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Desde que empuñó su primera pala de pádel, con apenas 8 años, sabía que se dedicaría a este deporte… Eso sí, como jugador, algo que hizo durante 20 años hasta llegar a formar parte del selecto grupo de los 30 mejores jugadores del mundo. Sin ... embargo, hace menos de dos años decidió darle un giro de 180 grados a su vida. Nunca esperó recalar en un lugar así, pero no se arrepiente. En noviembre se cumplirán esos dos años desde que el torremolinense Ernesto Moreno pusiera rumbo a su actual hogar, a 5.000 kilómetros de Málaga.
Aterrizó en Kuwait, un pequeño país situado en el Golfo Pérsico, fronterizo con Irak y Arabia Saudí, de poco más de 4 millones de habitantes -de los cuales se estima de más del 60% son extranjeros- y cuyo principal motor económico es el petróleo. Un país con llamativos contrastes entre su milenaria historia, restos bélicos y enormes y modernos rascacielos, pero también, un estado en el que se está apostando mucho por el pádel desde hace años. Pero, ¿cómo comienza esta historia?
Ernesto, que este año cumple los 30, ha sido uno de los mejores jugadores de pádel malagueños de siempre. Ya desde sus inicios, destacó en la etapa de menores, ganando campeonatos de España junto a su paisano Álex Ruiz (ahora nº 15). Dio el salto al profesionalismo joven y escaló hasta el nº 25 del 'ranking' mundial antes de la pandemia. Sin embargo. Hubo un antes y un después en su carrera en 2020. Apenas un par de semanas de que se iniciara el confinamiento, durante la disputa del Master de Marbella de World Padel Tour, Moreno se vio obligado a retirarse de un torneo al sentir que su corazón no estaba funcionando correctamente. Aquel susto tuvo en vilo al mundo del pádel.
«Yo no lo sabía, pero después de jugar aquel partido, me hicieron un electrocardiograma y se ve que tenía una anomalía en el corazón, una fibrilación ventricular. Antes ya me había pasado alguna vez, pero el problema no se detecta hasta que te hacen el electro en el momento en que te pasa», relata el torremolinense. Aunque, siempre optimista y con su carácter bromista, quita hierro al asunto: «Me operé en plena pandemia, y desde entonces, todo genial, ni medicación ni nada. Fue un susto, para mí no era nuevo, porque ya me había pasado muchas veces, el problema es que el médico siempre me decía que era un tema psicológico. Pero ya dieron con la tecla».
Superado aquel problema de salud, retornó a la competición, pero poco a poco, se fue sintiendo fuera de lugar, hasta que, cuando dejó de sentirse parte de la élite, optó por colgar las zapatillas, en 2022. «Decidí retirarme porque mi nivel había bajado y me estaba sintiendo estancado, en cuanto vi que no me salía rentable, di un paso al lado», reconoce. Y añade: «No estaba a gusto conmigo mismo porque yo no estaba dando todo lo que podía dar y veía que el nivel subía mucho».
Decidió entonces centrarse exclusivamente en el trabajo, algo que ya hacía anteriormente, realizando viajes a Italia para ejercer de monitor allí, entre otras cosas. Su primera opción fue quedarse en Valencia (donde vivía con su ahora esposa), pero le llegó una oferta de Kuwait que no pudo rechazar. Ahora sí podría vivir económicamente de este deporte, aunque tuviera que estar lejos de los suyos. «En España, cualquier jugador de pádel puede trabajar, pero los salarios de allí no son los que puede conseguir en el extranjero. Allí todo esta muy masificado ya a nivel de pádel, por eso cada vez son más los que se van, eso sí, pagas el precio de estar fuera de tu casa», reconoce.
En este país árabe, Ernesto es el 'head coach' del club Play Padel Academy, un club 'indoor' en el que dirige, gestiona la escuela, imparte clases… Y por ahora, la experiencia está siendo muy satisfactoria. «Se está bien aquí, la gente es 'enrollada' y está creciendo mucho el pádel aquí; es de los países más abiertos del Golfo, aquí pueden jugar chicos y chicas juntos, por ejemplo. La vida es mucho más cara que en España, por hacerte a la idea, una clase privada de pádel vale entre 120 y 150 euros. Pero hay una cosa muy buena, y es que no hay impuestos», explica sobre algunas curiosidades del país.
Tal fue la impresión que causó el malagueño allí que además de darle confianza y todas las prestaciones, le han nombrado seleccionador del recién creado combinado nacional de Kuwait. «Debutamos en el Campeonato Árabe y quedamos segundos, que está muy bien, perdimos la final contra Egipto. Este año, el objetivo es clasificarnos para el Mundial», explica. Lleva un grupo de chicos trabajadores y muy aficionados a este deporte, que veneran, como cualquier otro aficionado, a los iconos del pádel actual, incluso también a malagueños como Álex Ruiz o Momo González, y su nivel está creciendo bastante. «Equiparando el nivel, podría equipararse a una Primera Categoría en Málaga, está bastante bien, pero no se puede equiparar con los profesionales», cuenta.
Volver a España no está ahora mismo entre sus planes: tiene en mente progresar junto a la selección kuwaití, expandir la marca de palas que ha creado (Moma Padel), y sorprendentemente, volver a la competición. «El año que viene me he propuesto jugar bastantes más torneos para subir puestos en el 'ranking' y meterme un poco más en el mundillo de la competición, porque se echa de menos».
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