Tuvo que esperar siete meses, siete meses convertidos en una montaña rusa de emociones, con torneos malos y buenos, resultados irregulares, cambios de pareja y un sinfín de sensaciones, pero ninguna como la que, al fin, ha sentido este domingo al coronarse de nuevo como ... campeona de un Open. La paleña Bea González ha vuelto a lo más alto al proclamarse campeona del Cupra Danish Open de Copenhague, además junto a su nueva compañera, la argentina Delfi Brea, con la que ya formó pareja hace tres años.
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Se estrena como campeón este año la joven pareja, que ha marcado un hito al ser la única que ha logrado superar a las duplas nº1 (en semifinales) y nº2 (en la final) en un mismo torneo. Un golpe sobre la mesa que indica que González y Brea ya están entre las 'grandes'. Consiguieron la corona de Dinamarca tras imponerse a Gemma Triay y Ale Salazar en un durísimo partido a tres sets y con remontada incluida (6-2, 3-6 y 6-4). Le volvió a traer suerte este país a la malagueña, que precisamente se coronó también en la edición de este mismo torneo en 2022.
Plantearon un partido muy dinámico, con mucha energía, actividad en las piernas y rapidez de bola. Una actitud arrolladora que les dio de calle el primer set (6-3). La cosa se complicó en el segundo, que arrancó con un 2-0 inicial para Triay-Salazar, que rompieron el saque de la dupla rival y elevaron la renta hasta en tres juegos 1-4, con un juego mucho más atractivo y acertado, en el que apostaron por tomar la iniciativa en la red, por bolas al cuerpo y por otras enviadas a ángulos muy difíciles de responder. Reaccionaron González y Brea, con una defensa impecable y tiran-do de pegada para remontar, pero no fue suficiente.
En el tercer set bajó el ritmo, fruto del cansancio, pero se mantuvo la igualdad. De hecho, la malagueña y la argentina lograron remontar un 0-2 inicial y convertirlo en 2-2 y un 3-3. No había margen de error y todas lo sabían, pero esta lentitud de bola desesperaba a la pareja más joven, por lo que tuvieron que dar un paso al frente y volver a la versión del primer set para encarrilar su re-montada. Y así fue. Metieron la sexta marcha, con la mente fría y mucha actitud ofensiva y se impusieron finalmente con un 6-4.
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No hubo suerte sin embargo para Momo González, que cayó junto a su compañero, el argentino Sanyo Gutiérrez, en la final de Dinamarca, ante los ‘superpibes’ Franco Stupaczuk y Martín Di Nenno (6-3 y 6-2). Era la primera final de un Open 1000 que afrontaba el antequerano este año (más allá del Open 500 que ganó junto a Mike Yanguas) y lo hacía junto a su nueva pareja, haciendo ver el potencial de esta unión.
Sin embargo, la realidad es que los rivales llevaron la batuta en todo momento, sin cometer apenas errores no forzados y con un abanico extraordinario de recursos. Un despliegue de juego que hizo que González y Gutiérrez no lograran sacar su mejor versión, salvo en momentos puntuales. Un partido que dejó aspectos que trabajar para esta pareja, pero también una inyección de moral para seguir creciendo al alcanzar su primer subcampeonato juntos.
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