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Los días pasan, pero los densos nubarrones permanecen estancados. La espera es tensa, como no podía ser de otra forma, para el karateca Damián Quintero, en una situación que debiera ser ilusionante, pero que en realidad induce a la ansiedad. «Hay días que uno ... se raya más escuchando las noticias, como sigue esto sin avanzar, y hay otros que estás más positivo para entrenarte, mejorar tus armas. Hay que esperar a que llegue el momento- No podemos hacer otra cosa, pero, y no voy a mentir, tuve una semanita bastante dura por esa ansiedad», se confiesa Damián Quintero.
No es fácil. Ser el líder mundial de los tres 'rankings' en katas, que el COI introdujera el kárate en el programa para los Juegos de Tokio y que la cita, aplazada a julio de 2021, siga en el disparadero. Y es que el torremolinense Quintero, junto a su compañera Sandra Sánchez, son las opciones de medalla más factibles en las quinielas que hacen los dirigentes del olimpismo español, pero a día de hoy el kárate continúa sin una gran competición internacional confirmada en el calendario. De momento, lo más cercano para la Federación Internacional (WKF) es la cita de la Premier League de Lisboa, del 19 al 21 de febrero.
Quintero compitió por última vez en Salzburgo a principios de marzo, justo antes del confinamiento, que le llevó a ejercitarse en el sótano de su casa en un espacio de unos quince metros cuadrados y pendiente de dónde colocar el Ipad para que la conexión de la videollamada con su entrenador no se perdiera. Han sido siete meses sin probarse frente a la competencia, lo que no se dará este fin de semana, en su regreso, a un nivel menor, en Leganés, en la segunda jornada de la Liga Nacional. «Es por moverme. Se canceló una prueba de la Premier League en Moscú que se había fijado para diciembre, y es para no tener el año en blanco y ver las sensaciones», explica el malagueño, que se toma esta participación como un ensayo de pretemporada.
«Dejar de entrenarme completamente nunca se ha dado. Me conectaba con videoconferencia con el entrenador y hacíamos algo, pero ni la mitad de lo normal. A finales de mayo ya pude acudir al CAR (de Madrid) y retomé la preparación física un poco mas normal, la parte más específica 'in situ', y no por la pantalla de una 'tablet'. Se trataba de volver a coger la forma, porque estaban todos los torneos cancelados«, explica. La diferencia de escenario era grande, de 15 a 200 metros cuadrados de espacio para el tatami.
Sin embargo, todo va lento y sin grandes alicientes. El plan era estar en junio en el CAR de Sierra Nevada para viajar ya en julio a Japón. El aplazamiento de los Juegos le llevó a tomarse un mes completo de vacaciones en julio y volver en agosto, para subir al complejo granadino del 18 al 29 de ese mes. Sus días transcurren con sesiones dobles de trabajo de lunes a viernes. Tres horas por la mañana, una de físico y dos de técnico y, por la tarde, dos horas de preparación también técnica. Pero, con los 'rankings' congelados, no tiene certeza absoluta sobre cuándo será esa primera gran prueba para probarse. «Es una pena. Pensaba que al final del año algo habría. Ganas tenemos todos y podría ser factible. Se han hecho 'burbujas' en otros deportes, así que no veo un problema tan gordo en copiar a otros, y que se reduzca el aforo en la pista de competición, no de 64 karatecas por categoría, sino los 16 mejores. Luego, confinarnos en un hotel y que no haya irresponsabilidades. Debutamos el año que viene en unos Juegos Olímpicos y el kárate tiene que dar el do de pecho. Ha habido ocho o nueve meses para poder hacer algo y no se ha podido realizar«, se lamenta. »Son muchos meses sin tener la sensación de competir, de ponerse nervioso, de hacerlo cada dos semanas, aunque sea sin público, descafeinado«, añade.
Pero no sólo eso pesa en el ánimo, también los protocolos del CAR de Madrid. «Lo que más me cuesta es el uso de la mascarilla en el gimnasio, zonas comunes, comedor y habitaciones. Te incordia mucho, no puedes respirar bien y, encima, en katas con un tatami de 8x8 metros... Otra cosa sería en combate (kumite)«, se queja. Así las cosas, se entrena con los cinco karatecas de su grupo de trabajo y su entrenador con la máscara en un espacio suficientemente amplio.
A estas alturas Quintero no quiere ni pensar en la posibilidad de que no haya Juegos en 2021, máxime cuando en París 2024 el kárate ha sido eliminado del programa. «Últimamente se escuchan mejores noticias, que estaban estudiando aumentar el aforo al 80% en sus estadios, que el Comité Organizador quiere reducir las expediciones de los países, que no tanto los participantes. Espero que haya Juegos, serían el colofón de mi carrera. Sí hay un país que puede hacer esto viable es Japón. Creo que se van a celebrar, es poco probable que se cancele un evento de tal magnitud».
Entre tanta incertidumbre y tensión, Quintero recarga pilas en su tierra natal (nació en Argentina, pero se trasladó pronto). «Estuve hace poquito visitando a mis papás en Torremolinos. En julio, cuando se abrió el estado de alarma, fui también, y siempre que se puede lo intento, cuando no estamos confinados. Son muchos meses que te tiras fuera...».
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