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Corría el año 1988 y la capital de la Costa del Sol vivía una época dorada a nivel deportivo, con Juanito jugando en el Club Deportivo Málaga en Primera y el Maristas y el Caja de Ronda compartiendo escenario en la ACB. No parecía haber ... espacio para un deporte desconocido para la gran mayoría: el pádel. Pero hubo un hombre que se tiró a la piscina para demostrar que sí que podía hacerse hueco en la sociedad malagueña. Hablamos de Fabián Gelibter, la persona que comenzó a transformar por completo el mundo del pádel en la capital costasoleña.
Llegó a Málaga en 1988 junto a su familia en busca de una vida mejor, asfixiado por la inflación y el declive económico de su país natal, Argentina. Licenciado en Educación Física en Buenos Aires, ejercía tanto como profesor como preparador de jugadores de tenis y, aunque reconoce que en aquellos años el pádel ya empezaba a despuntar en su país natal, nunca llegó a involucrarse en este. Fue a su llegada a España cuando, casualidades del destino, se metió de lleno en el mundo de las palas. Eso sí, no era su intención inicial. Cuando recaló aquí, su primer trabajo fue en el Limonar, en lo que antes se conocía como Squash Málaga y pasó a ser El Mayorazgo. Ahí debutó como preparador físico de un equipo de squash a la par que daba clases de gimnasia.
La historia comenzó después: «Conocí a unas señoras que tenían unas amigas en Marbella que sí que jugaban ya al pádel. Entonces me dijeron si podía enseñarles a jugar. Me compré una pala de madera y un saco de bolas y con eso empecé a dar clases», reconoce Gelibter, algo que hizo de manera completamente autodidacta y empleando inicialmente sus conocimientos de tenis. «El pádel era totalmente desconocido aquí», apunta. Poco a poco se fue despertando en él la pasión por este deporte, hasta el punto de que fundó el primer club de pádel de Málaga capital, el Club Miraflores, en abril de 1993, que levantó sobre unas instalaciones abandonadas.
«Vendí mi casa de Argentina para traerme el dinero y reformar el club por completo. Fue el primero de la ciudad», apunta. Empezó a dar clases, organizar torneos y 'pools', también fue el primero en instalar el césped sintético en las pistas… Y fue precisamente en su club cuando conoció a una joven de ojos azules y un tremendo talento. La misma que hoy se ha convertido en la número tres del mundo: Bea González. «Ella empezó con unos 8 años. Vivía frente a mi club. La entrené los tres primeros años. Se le veía un talento tan grande… Venía siempre con muchas ganas a entrenarse. El primer campeonato de España al que fue, ganó», recuerda.
Curiosamente, pese al desconocimiento de este deporte, el club no tardó en arrancar. «En aquel momento mi clientela era de lo más selecto económica y socialmente de Málaga. Entonces era un deporte de 'pijos' en aquella época», reconoce Gelibter. La imagen del expresidente José María Aznar jugando al pádel contribuyó a impulsarlo.
Pero su camino no se quedó ahí, en 1995. Fabián trajo a Málaga el primer curso de formación de entrenadores, y además se convirtió en árbitro en 1998, siendo él el decimotercero de España en conseguir la licencia, También creó una empresa, ProSport, que organizaba circuitos de adultos y menores por Andalucía y, cuando cerró su etapa en Miraflores, fundó otro club, en Rincón de la Victoria. Pero le dio otro giro a su vida, esta vez en un ámbito diferente: los seguros. Es un oficio que compagina hoy con el pádel. Y es que, desde hace cuatro años, Gelibter recorre el mundo realizando cursos de formación de pádel (de entrenadores, jugadores o árbitros) en países que quieren comenzar a desarrollarse en este deporte.
Han reclamado sus servicios en Suecia, Finlandia, Portugal, Dinamarca, Holanda, Georgia, Croacia, Israel, China, incluso le han llamado para ir al Congo y Filipinas. Ha vivido absolutamente de todo, pero no esperaba que, a sus 63 años, decidieran nombrarle seleccionador nacional de Turquía, algo que se forjó en su reciente visita a Anatolia, cuando acudió a realizar unos cursos. «Me encanta porque empezamos a trabajar desde los cimientos,me parecen muy ilusionantes, estamos creando toda la federación y además, vamos a ir con el equipo masculino al Preeuropeo de Oslo (en junio)». Y detalla sobre su experiencia: «Turquía es un país espectacular y la gente es muy hospitalaria. Por ahora, hemos creado una selección con los jugadores que tenían visado para el espacio Schengen y diría que tienen nivel como de la tercera alta de aquí, pero tienen muchísima ambición por aprender y crecer».
Está viviendo un sueño, contribuyendo a expandir el deporte de su vida por el mundo en un momento de pleno crecimiento: «Lamento tener 63 años. Me voy a quedar con las ganas de ver esta expansión», se sincera, pero se consuela cuando echa la vista atrás y ve que ha formado parte de la historia del pádel provincial: «Málaga es pionera mundial del pádel, el 'boom' grande se vivió entre el 2000-2005, creció muchísimo y luego vivió un momento de bajón coincidiendo con la crisis, cerraron clubes… Hubo una sobreoferta, pero luego repuntó de nuevo con la pandemia y ahora se ha estabilizado», relata. «El pádel está condenado al éxito, a todo el mundo le gusta jugar al pádel, es el deporte de mayor crecimiento en el mundo actualmente», concluye.
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