Xavier Casademont, un forjador de campeones: «Soy muy exigente porque la diferencia la marcan los detalles»

–¿Con cuántos nadadores olímpicos ha trabajado a lo largo de estos años?

–Hubo una época que en el Cerrado de Calderón era entrenador asistente de Fernando Tejero, y allí trabajé con el grupo de María Peláez. Había varios. Y después, directamente a mi cargo, con Guillermo Mediano, Melquiades Álvarez, Carmen Collado, Duane da Rocha, Paula Ruiz y ahora los cuatro, o tres y medio, que tenemos aquí, María de Valdés, Carlos Garach, Ángela Martínez y Mariale Bramont.

–¿Por qué tres y medio y no cuatro?

–Porque María de Valdés es un poco compartida con su entrenador en La Coruña, Jesús de la Fuente.

–¿Qué opciones ve para estos nadadores en los Juegos?

–El reto de Carlos Garach es certificar lo que su calidad anuncia. En un escenario superpositivo sería una final, pero es muy difícil, creo que un top 12 sería muy correcto, y por supuesto mejorar su récord de España. En el caso de Ángela y María, mucha gente está creando unas expectativas que no son positivas. Estamos trabajando en ello. El reto es estar delante y luchar delante. El resultado ya se verá. Cuando la gente habla de medallas lo ve muy sencillo, pero hay unas 15 nadadoras de nivel mundial que se están preparando igual que ellas dos. Tiene que coincidir que ese día vaya todo como esperas. Así que creo que el reto debe ser estar en condiciones de luchar, y luego ya veremos. Son las que más opciones tienen, porque el fondo masculino mundial ha pegado un petardazo de nivel. O ese día haces tu mejor actuación o quedas vigésimo. Carlos lo tiene difícil.

–¿Qué cualidades destaca de María de Valdés?

–Tiene mucha calidad y una muy buena cabeza para competir, cada vez mejor. Sabe gestionar las carreras y leer la situación. En Doha sabía cuál era la táctica, lo que le convenía y lo que no. Y lo clavó. Quedó segunda porque le ganaron el sprint por dos décimas. Hubiera ganado en una llegada con más suerte.

–¿Cómo es trabajar en el mundo de la natación?

–El que lo ve desde fuera lo ve como una locura. Levantándonos temprano y entrenando en los días de fiesta. Es una cuestión de necesidad y de actuar, tienes que prepararte como el que estudia unas oposiciones. No es algo que se sufra especialmente, aunque desde fuera se vea así. Lo haces por un motivo y ya está.

–¿Cuántas horas echan aquí dentro diariamente?

–De entrenamiento, fácilmente seis, y un par de ellas más programando. Y luego lo que surja, si hay que hablar con uno de los chicos, si hay que reunirse con alguien... El otro día, cuando acabamos el entrenamiento, tuve que ir al aeropuerto a por una furgona para salir de viaje. ¿Eso es trabajo? Pues no lo sé, pero hay que hacerlo.

–¿Se considera exigente?

–Sí, mucho.

–¿Por qué?

–Porque en el alto rendimiento los detalles son fundamentales, es lo que puede marcar la diferencia. Nadadores de calidad hay muchos, nadadores que entrenan hay muchos y la cuestión no es cuánto haces, sino cómo lo haces. Y el hacerlo bien es lo que marca la diferencia. Hay que estar muy concentrado, muy pendiente y no vale cualquier cosa.

–¿Cuál es su método?

–Nuestro plan de entrenamiento está basado, sobre todo, en individualizar el trabajo según las intensidades. Marcamos con el pulsómetro el objetivo de la sesión y cada nadador tiene que gestionar ese objetivo para alcanzarlo la mejor posible. Lo cierto es que más veces le tengo que decir que vayan más lento que lo contrario. Cuando a alguien le presentas el plan de entrenamiento con el pulsómetro siempre dice que es para localizar al que no es esfuerza, y es justo al revés. Hay gente que se está sobreentrenando, por querer hacerlo bien, por afán de progresar. Y eso significa entrenar mal.

–¿Qué condiciones debe reunir un nadador de élite?

–Calidad. Si no eres bueno, no hay nada que hacer. No vale eso de si quieres, puedes. Mi padre y mi abuelo eran músicos. A mí me pusieron delante de un piano y era un desastre. Mi abuelo llegó a decir que no tenía oído, tenía un ladrillo. Luego la disciplina o la constancia. No vas a funcionar si un día te apetece y otro no. Y después es fundamental la capacidad para competir. Hay gente que en la competición se asusta, y hay otros que ves entrenando y 'meh', y luego llega la competición y te quedas asombrado.

–¿Cómo ve la situación de la natación malagueña?

–En general creo que los clubes son demasiado pequeños, que dependen del empuje de unos pocos padres y entrenadores, pero no tienen detrás una entidad deportiva y una estructura que les respalde, y eso les genera dificultades. Alquilan calles en piscinas e intentan hacer el trabajo lo mejor posible. En otras regiones, el club es propietario de la piscina. La solución es que el club se convierta en empresa de servicios. En Andalucía nos harían falta cuatro o cinco clubes grandes. Los más punteros en Málaga son el Club Mediterráneo, Inacua, el Mijas, el Fuengirola o el Axarquía.