Aguilar, el rey de los esfuerzos agónicos

Esta disciplina, reconocida por la Real Federación Española de Atletismo desde 1985, va ya por 37 ediciones, pero lo más significativo es que Aguilar consiguió en unas difíciles condiciones climáticas, como las que hubo en Burjassot, la tercera mejor marca nacional de la historia (el récord es de 2006, de José María González, con 6h.23:44) y la segunda de los campeonatos. Su registro fue de 6h.27:38. Lejos de contentarse con eso, el atleta afincado en Campanillas obtuvo también el récord de España de seis horas, con 93,633 kilómetros recorridos. El manresano Manel Deli (6h.36:39) fue segundo, y el último lugar del podio fue para el murciano Francisco Mariano Martínez, con 6h.49:19.

Si en 2022 hubo pleno en el cajón final con malagueños, junto a José Antonio Urbaneja (Atletismo Cártama) y Dani Moreno (Trops-Cueva de Nerja), en esta ocasión ambos se quedaron fuera del podio, pero muy cerca, porque Urbaneja (7h.08:37) fue quinto, y Moreno (7h.08:41), sexto. Y hubo más representación, con Francisco Rueda (8h.23:20) y Jesús Gutiérrez (8h.46:51), ambos del Guadalhorce, decimosexto y decimonoveno, respectivamente, y Cristóbal Ortigosa (Trops-Cueva de Nerja, con 9h.09:23), vigésimo primero, con lo que no es exagerado afirmar que Málaga domina en el ultrafondo nacional.

Más de 200 atletas lucieron dorsal en alguna de las pruebas del denominado Festival de Ultrafondo, y de ellos 66 formaban parte del Campeonato de España de 100 kilómetros. El circuito fue por la avenida exterior del Polideportivo y del Pabellón Municipal de Burjassot. Era de sólo un kilómetro, con 500 metros de ida y vuelta, con un giro de 180 grados. Visto así, una tortura psicológica, porque había que dar cien vueltas al mismo paisaje. «En 2022 el día acompañó más, aunque también era exigente el trazado, pero esta vez, si bien empezamos con una buena temperatura, a las 8.00, en torno a las 10.30 o 11.00 ya teníamos cerca de 30 grados y viento», relata Aguilar a este periódico. El temido 'muro' del maratón, en pruebas como esta se torna en toda una cordillera... «A partir del kilómetro 60 o 70 entras en un mundo desconocido», se sincera. Incluso, le salieron 360 metros de desnivel por vuelta.

En estas condiciones tan exigentes y, además, sobre asfalto, mejoró casi doce minutos su anterior mejor marca (6h.39:36). «Si los tres primeros hubiésemos ido con la selección española habríamos sido plata en un Mundial. El kilómetro 50 lo pasamos a ritmo de récord del mundo, con tres horas y cinco minutos, y a dos horas y 35 minutos en el maratón (42,195 kilómetros)», analiza satisfecho el malagueño, que trabaja como técnico en Málaga Deporte y Eventos.

Tamaño esfuerzo precisa una hidratación y nutrición especiales. La víspera cenó salmón con arroz y aguacate, pan, agua y varias onzas de chocolate, aunque la carga de hidratos de carbono la inicia en estos casos 48 horas antes de la competición con arroz y cuscús, y sin alimentos con mucha fibra. Y durante la prueba ingirió geles, plátanos, alguna barrita energética, agua, sales y Aquarius.

«Es una inyección de moral muy fuerte. Me quedan muchos años a este nivel y me apetece seguir a ver hasta dónde soy capaz de llegar», reconoce ante su segundo test en los 100 kilómetros, una prueba en la que, por razones obvias, el calendario de participaciones está muy dosificado.

Aguilar debería poder participar ahora en el Europeo de la distancia (se alterna por años con el Mundial de la disciplina), pero es aquí donde llegan los problemas. Para empezar la prueba no está convocada aún, sin sede. Asimismo, en 2022 tampoco pudo. «El año pasado se compitió en junio (en Santander) y los criterios de clasificación para el Mundial, en septiembre, se sacaron en mayo, con muy poca antelación para reaccionar», recuerda Aguilar, que aporta otro dato relevante: «No estoy seguro, pero creo que soy el único español que ha sido internacional absoluto en atletismo y triatlón».

Las mínimas para participar en 2022 fueron de 6 horas y 55, criterio que cumple sobradamente el malagueño, que se topa con una prueba un tanto maldita para los organizadores en lo económico. De hecho, en España hay apenas cuatro o cinco competiciones de este tipo al cabo del año. Tras el título nacional el ultrafondista malagueño tiene previsto estar en la Subida al Veleta, en la primera semana de agosto, con 50 kilómetros de durísimo trazado, con un desnivel positivo de 2.600 metros, «como adaptación a lo que salga después».