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marina rivas
Lunes, 15 de junio 2020, 00:19
Es contradictorio que se califique al yudo de deporte minoritario cuando es la sexta disciplina con más licencias de España (según el informe de 2019 del Consejo Superior de Deportes), con más de 108.000 federados. En el caso de Andalucía, es la cuarta ... comunidad (supera los 7.000), sólo por detrás de Madrid (más de 30.000 licencias), Cataluña y Galicia. Sin embargo, pese a ser un gran colectivo, sigue a la sombra de los grandes, persiguiendo algo parecido al profesionalismo, reducido a selectos grupos de entrenamiento en España. Por ello, los últimos malagueños que han despuntado en esta disciplina se han visto obligados a marcharse fuera de la provincia y de la Comunidad para perseguir su sueño.
Lejos quedan aquellos tiempos en los que Paco Rodríguez, el primer andaluz olímpico en yudo (Los Ángeles, 1984) podía aspirar a lo más alto sin salir de casa. Aunque, como recuerda, él tampoco vivió de esto. «Nunca he vivido del yudo. En mi época no había becas y ahora mismo no ha cambiado mucho la situación. El yudo en España es un deporte 'amateur'». Explica que la realidad de este deporte en Málaga es que hay muy buen trabajo de base, pero una vez llega la categoría júnior es difícil mantener a los deportistas. «Esto requiere muchas horas, coger experiencia participando en citas internacionales… Es un deporte costoso y no tenemos prácticamente ayudas económicas. Además, hoy en día es mucho más complicado destacar que en mi época, porque hay una competencia enorme».
Ahora Rodríguez es director técnico de la Federación Andaluza, técnico en mantenimiento en Carranque y entrenador. Nunca dejó de trabajar; por ejemplo, con la tricampeona paralímpica Carmen Herrera. Ella también se marchó becada a la Residencia Blume de Madrid, en 2010. Y es lo que, a día de hoy, los técnicos de la provincia aconsejan ante la falta de oportunidades aquí. «Viene un grupo muy apañado de categoría infantil y cadete, pero en séniors han salido muy poquitos porque los que destacan se están yendo fuera a entrenarse, buscando centros de alto rendimiento o de tecnificación porque las facilidades que les dan allí no se las podemos dar aquí. Los que se van fuera son los que realmente destacan», afirma el seleccionador andaluz y entrenador del Club de la UMA, Juanma Prados. Sabe perfectamente de lo que habla. Porque una de las grandes referencias de los últimos años y todavía de la actualidad salió de su escuela y se marchó becada al CAR de la capital: Cristina Casas, de 28 años.«En mis siete años en la Blume, entrenando con el campeón olímpico Héctor Rodríguez, logré los mejores resultados de mi vida», asegura. Destacó como júnior, con cuatro títulos de campeona de España, un bronce europeo y otro mundial, y como sénior (-48 kilos) sigue en la lucha por los podios nacionales e internacionales desde Madrid. Además, en los últimos años se ha convertido en una referencia en otro arte marcial: la lucha sambo, en la que es la campeona de España, segunda de Europa y tercera del mundo.
Completa y exclusivamente centrada en el yudo –además con vistas a luchar por el sueño olímpico– está la también malagueña Patricia Robles, de 24 años y becada en el CAR de Valencia desde hace seis. Es la mejor promesa de la provincia en la actualidad. «Aunque es verdad que el yudo malagueño a nivel sénior se estancó un poquito, ahora se está viviendo un resurgir. Ejemplo de ello, además de nuestra abanderada Carmen Herrera, están Casas y Robles, dos de los mejores historiales deportivos de yudocas de nuestra provincia», afirma Miguel Ángel Arias, uno de los grandes nombres de referencia en el yudo local. El malagueño, que fue campeón de España sénior y continúa formando a las nuevas generaciones en el colegio británico Saint George y el Colegio Maravillas, es miembro de la Unión Europea de Yudo, con la que trabaja, entre otras cuestiones, por trasladar la celebración de grandes citas a la provincia.
Quizá el mayor talento que ha conseguido labrar como maestro fue Robles (con licencia valenciana), entrenándose a las órdenes de tres olímpicos: Sugoi Uriarte y Laura Gómez y Julia Figueroa. Entre sus mayores méritos, además de casi una decena de medallas en pruebas internacionales, actualmente es bronce nacional sénior (-63 kilos). «Quiero intentar ser olímpica en 2024. Ahora mismo hay dos españolas en mi categoría que tienen más experiencia que yo. A Tokio voy a intentar ir pero de otra forma, invitada como 'uke' con una compañera de Puerto Rico, para ayudarla en los calentamientos y la preparación», asegura.
Mientras unas sueñan en grande, el tercer talento más destacado de la provincia a nivel sénior en este momento, Pedro Pablo González, ya se plantea una nueva vida alejada de la alta competición. Sus motivos son los mismos que los de tantos otros que desisten del deporte por no contar con apoyos económicos. Así lo relata el yudoca de 26 años, campeón de España sénior en 2016 (-90 kilos), internacional, pupilo de Paco Rodríguez y que, años atrás, también se trasladó a Madrid. «De pequeño me entrenaba con un grupo mayor, porque estaba solo en mi edad. Cuando estos se retiraron, no tenía a nadie y la selección me ayudó para ir a Madrid y que no me estancara en Málaga», recuerda. Ahora sigue entrenando, aunque sus metas no van más allá de lo nacional. Explica el porqué: «No quería que me pasara como otros deportistas que acaban su carrera deportiva y no tienen de qué vivir. He sido campeón de España y nunca he recibido un euro. Estoy contento con lo que he logrado, he llegado hasta donde he podido, pero ahora toca cambiar de camino».
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