Una temporada histórica: la Copa del Rey y el cuarto ascenso

Además, en el BeSoccer UMA Antequera cuenta no sólo el qué, sino también el cómo. El 2 de marzo, en un duelo ante el Alzira (precisamente su rival de semifinales en los 'play-off' de ascenso), Tete pidió a sus jugadores que se dejaran conceder un gol, porque el 3-1, obra de Davilillo, llegó cuando estaba en la pista un jugador rival lesionado. Dicho y hecho: se pasó de inmediato al 3-2. Y no fue un detalle intrascendente, porque el choque acabó en empate.

No es un episodio aislado en la trayectoria del cuadro universitario, con una impronta muy definida desde el largo ciclo disfrutado con Moli, santo y seña del fútbol-sala en la ciudad y durante más de dos décadas al frente del equipo. No es el BeSoccer UMA un club que opere a golpe de talonario, ni mucho menos, ni cuenta en sus filas con brasileños ni extranjeros. Lejos de la profesionalización, a lo sumo una semiprofesionalización, está viviendo en las últimas temporadas los mayores éxitos deportivos de su historia pero manteniéndose fiel a su idiosincrasia, con el aliciente de ofrecer la oportunidad a sus jugadores de compatibilizar el fútbol-sala con estudios en la Universidad de Málaga, lo que aprovecha a día de hoy la mayoría de la plantilla.

El testigo transmitido de Moli a Tete, que había sido su segundo las últimas campañas, no ha sido nada traumático y no ha podido funcionar mejor de momento. Aunque este tenga intención de seguir en Málaga junto a su entorno familiar y con su trabajo como profesor de Religión, ofertas no le van a faltar tras la demostración de conocimiento exhibida en los diferentes frentes competitivos. El orden defensivo mostrado en la Copa del Rey ante rivales superiores y disputando una final con ocho hombres da idea del 'master' que ha completado. Otro botón de muestra: la serie de semifinales ante el Alzira estaba abocada a una prórroga en el Fernando Argüelles tras un nuevo gol del cuadro alicantino, pero lejos de conformarse pidió un tiempo muerto a segundos del final y puso portero-jugador. La apuesta funcionó, con el gol (desvío de Burrito a un tiro de Miguel) que dio el pase a la final.

El BeSoccer UMA y Tete han completado una campaña casi perfecta. Con una plantilla con pocos retoques respecto a la del último descenso, el éxito ha sido increíble. Llegaron Burrito, un talento genial y con larga experiencia en la élite, y la revelación del curso, un Pablo Ramírez que acaba como internacional sub-21 y un pivote de gran proyección. Además, ambos malagueños. Se fueron Nando Torres, Correa, Daniel Airoso, Ramón Vargas y Rafael. Se quedó una plantilla corta, pero suficiente para cumplir los objetivos con creces.

Lo de la Copa del Rey tuvo pocos precedentes en el deporte español y ha llegado a tener eco informativo fuera de nuestras fronteras, Sin presión alguna, el equipo malagueño se fue deshaciendo de cinco rivales de Primera, curiosamente todos ordenados de menor a mayor dificultad teórica, a tenor de la clasificación que ocupaban en su torneo regular. La primera víctima fue el Burela gallego. Los goles de Óscar y Alvarito tumbaron a un rival que empató el partido por medio de Rikelme a dos minuto del final. En octavos de final cayó el Futbol Emotion Zaragoza (5-3). Dos goles de Pablo Ramírez tuvieron una respuesta inmediata con Adri Ortego y Dani Santos, pero en los diez minutos finales el pabellón estalló de júbilo con las dianas de Quique Hernando, Óscar y Burrito.

En cuartos desfiló por Antequera (siempre eliminatorias a partido único en casa, salvo en la Final a Cuatro) el Ribera Navarra. Fue el duelo más igualado, con un 5-5 en el tiempo reglamentario y un parcial de 4-0 en la prórroga para el 9-5 final. Fue el gran día del referente realizador del equipo, un Cobarro que anotó cuatro goles.

En el Olivo Arena de Jaén llegó la gloria. Sendas remontadas en la semifinal y la final: 3-1 al Industrias Santa Coloma, con tantos de Óscar, Cobarro y Burrito, y el más difícil todavía en el partido definitivo ante el Viña Albali Valdepeñas (3-2), cuando los tantos de Miguel, Davilillo y Óscar le dieron la vuelta al trallazo de Lazarevic. Humberto puso algo de suspense con el 3-2 a seis minutos del final, pero el equipo malagueño soportó el asedio.

El de ayer es el cuarto ascenso a Primera en las ocho últimas temporadas. Es otro logro difícil de igualar, propiciado también por el hecho de haber descendido siempre a las primeras de cambio. Porque el club universitario malagueño aún no sabe lo que es celebrar una permanencia, y este será sin duda el afán en los próximos meses. Se logró el primer ascenso a la máxima categoría en la temporada 2014-15. Se consiguió el regreso a la élite en la 2017-18 y, por último, en la 2019-20, en plena pandemia y jugando en casa.

Como la entidad nunca se planteó hipotecarse en lo económico, el aterrizaje en el mejor torneo nacional de fútbol-sala europeo, en competencia con el ruso, siempre resultó complicado, aunque ahora la esperanza reside en conservar la mayoría del equipo, sobre todo a su referente goleador, Cobarro, que junto a los Cone, Burrito, Miguel, Óscar, Davilillo, Alvarito, Pablo Ramírez y Dani Ramos forman la base. A estos nombres cabe sumar los dos lesionados de rodilla de larga duración, Raúl Cantó y Quique Hernando, que recuperarían el mejor tono con la temporada iniciada.