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Enrique Miranda
Miércoles, 23 de septiembre 2015, 07:45
Apenas han pasado 48 horas de su destitución y todavía tiene que asimilar este cambio repentino en su carrera. Después de tres años repletos de éxitos en el Veszprém húngaro, uno de los equipos más pujantes del balonmano europeo, el club comunicó públicamente su despido el lunes por la mañana, tras un irregular inicio de temporada.
El entrenador malagueño Antonio Carlos Ortega atiende a este periódico desde Budapest, donde está instalado con su familia desde 2012: «No sé qué decir, no tiene mucha explicación. Es verdad que en este club se trabaja con una presión máxima, lo supe desde el primer momento. Pero creo que todo esto ha sido muy precipitado», asevera.
Ortega renovó su compromiso con el club el año pasado hasta 2017, tras tres años en los que ha conquistado tres títulos de Liga, tres de Copa y un subcampeonato de Europa. En las últimas semanas los resultados no han acompañado al equipo, que empató en la primera jornada de la Liga de Campeones y perdió en Doha la final de la Superglobe, un mundial oficioso de clubes. Sin embargo, no parecen motivos suficientes para despedir a un entrenador que le ha dado un salto de calidad al club. «La decisión se toma por motivos deportivos, yo creo que no hay otra explicación», comenta el técnico. La prensa húngara apunta a una tensa relación con algunos jugadores, como el veterano croata Renato Sulic, aunque Ortega cree que este no es el motivo de su despido: «He tenido un vestuario difícil, eso es cierto, con varias estrellas y unas más complicadas que otras. Cuando ha habido que apretar, he apretado. Pero la relación con el vestuario, durante el 99 % del tiempo que he estado trabajando con ellos, ha sido excelente», asegura. Varios jugadores le han mostrado su apoyo, y algunos incluso de manera pública, como el húngaro Laszlo Nagy.
Su ayudante y amigo, Xavi Sabaté, llevará el equipo de manera provisional: «Él se quería ir también, pero tiene contrato y entiendo que se quede. Me ha apoyado en todo».
Su futuro, en el aire
Ortega termina su relación con el Veszprém con la satisfacción del deber cumplido: «Creo que mi rendimiento como entrenador durante estos tres años ha sido de notable alto o sobresaliente. Creo que en este sentido no tengo que demostrar nada. También he crecido como entrenador aquí y en ese aspecto todos son agradecimientos hacia la gente del Veszprém», declara, pero explica: «Aunque insisto en que la presión dentro del club es excesiva, después de cada partido, de cada resultado, es algo que creo que tiene que cambiar cara a lograr mejores resultados».
El malagueño es consciente de que ahora el mercado «está muy cerrado». Seguirá en Hungría hasta diciembre, ya que sus hijos están escolarizados allí. Si entonces no recibe una propuesta atractiva, se pensará si regresar a España. «Estaría bien recibir una oferta de Hungría, ya que así no tendría que mudarme. Pero esto no es fútbol. El mundo del balonmano es mucho más limitado», concluye el exentrenador del Antequera.
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