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A la izquierda, Antonio Morales con recortes de periódicos y antiguos carteles; a la derecha, en una foto de equipo con el Orient-Puerto. Nacho Carmona / SUR
Antonio Morales, el decano del voleibol malagueño
Voleibol

Antonio Morales, el decano del voleibol malagueño

El exdocente, que cumplió 80 años esta semana, llevó desde los banquillos a tres equipos locales a la máxima categoría: el Orient-Puerto, el Cinter y la Universidad de Málaga

Nacho Carmona

Málaga

Domingo, 26 de mayo 2024, 00:44

Antonio Morales cumplió 80 años esta semana. Nació en Arjona (Jaén), pero recaló en la Costa del Sol algunos años más tarde para convertirse en malagueño de adopción. Hoy disfruta felizmente de su jubilación, pero no olvida su glorioso pasado, siempre ligado al deporte y combinando lo mejor de sus dos mundos: la docencia (ejerció de profesor de Educación Física en varios centros de la provincia) y el deporte de élite. Fue el gran artífice de la época dorada del voleibol en Málaga, consiguiendo llevar a la máxima categoría a tres equipos de la provincia hasta convertirse, para el ecosistema del vóley, en el decano de la disciplina en Málaga. Cuenta y rememora para este periódico los detalles de esta época pasada y desconocida para el público en general que hace años pasó a la historia del deporte malagueño.

Se remonta a sus inicios para aportar contexto a todo lo que vino después: «Llegué a Málaga para trabajar en el colegio de los Salesianos, ejerciendo de maestro imprenta (un oficio del pasado) y posteriormente de jefe de estudios. Aquí me vinculé con la cantera del voleibol en esas primeras hornadas de chavales y obtuve la titulación de entrenador nacional de voleibol». Muy vinculado a lo largo de su vida también a la congregación salesiana, asegura que sigue llevando consigo el espíritu de San Juan Bosco. Más allá, trabajó como profesor de Educación Física en el Instituto de Formación Profesional de Vélez y más tarde en el IES Campanillas, en una etapa que duró veinte años. Hace 14 años que pasó a ser pensionista y hoy, afirma, su felicidad son su esposa, sus hijos y sus nietos.

Sus 'batallitas' están cargadas de detalles. Cuenta que cuando comenzó a entrenar, de la mano de los alumnos de Salesianos, allá por 1975, se ejercitaron en diversas ocasiones en un campo de voleibol que existía debajo de las gradas de La Rosaleda, para hacerlo más tarde en los pabellones de Tiro de Pichón, Ciudad Jardín, Pizarra y fundamental y mayoritariamente en el de Carranque, el antiguo pabellón de un complejo que ahora se denomina ciudad deportiva Javier Imbroda. Años más tarde se trasladarían al pabellón del Complejo Deportivo Universitario de Teatinos. Esos fueron los escenarios en los que el voleibol malagueño escribió su historia.

El primero de sus golpes maestros llegó de la mano del Puerto Malagueño, en la década de los 80, que entonces sacó un equipo federado de vóley gracias al patrocinio y la ayuda de la marca relojera Orient. Pasó a llamarse Orient-Puerto. «Por aquellos tiempos Málaga estaba representada por el club de El Palo. Colegialmente no podíamos afrontar los gastos que se generaban y nos enrolamos en un proyecto junto al Puerto Malagueño», cuenta, a la vez que agradece al entonces presidente del club, Julián Torralba, por haber incluido esta disciplina en los estatutos del club.

Defensor del talento local

Esa sería la primera de las tres gestas que conseguiría en el voleibol malagueño. Fiel defensor del deporte local y de la filosofía de cantera, siempre priorizó el talento malagueño por encima de la idea de construir un equipo a golpe de talonario. «Puede que por ser más educador que entrenador», manifiesta. No obstante, Morales confiesa que siempre le ha gustado «la lucha». La competición. Algo que encarna, combina y compatibiliza con los valores del juego limpio y del deporte.

El segundo de sus ascensos a la División de Honor llegaría con el Cinter, un equipo patrocinado por una empresa textil de Alhaurín El Grande, sólo unos años después y en la misma década, la de los 80. «Otro de nuestros primeros pasos en el deporte profesional», señala. Y antes de esta aventura, Morales recuerda con especial cariño la segunda de sus etapas en el Orient-Puerto, donde dirigió un equipo femenino. «¡Tiempos para recordar!», expresa.

Ilustra cada una de las etapas que recuerda con recortes de periódicos de la época y fotos de aquellos equipos, conservados con una enorme delicadeza. Mencionó a tantísimos jugadores con los que trabajó que sería imposible nombrarlos a todos. Eso sí, todas sus etapas comparten un denominador: el sentimiento de pertenencia por trabajar junto a esos grupos de personas.

Introdujo el voleibol en la Universidad de Málaga, equipo e institución con el que consumó su tercer ascenso a la élite. «Fueron diez años inolvidables». Las fotos que enseña evidencian que esta época perteneció a una época posterior: la década de los 90 y principio de los 2000. «Tomamos la aventura de llegar lejos. Quedamos campeones de la División Sur de Segunda. Nos jugamos el ascenso a la máxima categoría en Melilla. Todos a una, amando el trabajo en grupo y la fe puesta en llegar a ello», declara. «El ejercicio da la perfección», redondea. Dulces recuerdos para Antonio Morales, que se proclamó también campeón mundial universitario.

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