Boris Heredia y Samuel Molina, en el gimnasio de Saga Heredia. Salvador Salas
Boxeo

En la esquina de 'La Esencia' Molina

Boris Heredia, entrenador, mentor y padre deportivo del chico de oro del boxeo malagueño, reivindica la importancia de la mente y del equipo durante los combates

Domingo, 9 de febrero 2025, 00:12

Con los ojos brillantes y un evidente semblante de orgullo, Boris Heredia afirma que en la figura de Samuel Molina ha encontrado la perfección humana y pugilística: «Ha superado con creces todo lo que yo quería conseguir en un gran deportista». Su mentor, entrenador y, ... sobre todo, padre deportivo se sienta a conversar de forma dilatada a poco más de una semana del próximo gran combate de su discípulo de oro, ante el silencio imponente de un Martín Carpena entonces reservado para su equipo. En pos de romper con el estigma, comenzó hablando (y dejando claro) de la responsabilidad que tienen sus boxeadores, no sólo dentro del 'ring', sino también fuera. «Este deporte es nobleza y disciplina», expresa. A Heredia lo apodan 'El Maestro' porque se dedica en cuerpo y alma a la didáctica del noble arte. Primero compitió y luego se pasó a la enseñanza, aunque durante un tiempo combinó ambos mundos, siempre poniéndole amor y corazón a su trabajo. «Lo bueno y lo malo siempre se ha reflejado en mis deportistas», introduce.

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Visceral, apasionado, formado y motivado por su trabajo, Boris Heredia reivindica la importancia de una buena esquina en los combates. «Es el 50%», dice. Entre asalto y asalto tiene apenas un minuto para mantener tensos y enchufados a sus boxeadores. Sabe perfectamente qué decir y a qué apelar. Qué botón pulsar. Qué fibra tocar. A veces, confiesa, no se reconoce cuando se ve en fotos o vídeos durante los combates de lo que es capaz de meterse en su papel. Es un auténtico todoterreno y una bomba de energía debajo del cuadrilátero. Y su fórmula, a la vista está, funciona.

Hace doce años que su alumno de oro entró por la puerta del gimnasio de Saga Heredia. «Lo recuerdo llegando con su bicicleta. Venía a entrenarse, a escucharnos y a aprender de los demás. Ya había algunos que eran profesionales y tenían un nivel, pero él quería llegar a ser mucho más que los demás. Era una meta de largo alcance para él. Cada día quería subir de nivel y crecer… Ser un gran campeón», recuerda con una sonrisa. Explica, el club de boxeo es una especie de templo donde se respira espiritualidad y todo se iguala. Donde nadie es más que nadie. «La cura de humildad es más grande en el gimnasio que en la calle. Ellos, cuando llegan allí, se dan cuenta de que son uno más. No sienten que puedan apoderarse del lugar o la gente. Nosotros no medimos a las personas por los puños, sino por quiénes son». Allí, los 'gallitos' de la calle encuentran disciplina y valores.

Como maestro y mentor de púgiles, reivindicó el aspecto mental sobre el físico. «Para mí es el 85 o el 90 por ciento de un combate», introduce. Reconoce que a su cargo ha tenido a grandes deportistas que no han llegado más allá por su mala cabeza. «He tenido campeones de España que han acabado en las calles y mal», lamenta, a la vez que reivindica el trabajo diario y la figura del psicólogo en el deporte y en la vida. «Las cosas malas van vestidas de cosas buenas. Hablo mucho con los deportistas cuando veo que están mal para que se llenen de energía positiva», agrega.

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La voz de la experiencia

Uno de los platos fuertes de la charla llegó cuando se refirió a los castigos excesivos que, en ocasiones, sufren los boxeadores, y a las consecuencias físicas y psíquicas que pueden acarrear en el futuro. «Cuanto más te cuidas, más larga será tu carrera. Es importante que te cuiden, te lleven y que hagas bien los 'sparring'». El arte del boxeo, asegura, trata de pegar y que no te peguen. Para eso mismo prepara Heredia a sus deportistas. Como si de un padre se tratara, porque en el fondo es algo parecido para sus deportistas, trata de que sus púgiles no repitan los errores que él cometió cuando peleaba por pura inexperiencia. «Me he comido manos innecesarias porque no he tenido a nadie que me pare los pies». El Boris boxeador ha recibido golpes que el Boris maestro no hubiera permitido con sus pupilos.

Es el faro y el referente de decenas de boxeadores. Su mentor. Y, reconoce, también tiene sus días malos. Se lo puede permitir porque, asegura, eso no afecta a su trabajo y a su conexión con los púgiles. «No sé ser psicólogo para mí mismo, pero sí los entiendo muy bien a ellos». En multitud de ocasiones, reconoce, han sido sus propios pupilos quienes le han salvado la vida: «Soy lo que soy gracias a ellos. Ellos han sido los que me han hecho ver el camino. Cuando he tenido mis baches y mis obstáculos me han hecho ver que mi trabajo, sin ser fácil, lo era». De una familia de púgiles (Boris es el quinto de la dinastía) reconoce que intenta que su familia esté orgullosa de lo que hoy por hoy están consiguiendo él y su hermano gemelo, Alejandro, promotor de Saga Heredia y también manager de Molina.

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