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Ortega dando directrices durante el primer entrenamiento de la concentración de Japón en Málaga.
Ortega, una vida en la élite

Ortega, una vida en la élite

El exjugador de balonmano regresa a la ciudad al frente de la selección de Japón para preparar el Mundial de Francia

marina rivas

Sábado, 31 de diciembre 2016, 00:27

Toda una vida dedicada a este deporte y con vistas a seguir engordando su currículum. Antonio Carlos Ortega se ha conformado como una de las grandes personalidades deportivas que ha dado Málaga gracias a una innumerable trayectoria de triunfos en la élite del balonmano nacional e internacional con el Barcelona y la selección española. Seis copas de Europa, cinco Supercopas de Europa, una Recopa o seis Ligas Asobal son algunos de sus grandes méritos. Aunque si hay uno que recuerda con especial interés es la presea que logró en los Juegos de Sidney 2000, mientras defendía los colores nacionales. «Viví grandes momentos con la selección, pero sin duda una medalla olímpica siempre tiene mucho peso. Además, esa misma temporada conseguimos dos grandes logros: el bronce en el Europeo y ese tercer puesto con España en Sidney», rememora.

Una vida ligada al deporte de élite, aunque sus comienzos fueron más modestos. Y es que el exjugador comenzó su andadura en el Maristas, donde coincidió con otros malagueños con los que más tarde compartiría vestuario, como con Quino Soler, en el equipo azulgrana. «En un principio no te planteas ninguna meta profesional pero luego vas alcanzando determinadas metas y subiendo escalones y te acabas por meter en este mundo», explica el exjugador internacional.

Su retirada

Sin embargo, una lesión rotualiana le obligó a alejarse de la competición a los 33 años, en 2005. «Parece ser que la operación no fue del todo bien. Al final tuve que retirarme porque veía que era un sufrimiento jugar. Fue un tema delicado, estaba bastante mal», argumenta sobre su retirada. A lo que añade: «Si hubiera ido de otra forma, quizá podría haber jugado unos años más y más aún teniendo en cuenta todas las técnicas que hay hoy día para alargar la vida profesional de los deportistas». Eso sí, una retirada sólo en su faceta como jugador.

Tras once temporadas en las filas azulgranas y 147 internacionalidades en la selección nacional, Ortega pasó a dedicarse íntegramente a desarrollar su papel como entrenador. «No fue una decisión que me llegara por casualidad. Llevo entrenando a niños desde que empecé en el Maristas. Incluso, cuando estaba en el Barcelona fui técnico del equipo infantil e incluso gané con él el campeonato de España en la campaña 2002-2003», destaca. Además, durante sus once temporadas en el cuadro catalán, aprovechó para licenciarse en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF) y sacarse la especialización en balonmano. «Quería seguir sea como sea vinculado a este deporte», reconoce.

Debutó como técnico de forma exitosa en el Balonmano Antequera, consiguiendo que el equipo ascendiera de categoría. Tras esto, pasó a dirigir al MKB Veszprèm, cuadro con el que ganó durante tres temporadas la liga húngara. Y, a día de hoy, dobla como entrenador, por un lado del campeón de la liga danesa, el Kolding y, por otro, como seleccionador nacional de Japón.

«Japón es un país que despierta pasión. Me sedujo la idea de ser su seleccionador», explica. A lo que añade: «Tienen mucha técnica, son los jugadores más disciplinados que he visto hasta ahora, pero físicamente les falla la envergadura», sentencia. Cuestión que no impidió que sus chicos se hicieran con el bronce del campeonato asiático esta temporada. Y es, precisamente con ellos, con los que Ortega ha vuelto a Málaga en una concentración cara al Mundial de Francia de 2017, que se celebrará del 11 al 29 del próximo mes de enero. «Me dieron la oportunidad de hacer la concentración en Málaga y creo que mis jugadores lo van a disfrutar mucho. Yo también echaba de menos mi tierra, siempre gusta volver», se sincera.

Sin embargo, su paso como seleccionador nipón tiene sus días contados, ya que esta será su última temporada, al considerar él mismo la necesidad de un entrenador dedicado de forma íntegra al equipo. Por lo que se centrará en su otro equipo. «Ser jugador es más fácil, al final sólo dependes de ti. Cuando eres entrenador, hay más responsabilidad en juego, es más complicado. Eso sí, cuando salen las cosas bien, también es más gratificante», reconoce. Y él tiene la clave. «Lo importante para ser entrenador está en aprender a pensar y confiar siempre en tu trabajo», destaca. Quizá, su futuro, además de seguir siendo técnico del Kolding, esté más cerca de su tierra en un futuro. Y es que, este mismo año, su nombre sonó para liderar la selección española, aunque más tarde se optara por otro candidato para el puesto. «Fue un honor poder estar entre los señalados para cubrir el puesto de seleccionador nacional. A quién no le gustaría ser seleccionador de su país», se sincera. Contento con su rol actual, el malagueño seguirá dedicándose, en cuerpo y alma, a aquello que mueve su vida: el balonmano, eso sí, por el momento, fuera de España.

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