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carlos pajariño
Viernes, 23 de septiembre 2016, 07:33
«Yo estaba en lo alto, pero una lesión lo truncó todo». Con una sola frase, Ernesto Velázquez (Rota, Cádiz, 1988) resume su último año como jugador profesional de bádminton. El que llegara a ser uno de los mejores jugadores de España en este deporte rememora aún con resquemor en sus palabras lo que sintió en el momento en el que su rodilla derecha dijo basta. Ahora, en el Benalmádena, Velázquez trata de volver al nivel que lo llevó a triunfar en Europa y Latinoamérica. Para él, su estancia en España es un nuevo comienzo.
«Una vez dije: Si tengo que volver al bádminton español, dejaré el bádminton», cuenta Ernesto sobre una competición, la española, que lleva rechazando desde que probó salir a otros países. «Pero mi vuelta es un modo de volver al bádminton internacional. No puedo ni debo ir ahora a un club de fuera y jugar partidos al límite. El cuerpo no está para eso ahora mismo. Mi juego es de mucha velocidad y control, y tengo que ir haciéndome a ello poco a poco».
Velázquez dice que su cuerpo no está para jugar al límite ahora mismo porque aún no está del todo recuperado de la lesión del ligamento cruzado de la rodilla derecha que tuvo hace casi un año. «A eso se le unió una rotura de menisco que hizo todo más complicado», rememora el jugador. «Me molesta en muchos momentos del día, trabajando y jugando, pero no me puedo quejar. Estoy en la pista metido porque es lo que me gusta». Reconoce que no sabe cuántas jornadas va a jugar, pero tiene claro que necesita minutos este año como sea.
El gaditano ha llegado a Benalmádena esta temporada a coste cero, porque ambas partes tienen claro que la estancia de Velázquez en la Costa del Sol se debe a su voluntad de volver a la competición internacional. Allí siempre se sintió mucho más a gusto que en España:«Yo estuve muchos años en la liga española, pero nunca terminaba de despuntar. En el tiempo que estuve aquí siempre fui visto como ese que tenía mucho talento pero no daba el salto competitivo para demostrarlo. Por eso me fui, porque necesitaba algo nuevo».
Un club en una ciudad costera de Dinamarca, el Aalborg, apostó fuerte por él. Y no dudó: «Cuando llevaba una semana allí, descubrí que era mi sitio. Empezaron a llegar los resultados y me sentía a gusto tanto dentro como fuera de la pista». Esa sensación de bienestar que jamás pudo experimentar en España se frenó en seco cuando llegó una lesión, algo menos grave que la que padece ahora pero igualmente desmotivante para él:«Al año siguiente regresé, pero me costó adaptarme al ritmo. Era la primera lesión seria que tenía y me sentí un poco solo porque veía de nuevo los fantasmas de que mi carrera se quedase estancada».
Fue entonces cuando Velázquez decidió abandonar el que hasta ese momento había sido el único sitio donde se había sentido a gusto como profesional. Yse decidió por un sitio aún más exótico, México: «Allí estuve como entrenador y jugador, y me encantó la experiencia. Tengo que reconocer que jugando me puse en un modo bestia, y llegaron muy buenos resultados». En el país centroamericano, logró su mejor posición de siempre en el ranking, la 89.ª. Y en torneos internacionales como los de México, Maribyrnong y Sydney estuvo entre los mejores del mundo.
Un viejo conocido
Ahora, en Benalmádena, Velázquez tiene el reto de ser lo que un día fue. Él afirma categóricamente que de no ser por el técnico del club, Eduardo Herrero, no estaría de vuelta en España:«Si hay alguien con quien estoy a gusto es con él. Siempre he tenido buena relación con Copi (como popularmente se conoce a Herrero en el mundo del bádminton) y él me convenció de que este era el sitio adecuado para conseguir mi meta de volver a la élite». Copi entrenó con Velázquez durante muchos años en diferentes categorías, la primera de ellas la selección andaluza sub-15. Posteriormente, ambos coincidieron en la selección española sub-17 y sub-19.
Para Herrero no hay dudas:Velázquez puede llegar a ser de nuevo uno de esos jugadores que marcan diferencia. El preparador del Benalmádena argumenta que su precocidad es una muestra del talento que está convencido de que todavía posee:«Fue la primera medalla de España en unos Europeos de bádminton. Mucho antes del boom de Carolina Marín». La medalla a la que se refiere es el bronce en los Campeonatos de Europa sub-19 de 2007, dos años antes de la plata de Marín en ese mismo torneo. Así pues, con las ganas de volver, y con el apoyo de su entrenador favorito, Ernesto Velázquez aspira en la tranquila Benalmádena a volver a ser lo que siempre fue: una estrella.
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