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¿Y si nos enfrentásemos al mundo sin miedo o sin la inseguridad de depender de lo que piensen los demás? ¿Y si, en realidad, ... no conociésemos ese miedo? ¿Y si no nos autosaboteásemos a nosotros mismos creyendo que nuestras limitaciones son superiores a nuestras aptitudes? ¿Cómo sería la vida entonces? Javier Labrador no tiene ningún problema en explicar que tiene una discapacidad, pero si le preguntan, realmente no piensa que sea así. Él no concibe una forma distinta de enfrentarse a su día a día que no sea dando lo mejor de sí mismo, y esto hace que no se sienta inferior al resto, simplemente, es distinto.
Javier tiene 23 años y presenta un 47% de discapacidad por su Trastorno del Espectro Autista (TEA), pero eso no lo define. Sí lo hacen las decenas de medallas que acumula en su casa desde que comenzó a nadar con 12 años. Este joven marbellí, que nada tanto en estilo libre como braza y espalda, ya sabe lo que es proclamarse en numerosas ocasiones campeón de España, de Europa y hasta del mundo. Además, ostenta múltiples récords nacionales y ha recibido galardones tanto por parte de la Federación Española de natación como por parte de la Junta de Andalucía, que lo reconoció como Mejor Deportista con Discapacidad en sus Premios Andalucía de los Deportes de 2022.
«No diría que tengo una discapacidad, creo que soy diferente. En realidad, todos somos diferentes, cada persona es un mundo y no tenemos que ser todos lo mismo. Una persona no tiene que ser limitada, simplemente tenemos que cuidarlo, quererlo, así de fácil podremos ver que llega muy lejos», clama. A día de hoy, es un joven bastante autosuficiente, con fe en sí mismo y capaz de iniciar conversaciones con otras personas y realizar todo tipo de tareas. A su ritmo, eso sí, pero es el perfecto ejemplo de lo que años de buen trabajo con un TEA puede lograr. Y además, de lo que sentirse integrado en un deporte puede impulsar.
El marbellí reconoce que antes no encajaba en cualquier sitio y, por su condición, le costaba más expresarse o relacionarse con la gente. Sin embargo, encontrar su sitio en el agua le ha dado alas. «Aparte de darme una mentalidad más abierta, me ha dado muchas más ventajas para hacer más amigos de lo habitual. A mí me costaba un poco relacionarme, a alguien con una discapacidad como la mía, le cuesta hacer amigos. No es imposible pero el camino no es fácil», reconoce. «En un principio, sentía que era el que más le costaba, pero seguí insistiendo», añade, sobre sus primeros días en natación.
Y es que la persistencia es una de sus mayores armas. Sólo a base de trabajo podría lograr todo lo que está consiguiendo… Y lo que le queda por conseguir, porque ahora que ya lo ha ganado casi todo, en la categoría de natación adaptada S14 (para discapacitados intelectuales), está más enfocado que nunca en su sueño como deportista: Los Juegos. Llegó a estar preseleccionado para Tokio 2020 y París 2024, y puede que a la tercera sea la vencida. «Estoy intentando entrar en los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles y para eso tengo que entrenar como si no hubiera un mañana. La idea es conseguir las mínimas, son muy complicadas, pero me quedé a nada, a segundos, de entrar en Tokio y en París. Sería mi sueño así que voy a intentar llegar lo más alto que pueda», asegura Javier.
Y lo que también le impulsa en este proceso es su modo de entrenarse, exactamente el mismo que tantos otros nadadores del club. «Se entrena con el resto de nadadores del grupo y por lo general no hay diferencias a la hora de entrenar, a lo mejor me paro un poco más para explicarle las cosas, pero lo va cogiendo. Y si se le olvida algo, los compañeros se lo recuerdan. Eso le encanta y le ayuda a crecer», asegura su entrenadora del Kronos Mijas, Ximena Varón, club que defiende desde hace tres años y con el que también compite contra chicos sin discapacidad.
Dejar a un lado las limitaciones y competir consigo mismo por mejorar cada día le ha abierto infinidad de puertas y, además, también le ha ayudado a la hora de afrontar otros retos personales, como dar charlas de motivación contando su experiencia, sacarse la ESO y una formación básica de Administración, buscar trabajo o soñar con un futuro en el que pueda enseñar a los deportistas del mañana a través de su historia. «En el futuro me gustaría ser entrenador, profesor… En general, algo relacionado con el deporte, que ha sido lo que me ha llevado hasta aquí», relata. Le preguntamos a Javier qué mensaje mandaría a los chicos con una condición como la suya, que aún no hayan encontrado su sitio como sí lo ha hecho él. Y, sin pararse a pensarlo un segundo, ya tiene la respuesta: «El primer paso es dar ese gran salto de fe, intentarlo, seguir intentándolo y luchar por ello. Tenéis que decirle a vuestros padres: 'Quiero dedicarme a esto'. Así que, ¡a por todas!».
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