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marina rivas
Jueves, 5 de julio 2018, 00:40
No hay mejor forma de enseñar que a través de lo que uno ya ha vivido. Han pasado ya 13 años desde que el exjugador de balonmano malagueño más laureado, Antonio Carlos Ortega, levantara su sexta Champions (2005), una cifra que sólo superan 3 ... jugadores en todo el mundo (con 7 copas), todos ellos excompañeros suyos del Barcelona de mediados de los 90. El mejor equipo que ha vivido este deporte en nuestro país, el llamado 'Dream Team'. Ya retirado y como entrenador, Ortega aprendió a ver esta competición, la máxima a nivel continental, desde la visión más técnica, llevando hasta en dos ocasiones al Veszprem húngaro a la 'final four' de la competición (2014 y 2015). Sin embargo, tras una mala racha del Kolding danés, el malagueño vuelve a sonreír, vuelve a jugar en Europa. Esta vez con el Hannover de la Bundesliga alemana, y en la EHF Cup, la segunda competición europea.
Lo cierto es que, a primera vista, puede parecer que a nivel de calidad ha dado un paso atrás al quedar relegado a un equipo que disputará la segunda categoría continental. Sin embargo, no todos saben que, gracias a Ortega, este modesto club alemán logró vivir al cierre del pasado curso la mejor temporada de su historia. «Hemos batido muchos récords: el de imbatibilidad en casa, récord de partidos sin perder (15 encuentros), récords de puntos (47) y hemos estado muchísimo tiempo estando entre los primeros puestos y también conseguimos llegar a Europa, que en la historia del club sólo se había logrado una vez», argumenta el entrenador. Una única ocasión, en la temporada 2013-14, y en la que el equipo no logró pasar a las fases finales. Y no sólo batió esos récords, sino que también igualó la mejor posición del equipo (6º) en sus 9 años en la Primera División de esta exigente liga. «Esta es la mejor liga del mundo», señala el malagueño a este periódico.
Desde que acabara su temporada en junio, Ortega volvió a Málaga para reunirse con su familia, y después pasó por el País Vasco y ahora Santander, de donde procede su mujer. Una ruta por España antes de volver a marchar a tierras germanas la semana que viene. «Durante el año no salgo del trabajo, necesitaba este descanso porque ahora nos enfrentamos a una larga temporada con 58-60 partidos, si llegamos a la final de la EHF Cup», comenta, ya con gran optimismo. La misma sensación que ha sabido transmitir a sus jugadores en solo un año al frente de este banquillo, que encontró prácticamente roto a su llegada. «Me encontré con un equipo cabizbajo de moral, mucha gente me preguntaba cómo iba a cambiar eso… Lo que hice fue, junto a Iker Romero (su ayudante, también exjugador del Barça), hablar con cada jugador de forma individual y explicarles cuál iba a ser su misión», comenta. Tras aquella primera toma de contacto de Ortega con el equipo ya se empezaron a ver los cambios: «El primer partido oficial fue de Copa, que en el descanso perdíamos de cinco, veía sus caras y parecía que estaban reviviendo la temporada pasada, pero en el segundo tiempo le dimos la vuelta y ganamos. Nunca antes habían llegado a la 'final four' de Copa Alemana», rememora el entrenador.
Una personalidad forjada con trazos de sus extrenadores, entre los que él mismo destaca a Paco Fernández, del Maristas, y Valero Rivera, del Barcelona. «Creo que soy duro cuando tengo que serlo, pero no puedo olvidar que detrás de cada jugador hay una persona con familia», asegura. Familia como la suya, de la que no se separa ni un instante tras seis años en los que Ortega lleva viajando por los banquillos europeos. Su misma pasión por este deporte es la que han heredado tres de sus cuatro hijos. «El mayor ya tiene 15 años y el próximo cambio puede ser más complicado para él por la adolescencia... Pero estamos muy unidos y creo que irá bien. Todos se han adaptado bien a Alemania. Los tres juegan al balonmano, en la cantera del equipo y la niña, la más pequeña, juega al hockey», relata.
Respecto a sus hijos, el malagueño añade:«Para mí, lo importante es que siempre hagan deporte y que les aporte esos valores que te hacen crecer como persona, sobre todo en los deportes de equipo, eso es fundamental», considera el malagueño, que deberá separarse unos días de su familia para partir antes a Alemania para comenzar los entrenamientos.
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