que repartía las primeras plazas olímpicas para París. Aun así, volvió a hacer de tripas corazón para afrontar 2024 con más fuerza que nunca, enfocada en cumplir al fin el sueño olímpico que acarició hace tres años.
Lo que no esperaba era que, en plena preparación para la que será su cita más importante del nuevo año, recibiera la noticia más triste de su vida. De Valdés, que vive desde hace siete años en Galicia para entrenarse en las instalaciones del Club Liceo (a las órdenes de Jeús de la Fuente), viajó a Málaga para estar más cerca de los suyos en un momento complicado, el más difícil que ha vivido nunca. Su padre, su mayor fan, quien la vio crecer y la impulsó en cada etapa de su vida, falleció a causa de un tumor el pasado noviembre. Como no podía ser de otra forma, esto supuso un 'shock' emocional para ella.
«Pasé unas semanas en las que no quería hablar con nadie. Pasó eso y justo tres días después me fui a Italia de concentración importante; no podía parar a nivel deportivo, pero yo seguía en 'shock' esos días y todavía me está costando, es un proceso que todavía tengo que asimilar», reconoce, aún emocionada más de un mes y medio después. Le consuela el hecho de que pudiera despedirse de él y acompañarle en sus últimos momentos, pero este duro varapalo, sin duda, marcará su vida. «Estas semanas me ha costado mucho el proceso. El entrenador, mi grupo de trabajo y la psicóloga me han ayudado mucho estos días, pero todas estas cuestiones personales también forman parte de tu vida deportiva y hay que aprender a superarlos. Eso sí, está siendo muy duro y más en un momento como éste, tan cerca del objetivo», relata a este periódico.
Sea como sea, él le guiará en cada paso. «Él es mi mayor motivación ahora. Una de las cosas por las que estoy luchando es por él. Le hacía mucha ilusión verme en los Juegos», cuenta, con la voz titubeante. Este domingo fue su último día en el CAR de Sierra Nevada, donde se mantuvo largas semanas entrenando junto al equipo nacional cara al gran reto que se le avecina: el Mundial de aguas abiertas de Doha (Catar) al que ha puesto rumbo hoy mismo. Más allá de la importancia de acudir a la mayor cita global de su disciplina, esta adquiere una relevancia todavía mayor.
Y es que la prueba otorgará las últimas trece plazas para acudir a París, o lo que es lo mismo, esta es la última oportunidad de la fuengiroleña de conseguir el billete olímpico en los 10 kilómetros, prueba en la que competirá el sábado. «Hay que aspirara al 'top-13', así que mi objetivo es estar arriba entre las mejores y pelear codo a codo con ellas», afirma. No se trata de ninguna posibilidad remota. En el último Mundial al que acudió fue décima (2022). A su favor juega su fortaleza mental esta vez, porque, agotada tras tanto varapalo, parte hacia Doha más tranquila que nunca.
Sencillamente, quiere confiar en su trabajo, no pagar por adelantado sus posibles frustraciones. «No estoy sintiendo ni recibiendo presión ninguna. Me he entrenado todo lo que tenía que entrenarme, todo lo que me ha permitido mi físico y mi capacidad mental. He hecho todo lo que he podido. Si sale, es porque tenía que salir ahora. Si no, no quiero meterme a mi misma la presión de que tengo que hacer esto». Y recalca: Quiero ir a disfrutar sabiendo que he entrenador mucho, porque claro que quiero conseguir el objetivo olímpico, que es el sueño que tengo desde pequeña», manifestó.
De conseguirlo sería, además, la primera malagueña en confirmar su presencia en los Juegos de París, dado que el resto de los posibles deportistas aún deben ganarse el billete o esperar a ser seleccionados por su Federación. Y, algo a tener en cuenta es que, aunque la nadadora está enfocada en los 10 kilómetros, aún guarda una última posibilidad de clasificación... en piscina,
Así lo explica la propia nadadora malagueña: «Ahora mismo estoy centrada en las aguas abiertas, pero no descarto la piscina, porque después de Doha, tenemos el Open de España en Sabadell y nadaré las pruebas de fondo (400 libre, 800 y 1.500). En ninguna competición me quiero meter presión a mi misma porque ahora tampoco estoy mentalmente para aguantar esa presión. Voy a ir a demostrar lo entrenado y si todo se alinea, saldrán los resultados que tienen que salir». Eso sí, aclara que tiene preferencia por la disciplina que encara esta semana y que tantos éxitos le han dado a nivel nacional e internacional en su carrera: «En aguas abiertas es donde mejor me desenvuelvo ahora mismo y donde más oportunidades tengo, aunque no quiero cerrarme la puerta de la piscina».
En 2021, la provincia de Málaga protagonizó todo un hito del deporte andaluz en los Juegos gracias a la joven Paula Ruiz, que se convirtió en la primera nadadora de aguas abiertas de nuestra comunidad en acudir a una cita olímpica. Lo hizo con sólo 22 años y alcanzando una meritoria decimosexta plaza en 10 kilómetros. Lo que nadie esperaba es que, tras lograr el sueño de su vida, decidiera retirarse del deporte de alto nivel, con 23 años.
Su amiga, paisana y a la vez rival en esta disciplina, con la que siempre lidiaba por las medallas de los grandes campeonatos, pasó a ser entonces la mejor baza española en esta disciplina. Hablamos de María de Valdés, cuya proyección y disicplina siempre han sido admirables tanto en las aguas abiertas como en las pruebas de piscina. La joven de 24 años, que logró la gesta de ser subcampeona de Europa de 5 kilómetros, luchará ahora por convertirse en la segunda nadadora de aguas abiertas que aporta tanto Málaga como Andalucía al olimpismo.
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