Fátima Ávila-casanova
Domingo, 6 de noviembre 2016, 00:39
El Ironman es famoso por ser la competición más dura del mundo y no es para menos, ya que aquellos que deciden participar en él deben nadar 3.800 metros, recorrer en bici 180 kilómetros y completar una carrera a pie de 42,2 kilómetros, todo ello en la misma jornada. La preparación para esta prueba es dura y requiere de una gran disciplina, pero no es un reto imposible de conseguir. Los triatletas del Real Club Mediterráneo que se han clasificado para el Mundial de Ironman de Hawái, Rubén Bravo (36) y Juan Carlos Galindo (56), desvelan cuáles son las claves para entrenarse para una prueba de esta envergadura.
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El triatlón de larga distancia, denominado Ironman y que recibe el nombre de la franquicia organizadora del evento, es la competición deportiva más exigente de cuantas se practican. Además, el Ironman de Hawái es la prueba mundial más antigua y prestigiosa de triatlón y se organiza anualmente en una de sus islas. El deportista además de resistente, debe ser rápido y completo en todas y cada una de las tres especialidades que se realizan sucesivamente nadar, montar en bicicleta y correr. En todo momento, hay que soportar una exigencia mental muy dura, que es la que finalmente lleva al atleta al éxito de cruzar la meta.
El Ironman tiene su origen en 1978, cuando un comandante de la marina norteamericana propuso combinar tres pruebas ya existentes para seleccionar a los mejores atletas. Por ello, solo los deportistas más destacados cuentan con la posibilidad de acudir cada otoño a la isla del Pacífico para, entre carreteras de lava y bajo un sol abrasador, alcanzar la gran meta. Para optar al Ironman de Hawai es necesario clasificarse en una de las competiciones previas que hay distribuidas por todo el mundo.
Lo primordial es tener claro que el Ironman no es de superhéroes, como explica el entrenador y triatleta del Real Club Mediterráneo Rubén Bravo:«Un Ironman lo puede hacer cualquiera, lo que no está al alcance de todo el mundo es bajar de las nueve o diez horas. Es cierto que psicológicamente es duro, pero en el apartado físico cualquier persona que esté sana, le guste el deporte y tenga unos hábitos de vida saludables puede plantearse prepararlo». Una vez que el triatleta sabe que es un reto posible de conseguir hay que pensar en el equipamiento que se necesita, especialmente en la bicicleta, que es lo más costoso y lo que marca las diferencias, como afirma Juan Carlos Galindo:«Cada vez hay más nivel y los puestos se asignan en menos tiempo. Por ello, el competidor debe estar fuerte y ser puntero en equipamiento, porque a lo mejor en un minuto pasas de ser segundo a ser octavo. Un buen material te da ese plus que necesitas. A la hora de hablar de calidad nos referimos a una bicicleta, que te puede costar 11.000 euros. No obstante, también las hay buenas a partir de 3.000. Lo que hay que tener claro es que, si quieres clasificarte para Hawái, tienes que tener ese plus».
Entrenamientos
Una vez que el triatleta cuenta con el material y las ganas necesarias es la hora de hablar del entrenamiento que hay que completar para participar en una prueba tan exigente. «Entiendo que con menos de 12 horas semanales es muy difícil hacer un Ironman. Con ese tiempo eres capaz de conciliar trabajo, familia y entrenamiento, ya que estamos hablando de deportistas amateurs. En mi caso, este último año, en el que me he centrado más en preparar el Mundial, le he dedicado unas 24 horas semanales, aproximadamente en unas 12 sesiones. Es decir, que no descansando ningún día había jornadas que hacía dos entrenamientos (mañana y tarde). De este tiempo, un 55 por ciento lo dedicaba a la bicicleta, entre un 30 y un 35 por ciento a la carrera, y entre un 10 y un 15 por ciento a la natación», apunta Galindo. A ello hay que sumarle las sesiones en el gimnasio durante varios días a la semana. Rubén Bravo, además, explica: «Las intensidades van variando en función de la parte de la temporada en la que nos encontramos. No obstante, dos meses antes de la competición suelo recorrer unos 500 kilómetros semanales con la bici».
Ambos deportistas coinciden en que una de las partes más complicadas del Ironman es la psicológica, aunque el entrenador del Club Mediterráneo matiza que no es tan fuerte el bajón que te puede dar durante la prueba como aquel que se produce durante su preparación: «Son muchos meses y todos los días uno no tiene ganas de correr. A esto hay que sumarle los problemas familiares, el estrés del trabajo, etc. Por ello, es importante que los entrenadores estemos pendientes del día a día del deportista y sepamos cuándo tenemos que animarlo». Galindo, por su parte, asegura que él siempre siente tres o cuatro momentos de vacío durante la competición:«Ahí es cuando no puedes defraudarte y tienes que pensar que te has entrenado duro para ese día».
La alimentación es otro de los factores a tener en cuenta. Es cierto que no es necesario realizar ninguna dieta estricta, pero, como ambos aseguran, «es imprescindible llevar una vida sana y tener una alimentación equilibrada». Esto significa decir adiós a helados, dulces, fritos e intentar tomar las proteínas a la plancha.
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Para terminar, y aún a riesgo de sonar desalentador, hay que tener claro que el bolsillo se debe tener bien cargado. Cada prueba de la marca Ironman cuesta una media de 600 euros, la inscripción para el Mundial asciende a 1.000 euros;y a todo ello hay que sumarle los gastos del viaje, alojamiento, etc. En España solo se celebran las pruebas de Barcelona, Mallorca y Lanzarote. Además, se organizan unas 40 carreras más alrededor de todo el mundo que otorgan la clasificación para el Mundial.
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