Antonio Garrido y Carlos Soler, en el garaje del primero, donde se entrena ahora. MIGUE FERNÁNDEZ

Los discapacitados, los grandes olvidados de la pandemia

Cuatro historias ·

Jorge Otalecu, Alfonso Ruiz, Carlos Soler y Salvador González, de diferentes disciplinas, relatan las barreras que sufren en estos meses de crisis

Domingo, 16 de mayo 2021, 00:41

Si de por sí la pandemia ha causado estragos en el mundo del deporte, con un frenazo notorio en la fase más crítica del confinamiento, qué decir para el discapacitado, que ya antes de la crisis sanitaria se enfrentaba a obstáculos intrínsecos. Ahora son ... dobles: la propia naturaleza (una discapacidad física, visual o intelectual) y las restricciones en estos meses. Ademadis (Asociación de Deportistas Malagueños Discapacitados), presidida por Antonio Vara y creada en julio de 2014, agrupa a un elevado número de practicantes discapacitados que tratan de sortear estas barreras. Ha encontrado un apoyo importante en el Ayuntamiento de Moclinejo y desarrolla una labor multifuncional: charlas, exhibiciones, fomento de la práctica deportiva, lucha por la inclusión, asesoramiento a discapacitados y reconocimiento de sus logros, entre otros.

Publicidad

Jorge Otalecu, del CN Marbella, en una prueba de natación. SUR

1. Jorge Otalecu (discapacitado intelectual)

Un marbellí que triunfa en un gran número de disciplinas diferentes

Jorge Otalecu (25 años), que sufre un déficit de atención con hiperactividad asociado a una discapacidad intelectual, con una minusvalía de un 65% reconocida por la Junta, le da a todos los palos: natación, esquí nórdico y alpino, triatlón, duatlón, baloncesto y vela, y ha sido campeón andaluz o nacional en todas estas disciplinas. El marbellí no tiene preferencia por ninguna en especial y paró durante la fase más crítica de la pandemia y se siguió ejercitando en casa de forma 'online', aunque precisando el apoyo de sus padres, ya que no tiene autonomía para hacer su conexión con el entrenador con el ordenador.

Los lunes, miércoles y viernes suele practicar natación (sobre todo crol y braza), con el CN Marbella; los martes y jueves, carrera (en triatlón compite con el Club Hotel Los Monteros) y los fines de semana, esquí en temporada o bicicleta. Pero estos últimos meses no está siendo fácil practicar baloncesto. «Hay muchas restricciones de pistas y de aforo, y a veces somos los más invisibles», se lamenta su madre, Maite Caño, que pone también el dedo en la llaga, son el colectivo minoritario de la discapacidad: «En los Juegos Paralímpicos vemos un reflejo del mundo y de la sociedad. Hay 28 disciplinas, y los discapacitados físicos van a 24, los visuales a 12... y los intelectuales, tres: natación, atletismo y tenis de mesa».

«Hay que querer y poder, porque los deportistas discapacitados psíquicos precisan mucho apoyo»

maite caño (madre de jorge otalecu)

«Hay que querer y poder, porque necesitan mucho apoyo», explica Caño para justificar que en la competición suele haber pocos participantes. ¿Que si se ejercita 'online'? Precisa alguna ayuda en la coordinación de movimientos; los desplazamientos (no conduce ni va solo en autobús), las competiciones («los circuitos de triatlón ahora están muy blindados y restringidos y nos hemos tenido que adaptar«, añade, su madre)... »Pero Jorge entendió que había una pandemia y que tenemos que hacer todos nuestro sacrificio«, valora también su progenitora.

Publicidad

2. Alfonso Ruiz (ciclista discapacitado físico)

Sin poder ejercitarse en Antequera por las restricciones a las salidas

«Descubrí la bici hace catorce años», confiesa Salvador Ruiz. A los 28 tuvo un accidente que le dejó una lesión medular al nivel D5 y D6, y no puede mover las piernas. Ahora tiene 42 y ha llegado a ser campeón de España de su categoría (en MH3). «Pero la Real Federación Andaluza de Ciclismo (RFAC) no nos reconoce y, por tanto, no nos ha integrado en sus filas», se lamenta el también siete veces campeón de Andalucía para la Federación Andaluza de Discapacitados Físicos (FADF).

El problema llegó con la pandemia y las restricciones al cambio de provincia. Ruiz, de Iznájar (Córdoba), solía acudir a Antequera a entrenarse con su 'handbike', unos triciclos de propulsión con los que compiten en posición casi horizontal. Son unos vehículos que pueden llegar a costar entre 12.000 y 16.000 euros en la alta competición.

Publicidad

Alfonso Ruiz, con una 'handbike' . SUR

En Iznájar, localidad célebre por su embalse, apenas hay zonas llanas y sí mucho sube-baja, de ahí que estos meses han sido difíciles para Ruiz. «En la competición no nos encontramos con muchas cuestas, porque hay personas con una discapacidad muy alta. No suele haber desniveles de más del 7%, pues la fuerza muscular no permitiría superarlos casi«, explica.

