Secciones
Servicios
Destacamos
Marina Rivas
Domingo, 5 de marzo 2017, 00:28
Portero, modelo y futuro arquitecto. No sabe lo que le deparará el futuro, pero en el presente sólo piensa en esforzarse para intentar compaginar sus tres pasiones. Con 25 años, el malagueño Carlos Barbero ya lleva cinco jugado con el Guadalajara en la máxima categoría del balonmano nacional, la Liga Asobal. Una competición exigente que disputa mientras cursa la carrera de Arquitectura en la Universidad de Alcalá y, además, intenta hacerse hueco en el mundo del modelaje. Algo más que una afición que lo llevó a desfilar el pasado mes de febrero en la pasarela más reconocida del país, la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid.
Igual que otros grandes nombres que diera la provincia en este deporte, Barbero creció en la cantera del Maristas, aunque sus cualidades bajo palos y su proyección lo llevaron a seguir ascendiendo profesionalmente hasta que, en 2011, fichó por el club granadino Ángel Ximénez, que se encontraba en División de Honor Plata (segunda categoría nacional) cuando fichó por él. «Antes de dedicarme al balonmano hacía de todo: fútbol, tenis, pádel, golf... Pero al final me decanté por este deporte. Ya es tradición familiar, porque mi padre también fue portero de balonmano, y también jugó en el Maristas», rememora el malagueño. A lo que destaca: «Él disfruta de esto tanto como yo, y me da muchos consejos».
No pasa desapercibido Barbero cuando salta a la pista, y es que el guardameta mide 1,93 metros. «En este deporte la altura es muy importante, por supuesto, cuanto más alto seas, mejor. Aunque tengo que decir que no soy el más alto del equipo, de hecho estoy en la media», asegura.
Barbero acumula casi ochenta internacionalidades en la selección española y un gran palmarés a sus espaldas en categorías desde cadete a júnior. «Aquello era una pasada, éramos un grupo increíble y además conseguimos varios títulos importantes, como el oro en el Europeo Júnior de 2012 o la plata en el Mundial de 2011», rememora. Aunque eso fuera una época pasada, actualmente sigue jugando en la selección nacional universitaria. Sobre la que añade: «El año pasado quedamos terceros del mundo en el campeonato que se celebró en Antequera. Fue increíble poder jugarlo en mi tierra». Y es que, a pesar de llevar una vida totalmente ajetreada, el costasoleño sigue acudiendo a su tierra con frecuencia. «Echo mucho de menos Málaga. De ahí que siempre que puedo voy para allá», asegura. Aunque lo tiene complicado, porque cuando no está jugando, está estudiando o desfilando.
«Siempre me gustó mucho el mundo de la moda. Tengo una prima que también conoce este mundillo y me da consejos. Todo empezó por un casting al que me presenté en mayo del año pasado, y ahora estoy con la agencia Blow Models», explica. Desde entonces, Barbero ya ha sido modelo de fotografía para marcas como Pedro del Hierro, Cortefiel o Décimas, y también ha hecho sus pinitos sobre alguna que otra pasarela.
«Una de las mejores experiencias que he vivido hasta ahora ha sido en Milán. Estuve un mes allí, y en ese tiempo tuve que aparcar el tema deportivo. Allí hacía hasta cuatro o cinco casting diarios y llegué a desfilar en una presentación de la marca Kappa para la temporada siguiente», recuerda. Aunque sin duda, su mayor alegría vendría hace tan sólo un mes, cuando, de la mano de la marca Gustó, Barcelona, se incorporó a la pasarela de la Mercedes Benz Fashion Week, la cita más relevante del mundo de la moda celebrada en España, en este caso, para las colecciones de otoño-invierno 2017-2018. «Ha sido increíble... Toda una explosión de emociones. Iba nervioso, pero tampoco demasiado, porque si nos encontrábamos allí era porque estábamos capacitados para hacerlo y sabíamos desfilar», argumenta el guardameta, que ha empezado a comprobar en persona la dureza de esta nueva carrera que está empezando. «Cuando estás detrás de un desfile te das cuenta de que es un mundo exigente, pero es normal, porque hay muchísimo trabajo detrás. Todo tiene que salir perfecto», explica el malagueño.
Moda, deporte y universidad. Y es que más allá de estas dos primeras pasiones, Barbero es consciente de que contar con una base de estudios es fundamental, y más cuando se hace por vocación, como es su caso. «El poder trabajar como arquitecto es una de las cosas que siempre he querido hacer. Ya llevo cuatro años en la carrera y me está resultando muy bonita. Cuando acabe y realice el máster, espero poder ejercer esta profesión», destaca. Quizá en un futuro se vea obligado a elegir uno de los tres caminos, pero de momento no está dispuesto a abandonar ninguno de ellos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.