Nacho Carmona
Málaga
Domingo, 9 de julio 2023, 00:50
Llevan sólo dos años y medio tirando con arco y a la vuelta de la esquina ya les esperaba el Mundial juvenil. Los malagueños Eduardo Lanzas (Arco Club Malaka, 2007) y Miriam Arenas (Arqueros de Málaga, 2006) pertenecen a clubes diferentes, pero el ecosistema de ... la disciplina local actúa como una única unidad. Como una gran familia, sin importar lo más mínimo el escudo y el nombre que lleven serigrafiado en el pecho.
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La prueba se celebrará en la ciudad irlandesa de Limerick desde este lunes hasta el domingo. Lanzas afronta con ella su primera experiencia compitiendo a nivel internacional, en la modalidad olímpica de arco recurvo. Arenas, que ya sabe lo que es medirse con deportistas de otros países y edades, compite en la de arco compuesto, modalidad en proceso de ser olímpica cara a Los Ángeles 2028 y con un arco que exige más esfuerzo para tensarlo. Allí están congregadas las mejores selecciones del mundo en las categorías infantil (sub-15), cadete (sub-18) y júnior (sub-21).
Su éxito es uno de los frutos del duro y arduo trabajo de los 'biólogos' de la disciplina en estos últimos cinco años, centrados en la tarea de hacer y crear cantera. Detrás del momento dulce que viven estos dos deportistas hay un nombre. Una especie de mentor espiritual que les ayuda a mantenerse en forma física y mentalmente. Él es Alberto Robles, un Guardia Civil jubilado que se enamoró del tiro con arco hace siete años. Entregado en cuerpo y alma a este deporte y volcado en conseguir más visibilidad y recursos, es ahora el presidente del Arco Club Malaka y uno de los apoyos más importante de estas dos promesas: «Yo lo que busco es que ellos tengan la mayor facilidad para tirar aquí y que tengan los parapetos y las instalaciones en condiciones».
Fundamental en la preparación psicológica de los más jóvenes, reveló algunas de las claves. «En tiro con arco sólo importa la flecha que lanzas. La que ya has tirado y la que vas a tirar no sirven de nada», apunta, ejerciendo de voz experimental. «El físico es importante, pero el 70% está en la cabeza. El trabajo mental que hay detrás de estos dos chicos es brutal», desvela.
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Justo al lado de la antigua ciudad deportiva del Málaga, a escasos metros de la rotonda de El Viso, en el Boulevard Louis Pasteur y a través de un carril de tierra, se erige el campo de la Federación Andaluza de tiro con arco. Allí, un sol de verano que acaricia a los arqueros mientras se ejercitan. Entre ellos se encontraban Lanzas y Arenas, incapaces de pasar inadvertidos ataviados con la camiseta de la selección española, que además resultan identificativas por llevar sus apellidos en la espalda. Interrumpieron sus entrenamientos por poco menos de una hora para hablar y reflexionar, largo y tendido, de la experiencia que afrontan estos días y también para contar su historia. Son dos de los diez arqueros que representan a España en la cita, el campeonato de categorías inferiores más importante del mundo en la disciplina.
La presencia de hasta dos malagueños en un Mundial es un hito sin precedentes en el tiro con arco local. Como en la vida misma, todo éxito va de la mano de un talón de Aquiles. Miriam Arenas, en edad cadete pero que ya ha debutado en categoría sénior, reconoce sentirse atenazada por su inseguridad, cosa que parece no frenarle cuando se dispone a disparar con su arco.
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El camino de Arenas hacia el Mundial ha sido diferente al de su compañero. Ella consiguió la clasificación a través de sus puntuaciones con el equipo sénior, computables y convalidables también para la categoría cadete. Lanzas, sin embargo, ha tenido que enfrentarse a un camino algo más largo. Tras ser uno de los ocho mejores de la Liga Nacional, logro que le sirvió entrar en la carrera por estar en el Mundial, tuvo que acudir a Madrid para jugarse, a sesenta metros de la diana, su clasificación mediante tiros clasificatorios y flechas de desempate.
Eduardo Lanzas
Los procesos varían. «La clasificación al Mundial se realiza por puntos, aunque el tercer miembro del equipo sí puede ser seleccionado por el comité olímpico», cuenta Arenas, que ve favoritas a las selecciones de India, Estos Unidos y Colombia. Lanzas, sin embargo, destacó a Estados Unidos, Corea y Francia.
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«En esto, un día te pilla bueno y al otro te pilla malo. Un día no das una y al siguiente superas tu mejor marca», explicó el más joven de los dos cuando fue preguntado por sus sensaciones cara al Mundial. Arenas, que ya se quitó el gusanillo de competir de la mano de la absoluta, cree que lo que queda es «disfrutar».
La arquera acumula a sus 17 años de edad otras tantas medallas en distintos campeonatos (seis de oro, ocho de plata y tres de bronce), dos récords de Andalucía y otros dos de España. Lanzas, por su parte, dos medallas de oro y otras tantas de bronce, un récord de España y otro de Andalucía. Además, se proclamó campeón de tiro con arco en sala en enero en Vícar (Almería) y también de la Liga Nacional de la categoría cadete en la modalidad de arco recurvo, en la que es especialista.
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Existen arcos de muchos tipos. Los hay tradicionales y de competición. En este segundo grupo destacan dos, el recurvo y el compuesto. En España, el de tipo recurvo es el considerado «más didáctico», por ser «el más completo a nivel técnico y postural». Con él aprendieron ambos antes de tener que decantarse por un tipo u otro. Además, la distancia de tiro varía: 80 metros en sénior, 60 en cadete y 40 en infantil.
Sus logros y éxitos deportivos opacan, en ocasiones, su condición de adolescentes. El hecho de encarar una competición del calibre del Mundial juvenil puede hacer pensar que llevan toda la vida ligados al tiro con arco. Y nada más lejos de la realidad.
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«Mi hermano pequeño empezó y me trajeron un día, pero hasta después del confinamiento no volví. Un día probé y me gustó, me enganché y empecé a entrenar», cuenta Miriam Arenas. Eduardo Lanzas empezó casi a la vez, aunque su historia dista un poco de la de su compañera: «Quise apuntarme con 12 años, pero mi madre no me dejaba. Cuando pasó la cuarentena y nos dejaron salir a dar un paseo, vimos, paseando con las bicis, que aquí estaba el campo de tiro. Conocimos a Alberto (Robles) y nos explicó cómo iba la cosa». El resto es historia.
Lanzas, que acaba de terminar 4º de ESO en el IES Torre Atalaya, piensa en estudiar Ingeniería Aeroespacial. Arenas, de Maristas, apunta a Medicina o Fisioterapia, Grados a los que podría entrar por otra vía gracias a la práctica del deporte de alto rendimiento.
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