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Aunque resulte irónico por su marcada diabetes, Álex Ruiz está en el punto más dulce de su carrera. Pese a que sólo tiene 27 años, ... el alhaurino lleva años compitiendo al máximo nivel mundial, pero este año con su progresión y su unión a uno de los grandes referentes del World Padel Tour, Franco Stupaczuk, ha dado el salto, se ha reafirmado como el mejor jugador malagueño masculino de la historia, y al fin, se ha alzado con su primer título de campeón de uno de los torneos del circuito, el Open de Cerdeña, que arrebató a Paquito Navarro y Martín di Nenno.
-¿Cómo se duerme después de ganar un título?
-Con una alegría increíble. Son muchos años peleando por esto... Cuando vi cómo caía la última bola me vinieron tantas cosas a la cabeza que no podía ni pensar. Un vacío brutal es lo que sentí.
-Llega a irse el partido al tercer set y le da un infarto…
-Hubiera sido de locos. Ya estábamos en reserva desde octavos de final (ríe).
-¿Estuvo especialmente pendiente de su evolución de la glucosa durante la final?
-Bueno, eso lo hago siempre. Miro el azúcar y ya veo si tengo que hacer algo al respecto o seguir.
-La Coca-Cola le ayuda, ¿no?
-Bueno, eso es si estoy bajo de azúcar. La Coca-Cola es azúcar pura y dura y es por si necesito un ajuste drástico, para que no me de una pájara. No es bueno, pero la diabetes es un mundo y la mía es muy agresiva, así que a mi me viene bien.
-Bueno, y la final fue la soñada para usted… Contra su gran amigo y a la vez máximo enemigo en el circuito, Paquito Navarro…
-Sí, totalmente (ríe). Me dio la enhorabuena, me dijo que me lo merecía y que lo disfrutara mucho. Antes del partido nos moríamos de risa hablando y comentábamos que uno de los dos se 'desvirgaba' esta vez, o yo o su compañero Martín di Nenno, que no teníamos ningún título.
-Al sevillano nunca le había ganado antes en el circuito además…
-No, en el circuito nada. En un Campeonato de España sub-23 le gané en la final.
-¿Qué le hubiera faltado a la final para ser perfecta?
-Hombre, para mí ha sido perfecta (ríe). Pero, a ver, si hubiera estado presente mi familia y en Málaga habría sido increíble
-¿Ahora le toca tatuarse un recuerdo de Cerdeña?
-Hombre, con mi entrenador, Jorge Cárdenas, habrá que hacerse algo. Teníamos una apuesta y hay que cumplirla (ríe).
-Da la sensación de que todavía no se lo cree, ¿qué se le ha pasado por la cabeza en estas horas?
-Muchas cosas, mucha gente… Estoy respondiendo miles de mensajes, da gusto ver el apoyo de tantísima gente. Estoy en una nube, todavía no soy consciente de que he ganado un torneo, algo por lo que llevo peleando tantísimos años. Sólo siento felicidad. El trabajo ha tenido su recompensa.
-Además, esta vez realmente no lo esperaban, ¿no? Al ser la reaparición de Stupaczuk tras pasar la Covid…
-Totalmente. Nosotros decíamos «bueno, jugar es un premio», porque tal y como estaba hace unos días esto era imposible.
-¿Sintieron presión? Porque es cierto que comenzaron el año como pareja revelación, llegando a dos finales, y luego fueron algo más irregulares.
-Nada, presión cero. Era un premio poder jugar. Hace 10 días, Franco estaba con 38 de fiebre y no se podía mover del sofá.
-Este resultado le servirá como reivindicación personal porque había gente que no confiaba en que usted llegase a este nivel.
-Como todo, hay cosas positivas y negativas. Uno no le va a gustar a todo el mundo. Hay gente a la que no le gusta mi juego, no le gusta cómo soy… Hay que saber llevarlo y encajar las críticas
-Además fue el 'MVP' de la final. Desde fuera, se ve merecido. ¿Usted sintió que estaba llevando el peso de la pareja esta vez?
-Es verdad que yo tuve un poco más de definición, pero la batuta la llevó Franco: sostuvo el partido, es la cabeza pensante de la táctica. Yo me encargué de finiquitar los puntos, pero el trabajo' sucio' lo hizo él.
-Él, el cerebro; usted, el músculo…
-Totalmente (ríe). Aunque tampoco tengo mucho...
-¿Cuántos carros de bolas semanales invierte para firmar esos remates? Porque hace dos temporadas no tenía ese 'smash'…
-Pues no crea que muchos porque el brazo no me lo permite, pero es verdad que hemos trabajado mucho en ello. Además la Clínica Sohail y mi preparador, César Díaz, son los que permiten que mi brazo esté así. Hace dos años el brazo se me caía, se me sobrecargaba mucho y no podía seguir.
-Ahora sólo falta que los grandes nombres del circuito empiecen a verle como uno más de ellos, ¿no?
-Bueno, yo voy a seguir siendo el mismo y trabajando con humildad. Si la gente me ve con otros ojos es su problema. Este es sólo un torneo y el equipo quiere más.
-Al principio del curso, me dijo que unas cuantas finales caerían este año. De momento van tres. ¿Hay expectativas de más?
-Todas las que lleguen, bienvenidas sean. Es muy difícil llegar, y si lo hacemos, significa que se han hecho las cosas muy bien.
-Pase lo que pase, ya tendrá el reconocimiento de ser el primer malagueño de la historia en hacerse con el título de una cita del World Padel Tour en categoría masculina…
-Sí, lo vi cuando lo publicasteis. Me sentí muy orgulloso. Para mí es increíble ser el primero en conseguirlo, es una satisfacción brutal.
-Con los 1.000 puntos del campeonato, ¿dan un salto en la tabla o mantienen posiciones?
-Creo que nos quedamos ahí, pero estamos en la lucha por ser la pareja cuatro. Queda muchísima temporada todavía.
-Y ahora al Máster de Barcelona...
-Sí, ahora mismo Franco y yo estamos destruidos, no podemos ni movernos (ríe). Así que primero, 'fisio' y recuperación, y en dos días, a jugar otra vez al máximo nivel que tengamos.
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