El chico de oro que llama a la puerta de los grandes

Muchas de las grandes trayectorias comienzan por pequeñas casualidades. El mundo del atletismo se estaría perdiendo a una joya si hace diez años no se hubiera pasado por la pista de su pueblo para recoger de sus clases a su hermano pequeño. Por aquel entonces, el nerjeño Isidro Leyva, 'Yiyi', como le conocen en su entorno más cercano, era un niño que soñaba con ser futbolista; tenía cualidades, de hecho, pero pronto descubrió que su destino tenía algo mejor reservado para él. Comenzó en este deporte con las vallas y las carreras de velocidad, pero le bastó empuñar una pértiga para darse cuenta de que había encontrado su verdadera vocación. Hoy, aquel menudo niño cuenta con más títulos de campeón de España (22) que años en su carné de identidad (21), lo ha ganado todo en todas las categorías en las que se puede competir a nivel nacional, desde cadete hasta absoluto. Ha roto los récords de Andalucía desde sub-16 en adelante y aún así se niega a conformarse, porque sabe que su verdadera trayectoria no ha hecho más que empezar.

Antes de cada competición, Leyva se concentra escuchando música electrónica en sus cascos y acto seguido reza un padre nuestro por cada zapatilla que se calza. Él siempre fue creyente, como su familia (granadina, pero residente en Nerja), el mayor pilar de su vida, presente en cada éxito y tropiezo del joven. Y quizá haya sido la fe -en Dios, y por supuesto en sí mismo- la que le impulsara en sus momentos más grises, porque no todo ha sido un camino de rosas para Leyva. A pesar de que, desde 2014 hasta ahora siempre ha subido al menos a un podio nacional por año, las lesiones en los isquiotibiales lastraron su despegue entre 2018 y 2019.

Pero es en los malos momentos cuando más destacan los grandes. A pesar de que hubo médicos que le dijeron que no volvería a saltar, él no concebía una vida lejos de la pértiga. No entonces, que ya acumulaba en torno a una quincena de títulos nacionales y había sobrepasado el listón de los 5 metros de altura. Trabajando en silencio y rodeado de profesionales, el pupilo del técnico nacional Antonio Orta(por el que Leyva se trasladó a Almería), regresó por la puerta grande. Cerró 2019 con una marca de 5,30 y coronándose en el Nacional sub-23 y el de federaciones. Pero nada que ver con el nivel que el nerjeño ha demostrado este año, física y anímicamente más fuerte que nunca. «Mi temporada ha sido la mejor de la historia, increíble, de diez», afirma el joven, muy emocionado, apenas unos minutos después de consumar un histórico doblete: campeón de España absoluto y sub-23 (el pasado sábado, en Sevilla), el mismo año.

¿Qué ha tenido de diferente esta campaña? Lo explica: «No ha habido fallos, ha sido muy regular, sin ninguna marca descolgada, ganando todos los campeonatos... Creo que una de las claves ha sido mi mentalidad, gracias a la ayuda de mi psicólogo (Javier Fernández, psicólogo del Almería de fútbol) he madurado como deportista y luego en el aspecto físico también he mejorado, he cogido más volumen este año y eso hace que esté mucho más rápido y agarre más fuerte la pértiga». El trabajo invisible, el de cada día y el que encierra el verdadero éxito. Ni el obligado parón del confinamiento ni la cancelación de buena parte del calendario pudieron con él este año. Reajustando su plan, lo centró todo en una única meta, ser campeón de España absoluto. El único oro que le faltaba a su brillante palmarés.

Aunque no esconde que, por estado de forma y motivación, esperaba ganar, recuerda que la excepcionalidad de la situación lo convirtió en un campeonato diferente: «Me costó mucho asimilar que había ganado el absoluto, porque sólo tuve diez minutos para darle un abrazo a mi entrenador y poco más; teníamos el sorteo del 'dopping', la entrega de medallas, la entrevista para la federación, el protocolo, las fotos… Cuando me dijeron que ya me podía ir ya empecé a asimilarlo y me acabé emocionando». Además de porque había cumplido un sueño -y de forma precoz-, porque comprobó que no hay éxito sin sacrificio. «Mi gente más cercana, mi entrenador, mi 'fisio', mis padres, mis amigos, ellos más que nadie, han visto cómo me he sacrificado este verano, no he tenido nada, he estado siempre en Almería entrenándome sin parar, sólo yo con mi entrenador», valora.

De aquella gesta sólo han pasado 16 días. Un tiempo en el que también ha ganado el Campeonato de España por Federaciones Autonómicas, el 'meeting' internacional Ciudad de Barcelona y el Nacional de su categoría, el sub-23. En esta última cita, con la que cerró su campaña, volvió a batir además su marca personal hasta los 5,51, que conlleva: establecer un nuevo récord de Andalucía y la mejor marca de la historia del campeonato, colocarse líder del 'ranking' español absoluto y séptimo de Europa sub-23 y hacerse con el 22º título nacional para su palmarés (12 en los campeonatos individuales y 10 en citas autonómicas y copas de clubes).

Pero él es de los que piensa que poco o nada vale regocijarse en los logros del pasado, que para crecer hay que mirar siempre al futuro: «No está mal -reacciona al conocer su global de oros-, pero hay mucha gente por ahí, porque hace cosas mejores con mi edad. Yo no me paro a pensar en lo que he ganado, sólo pienso que tengo ganas de más y que hay mucha gente muy buena, mejor que yo», reconoce. Su siguiente meta sale de nuestras fronteras: «Quiero competir con los mejores de Europa, en España la pértiga está bastante bien, pero ya lo he ganado casi todo (le falta ser campeón absoluto en pista cubierta) y quiero mirar a Europa, un nivel por encima», aclara el nerjeño, que ya ha sido internacional en siete ocasiones en categorías inferiores.

Lo tiene todo para llegar donde quiera: carácter, disciplina, capacidad de superación y un factor con el que no todo nacen, el talento. Marcha a un merecido descanso ahora antes de encarar un 2021 incierto, pero ilusionante; una campaña para soñar con hacerse un hueco entre los grandes y comenzar a sentar las bases de un futuro olímpico.