«No podía salir de la provincia a no ser que fuera profesional o deportista de alto rendimiento»

Alfonso Ruiz

«Antes no podía salir de la provincia a no ser que fuera ciclista profesional o deportista de alto rendimiento, y no se le podía perdir esa documentacion a la RFAC (que no les reconoce)», se queja. Ahora, al menos, con una licencia federativa puede entrenarse fuera, aunque hasta hace días no podía salir con su coche, pero sí en la bicicleta (la 'handbike'). «Cuando estuvimos confinados monté un rodillo en el garaje de casa, pero no es lo mismo», añade. Al final la voluntad vence todo tipo de obstáculos: si se quiere, se puede.

Publicidad

3. Carlos Soler (discapacitado físico y entrenador de esgrima)

La falta de ventilación le dejó sin el espacio de entrenos en el Carpena

A sus 49 años, el torremolinense Carlos Soler se retiró tras los Juegos Paralímpicos de Londres de 2012 y siguió como técnico, pero ahora es seleccionador y coordinador nacional de esgrima en silla de ruedas. «Me traigo a deportistas a Málaga», aclara, como el caso de su pupilo actual, Antonio Garrido, que curiosamente es mayor que él (51). «Antes de la pandemia nos entrenábamos en un sótano de la recepción del Martín Carpena. Es un espacio con muy poca ventilación o ninguna, y por eso desde el 14 de marzo (con el estado de alarma) no se ha podido visitar esa sala. Sin embargo, nos han dicho que no podremos volver ahí, aunque estemos vacunados». Fue un imprevisto: «Nos estábamos jugando la clasificación para el Europeo (alude a Garrido) y nos hemos tenido que trasladar al garaje privado suyo, con las puertas abiertas».

Antonio Garrido y Carlos Soler, en el garaje donde se entrena ahora el primero. MIGUE FERNÁNDEZ

Ahora confía en que Málaga Deporte y Eventos, que gestiona el uso del Carpena y que tanto les ha ayudado en los últimos años, les ubique en otro lugar, que podría ser el estadio Ciudad de Málaga. Aunque Soler pertenece al Club de Esgrima Ciudad Jardín, se beneficiaba de la única sala de esgrima de alto rendimiento de Andalucía que había en el Carpena, con cuatro pistas, y un espacio de hasta 34 metros de largo.

Publicidad

Soler, cuatro veces paralímpico (Atlanta 1996, Atenas 2004, Pekin 2008 y Londres 2012, la única cita en la que no obtuvo diploma), tiene también dos subcampeonatos de Europa (2003 y 2005) y ganó una cita de la Copa del Mundo, en Budapest (2003) y ha sido catorce veces campeón de España alternando sable y espada. Ahora aplica su magisterio con Garrido en la categoría A (la de amputados, hemipléjicos y paralíticos cerebrales).

«Nos han dicho que no podremos volver al sótano del Martín Carpena aunque estemos vacunados»

carlos soler

«Es verdad que no necesitamos mucho espacio», añade Soler, pero confía en breve en una solución a su problema. «Garrido ha tenido opciones de ir al Europeo de abril, pero se suspendió, y la Copa del Mundo puntuable para los Juegos, también. Con ello los tiradores que tenían opciones aún de clasificarse se han quedado sin ellas», concluye, en una nueva consecuencia negativa de la pandemia.

Noticia Patrocinada

4. Salvador González (yudoca discapacitado visual)

Desde la pandemia ya no he podido entrenarme«, se sincera Salvador González Alarcón (42 años), siete veces campeón de España en yudo para discapacitados visuales, dos veces paralímpico (en Atenas 2004 y en Pekín 2008, en ambos casos undécimo), quinto en un Campeonato del Mundo (2007, Francia) y segundo en un Europeo (2001, en Ufa, Rusia). Sin ser ciego total, tiene muy pocos restos de visión, lo que le impide conducirse de forma autosuficiente en algunas facetas de la vida. «Tengo un 75 por ciento de discapacidad. Un campo visual de referencia de cinco grados, cuando las personas normales tienen 180», certifica, y lleva perdiendo visión desde los 5 años.

Salvador González, en una clase práctica con escolares malagueños sobre su disciplina. SUR

El malagueño, que se entrenaba con el Club Tiro de Pichón, dejó la competición en 2009, pero seguía practicando yudo y entrenándose. Ahora no acude al pabellón. «Prefiero ser más cauteloso. Tengo familia: mujer, hijos y una madre de alto riesgo», explica. Y es que el yudo implica agarres y parece incompatible con la pandemia. «Este es un deporte de contacto. Hacemos proyecciones y caemos agarrados. Partimos de agarrada porque perdemos la referencia del contrincante», añade, y aclara que eso lo diferencia del yudo que practican los no discapacitados.

Publicidad

«Este es un deporte de contactos; desde la pandemia ya no he podido entrenarme, porque hacemos agarres»

Salvador gonzález

«Ahora se hace yudo en algunos gimnasios con zonas delimitadas y ensayando algunas técnicas, pero si yo me pongo en un tatami no sé en que zona estoy... Al final, aunque se podría hacer, son más los problemas que las ventajas», resume. Así las cosas, González no ha practicado yudo ni se ha ejercitado fuera de casa. «Necesito el acompañamiento de una tercera persona para ir a correr. Siempro voy acompañado por la técnica guía, pero ahora es complicado buscarse una persona», se lamenta. «Tenía un amigo que se entrenaba conmigo y nos íbamos juntos corriendo. Uso una cuerda y nos agarramos de los extremos y vamos codo con codo corriendo«, continúa, pero ahora no es viable hacerlo. »Si estuviera en la alta competición habría que sopesarlo«, apostilla.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad