Borja Vivas: el gigante que aprendió a competir contra la ansiedad

«Hasta que no afronté la ansiedad que me producía viajar, verme solo en la competición y sin la familia,no he alcanzado mi objetivo. Hasta ese momento todo eran excusas«, se sinceró Borja Vivas meses después de su gran logro, un tiro de 20,86 metros (cerca de su plusmarca) en Zúrich que le dio la medalla de plata en un Europeo el 12 de agosto de 2014. El alarido retumbó en las gradas del estadio. «Ese grito fue una liberación. Durante 15 años fui acumulando trabajo y presión. En ese campeonato me acompañó mi entrenador de toda la vida. Era la primera vez, y eso fue algo clave. Por primera vez superé esos miedos». recalcó. También estaban entonces en Suiza su novia (María Victoria, hoy su mujer) y el resto de su familia.

Vivas ha sido el referente del atletismo en Málaga casi las dos últimas décadas, y ahora toman el testigo Ouassim Oumaiz (fondo) e Isidro Leyva (pértiga). La herencia que deja el gigante de 37 años es la del segundo mejor lanzador de peso español de la historia, con una plusmarca de 21,07 metros el 27 de julio de 2014, en Alcobendas, muy cerca de donde se retirará esta semana, en Getafe. Caprichos del destino, como el que hace días se batiera la plusmarca mundial, una de las más antiguas, por parte del 'yanqui' Ryan Crouser (23,37) machacando la de su compatriota Randy Barnes (23,12, en 1990).

Al final Vivas se quedó a 40 centímetros (21,47, Salamanca, en 2002) del leonés Manolo Martínez, y entre la élite nacional se le recordará también como el primer atleta en la modalidad con la técnica lineal durante toda su carrera. Curiosamente sus 21,07 no le darían a día de hoy ni siquiera para hacer la mínima olímpica cara a los Juegos de Tokio (21,10), de tanto que ha evolucionado la prueba.

Queda claro que el gran año de Vivas fue 2014, aunque su entrenador recuerda que en 2015 estaba incluso mejor de forma, pero los resultados no se dieron. Poco se recuerda que en Praga ese año, en el Europeo 'indoor', un lanzamiento postrero del serbio Kolasinac (20,90) le apeó del podio, en la mayor frustración de su carrera. Desde entonces comenzó una decadencia natural, aunque en los Juegos de Río 2016, el mismo día que nació su hija mayor, Lucía (noticia que recibió al encender el móvil tras la prueba), se quedó a sólo siete centímetros (lanzó 20,25) de pasar a la final, en su segunda presencia olímpica consecutiva.

La carrera de Borja Vivas es la de ese atleta que aprendió a competir a base de decepciones y al que benefició, sin pretenderlo, la llegada de Carlos Tobalina, que le introdujo competencia a nivel nacional, en una prueba hasta entonces dominada por él sin remisión (a la espera de lo que suceda en Getafe, tiene 17 títulos nacionales, nueve de ellos en pista cubierta). A los 14 años ya se probaba en Carranque, a unos metros de donde trabaja ahora, en la academia APREPOL, empresa familiar, aunque no se descarta que su futuro pueda estar en el mundo del atletismo, en la gestión deportiva o incluso en áreas de responsabilidad política (ha figurado en listas municipales del PP cerrando la misma).

Vivas salió de la escuela de atletismo y se puso a trabajar con Tomás Fernández, en una asociación de toda la vida, pues ha durado 22 años (23 campañas). Al principio probaba en disco (fue campeón nacional júnior) y peso, y se inclinó por lo segundo. Como hombre de valores claros, sólo dos clubes jalonan su carrera: el Cueva de Nerja y, desde 2006, el Atletismo Málaga.

«Con su altura y peso es muy coordinado y rápido, pero la fuerza, que se coge con los años le faltaba«, reconoce ahora Tomás Fernández, que se ha visto en todo este tiempo como su »hermano mayor« y que considera que Zurich fue su punto de inflexión, pues le abrió la puerta a los grandes mítines internacionales. En el ámbito del atletismo. «Va a terminar lanzando en el círculo, que es lo que queríamos», concluye. Ni lesiones, ni pandemias, ni otras historias.

• Temas
• Juegos Olímpicos
• Atletismo
• Borja Vivas