marina rivas
Martes, 4 de junio 2019, 00:30
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La llama de la competición siempre sigue viva en quienes han contribuido a hacer historia. Y en este caso, ni las lesiones ni la edad ni el cansancio físico o psicológico han sido impedimentos para que la mejor yudoca española paralímpica de todos los ... tiempos volviese al tatami y, según cuenta a este periódico, lo ha hecho para quedarse. La malagueña Carmen Herrera, tres veces campeona en los Juegos Paralímpicos (Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012), además de campeona de Europa y del mundo, sorprendió el pasado fin de semana colgándose el oro del Campeonato de España de yudo para personas con discapacidad visual que organizó la ONCE en Madrid.
Podría ser algo normal, ya acumula en torno a una veintena de estas preseas en su palmarés. Lo curioso de que subiera a lo alto de aquel podio fue que nadie esperaba tenerla allí, tras haberse retirado de la competición en 2016. «Llegó un momento en 2016 en que estaba rota a nivel físico y mental, arrastraba lesiones de no haber parado en 15 años, toda la intensidad de los ciclos olímpicos… Estaba bastante quemada. Intenté llegar a Río 2016, estuve incluso en el CAR de Madrid preparándome, pero llegué a Málaga y empeoró mi lesión de cadera», relata la malagueña. E incide recordando aquella dura decisión: «Ahí ya fue cuando lo dejé, no me sentía con fuerzas de seguir al máximo nivel. De hecho, pensaba que nunca más volvería a competir».
Sin embargo, aquella no era ni mucho menos la retirada soñada por una deportista que había entrado en la historia, que lo había ganado todo. Se quedó con una espinita clavada y ahora ha regresado para sacarla. «Me han motivado a volver dos cosas. Primero, que el yudo es mi modo de vida, y segundo, porque Japón es la cuna de mi deporte y que los Juegos de 2020 fueran allí me ilusionó mucho», se sincera. Así es. A sus 44 años (45 en septiembre), Herrera quiere sus cuartos Juegos Paralímpicos, una gesta al alcance de muy pocos y para lo que asegura que los años no son ninguna excusa: «Mi rival de la final de Londres 2012 me lleva dos años. Estuvo en Río y ahora estará en Tokio, y hay alguna más así. Si son las mejores, no tiene nada que ver la edad».
Ella se siente bien, con fuerza y con alguna que otra lesión ya superada, como una de espalda que la tuvo el último año prácticamente parada. Aunque, según cuenta, nunca dejó de entrenarse a las órdenes de Paco Rodríguez. Además, mientras se formaba como entrenadora, realizaba charlas en colegios y demás asociaciones en este tiempo que se mantuvo fuera del espectro mediático. La gente olvida pronto, incluso pese a haber sido una pionera. En su regreso al tartán del Nacional de Madrid, las nuevas generaciones del yudo adaptado ni siquiera sabían a quién tenían enfrente: «Me presenté allí y ya está. No anuncié mi regreso ni nada y de hecho las chicas jóvenes no me reconocieron, sólo algún que otro entrenador y algunos excompañeros. Fue emocionante; mi idea es seguir compitiendo después de Tokio, porque hay vida más allá de los Juegos».
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En su mente convergen dos pensamientos. Por un lado, su meta paralímpica, y por otro, el hecho de que la decisión no sólo depende de ella: «Le he dicho a la Federación que me convoque si ellos lo creen oportuno. Ellos tienen que hacer lo que consideren mejor a nivel técnico, y yo, por mi parte, haré todo lo posible para clasificarme. Yo trabajo por objetivos y el principal es llegar a los Juegos». Un discurso sincero y optimista para una deportista que sigue queriendo reinventarse.
Sin embargo, según explica el director técnico y seleccionador del equipo paralímpico de yudo, Alfonso de Diego, con el que ha contactado SUR, las posibilidades de que la malagueña llegue a Tokio 2020 son casi inexistentes. La clasificación para la cita se consigue a través de la puntuación en siete eventos internacionales. Dos ya se han disputado y a otros dos, el Mundial y el Europeo, Herrera ya no podrá optar al estar la inscripción cerrada desde hace dos meses. Por tanto, sólo le quedarían tres citas internacionales para lograr el billete a Tokio: una en Uzbekistán, en septiembre; otra en Inglaterra, en abril, y la última en Azerbaiyán, en mayo del año que viene. Todo ello, además de demostrar al seleccionador español que, efectivamente, la de Alhaurín de la Torre está en plena forma para volver a defender la camiseta nacional en un evento de tal calibre. Un reto por delante, muchas incógnitas en el aire y una ilusión intacta.
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