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Antonio Medina, en una muestra de la espectacularidad de la clase iQFOiL de windsurf. SUR
Un talento olímpico que se cocina a fuego lento

Un talento olímpico que se cocina a fuego lento

El sub-17 malagueño Antonio Medina destaca ya a nivel mundial en la clase iQFOiL de windsurf y está en el programa de futuro de la Federación Española de Vela cara a los Juegos de Los Angeles 2028

Domingo, 19 de marzo 2023, 00:46

La evolución de casi todas las disciplinas deportivas se dirige hacia una versión más física y espectacular. Es el rumbo que ha tomado también el windsurf. Cara a los Juegos Olímpicos de París, para los que ya ha empezado la cuenta atrás por debajo de 500 días, la nueva clase iQFOiL sustituye a la RS:X, con la novedad de los 'foils', esas gigantes hélices que dan un vuelo y velocidad especial a las tablas de 2,20 metros de eslora y 0,95 de manga, con un peso de 11,25 kilos. La superficie de vela es de 9 metros cuadrados, lo que obliga todo a una excelente condición física del navegante.

El protagonista de nuestra historia es un proyecto de deportista olímpico que se cocina a fuego lento, pero sobre seguro. Hay muchos argumentos para confiar en su progresión y en su candidatura real a estar en los Juegos de Los Ángeles de 2028. Antonio Medina, del Club Náutico El Candado, sólo tiene 15 años, pero siempre ha sido un adelantado y compite ya con los sub-17, con los que ya fue campeón en la Copa del Mundo de 2022 en Cádiz, y segundo hace unos días en la de 2023, siempre en aguas próximas a Puerto Sherry (en El Puerto de Santa María), donde está la sede de la Federación Andaluza de Vela.

«Mi padre, mis tíos, mis primos... todos navegan o hacen un deporte acuático. Estoy muy ligado al mar», confiesa a este periódico Medina. Su progenitor y su hermano, ambos Ángel Medina, también son windsurfistas de gran nivel. La proeza del padre fue hacer la travesía entre dos continentes (viajó de Málaga a Melilla) en 19 horas en una tabla. Y el hijo mayor, con 19 años (en la categoría sub-19) ha sido campeón de Andalucía.

Sin embargo, la mayor progresión es la de Antonio, que ha sido incluido en el Plan Nacional de Tecnificación Deportiva 2021-28 de la Real Federación Española de Vela. Es el más joven del grupo, junto al sevillano Aurelio Terry (sub-21) y a la balear Bárbara Winau (sub-19). Periódicamente hace concentraciones con los sénior y prepara la disciplina al más alto nivel. El reto es que llegue lo mejor preparado posible a la edad sénior.

Antonio Medina, en una competición. SUR

«El objetivo más a largo plazo son unos Juegos Olímpicos, pero realmente me tomo cada año como una preparación para intentar ganar en un Mundial», relata Antonio Medina, cuya vida se desarrolla a un ritmo vertiginoso. Alterna sus estudios de 4º de ESO en San Estanislao con continuos viajes para competir. A finales de abril tendrá la Copa de España, en Salou (Tarragona). Al no haber habido por falta de viento Campeonato de España, esta prueba toma un valor especial al ser la clasificatoria para el Mundial y el Europeo, que se celebran también cada año. Para la primera de las pruebas, en Cádiz, tiene el billete asegurado, al ser en España, pero cara al Europeo, en Italia, necesita ganarse el pase. Otra de las citas de este 2023 será el Europeo sub-21.

Medina lleva el windsurf en las venas prácticamente. El mar es casi su medio natural. «Cuando navego es una sensación de libertad. Estás solo con tu tabla en mitad del mar. Antes jugué al fútbol, y no tiene nada que ver. Esto te realiza más y te permite disfrutar con la naturaleza», asegura con una madurez impropia de su edad.

En plena progresión física (es pronto incluso para potenciar su musculación), pendiente de crecer en altura, todo lo que consiga de desarrollo físico irá en beneficio cara a su competitividad. Aunque los sub-17 usan tablas y velas algo más pequeñas en dimensiones, se estima que el peso ideal del navegante sénior en iQFOiL es de 95 kilos. Cuanto más se pese más se impulsa la tabla con viento a través del 'foil', que ha entrado de lleno también en la vela (véase la Copa América y esos auténticos Fórmula 1 del mar) y hasta el kitesurf.

Hasta 34 nudos de velocidad

El récord en los iQFOiL está en 34 nudos. Antonio Medina anda ahora por los 67 kilos, con 1,75 metros, pero aún pendiente de seguir moldeando su cuerpo. Pero no todo es cuestión de fuerza y velocidad. El navegante no sólo ha de ser un buen competidor, sino tener mente de ingeniero, para lograr la mejor puesta a punto de tabla y vela, ya que se pueden modificar inclinación, posición y forma de la vela. Además, en plena regata ha de identificar las oscilaciones de los vientos.

Antonio Medina, sobre la tabla. SUR

La competición olímpica se compone de 20 regatas que alternan tres formatos: eslalon entre boyas, recorridos contra el viento y maratones, hasta la 'medal race' final, con los diez mejores clasificados y para definir el podio y los diplomas olímpicos. De todo esto conoce bastante Antonio Medina que, aunque admite que cometió «algunos fallos tácticos», viene de competir en Cádiz con condiciones muy cambiantes. «El primer día estuvimos sin viento. Luego tuvimos uno flojo.... Tuvimos que hacer siete pruebas en un mismo día», recuerda sobre la jornada en la que se dieron mejores condiciones.

El iQFOiL español tiene un gran referente, el de la sevillana Pilar Lamadrid, que despidió el año 2022 como líder del 'ranking' (con 822 puntos en seis regatas), Mientras, Antonio Medina es decimotercero del mundo en sub-17. «El país más competitivo es Francia, porque los principales navegantes en las clasificaciones de los Mundiales son de allí, pero también destacan Polonia y Gran Bretaña», valora el malagueño.

«Mi padre, mis tíos, mis prmos... todos navegan o hacen un deporte acuático», reconoce el joven deportista

¿Y cuál es el planteamiento a corto y medio plazo de este proyecto de navegante olímpico? «Este año mi objetivo es llegar al Mundial y poder estar entre los mejores. A su vez es una preparación de futuro cara a mi etapa sénior», afirma. En todo caso, su familia no le presiona y prefiere pensar en lo que suceda año a año, siguiendo su evolución, y el propio deportista agradece las facilidades que recibe de su centro escolar para los exámenes.

El camino en lo económico tampoco es fácil. El material de competición, a su nivel, no es precisamente barato (se utilizan varias tablas y diferentes velas), pero de momento tiene una beca del Ayuntamiento de Málaga y va a optar al programa de la Fundación Andalucía Olímpica. También le patrocina Altavista.

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