Iván Gelibter
Miércoles, 29 de octubre 2014, 01:39
Ya son más de 20 años los que lleva Carolina Navarro entrando a menudo en una pista de pádel. Los primeros años 90 trajeron a la capital de la Costa del Sol las primeras instalaciones, aunque nadie fue capaz de prever el éxito que este deporte tendría en la vida social de los españoles. Esa evolución ascendente tiene cierta similitud con la carrera de la jugadora malagueña, que empezó en el tenis y que encontró en el pádel su deporte, llevándola a ser la más laureada tanto en España como en el resto de países en los que se practica esta disciplina.
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Navarro quedó campeona del mundo por selecciones y subcampeona por parejas, formando dúo con Marta Ortega, en el duodécimo Mundial de Pádel, celebrado en Palma de Mallorca el pasado fin de semana. Pese a este más que evidente éxito, la competición tuvo momentos oscuros para Navarro. Pese a ser la jugadora más experimentada de la selección y estar al mejor nivel de la temporada, el seleccionador nacional, Jon García Ariño, decidió dejarla en el banquillo durante la final por selecciones contra Argentina. «Cuando vi que Jon me había dejado fuera, el primer sentimiento fue de tristeza. Creo que todas estábamos al mismo nivel, y el seleccionador siempre había puesto en valor la importancia de la experiencia». Navarro había jugado hasta entonces todas las eliminatorias sin perder un solo set, y no fue hasta unos minutos antes de salir a la pista cuando García Ariño (exseleccionador de menores) hizo público el nombre de las seis jugadoras titulares. «Ninguna jugadora sabía que esto iba a pasar, y todas se mostraron muy sorprendidas», declara la malagueña. «No es que considere que fuera una decisión injusta, pero no voy a ocultar que pienso que por una cuestión de veteranía y de nivel merecía estar en la final».
Pese a ello, la decisión que tomó el pasado jueves por la mañana el seleccionador nacional muy criticada en el ambiente del pádel y en las redes sociales fue un revulsivo para Navarro. El reglamento de los campeonatos del mundo oficiales (el World Padel Tour es oficioso) no permite que la competición por equipos la disputen dos jugadoras de diferente país. La argentina Cecilia Reiter ha sido la compañera habitual de Navarro durante las últimas temporadas, pero en esta ocasión tuvo que formar pareja con Marta Ortega, de 17 años, gran revelación del mundial. Con ella debía enfrentarse a parejas argentinas y sobre todo a españolas muy consolidadas, como las hermanas Sánchez Alayeto o Elisabeth Amatriaín y Patricia Llaguno.
El sorteo, además, les deparó en cuartos de final un choque contra las número 1 del cuadro, la histórica Itcíar Montes y Alejandra Salazar, un choque que se celebró al día siguiente de la eliminatoria por selecciones, en la que la malagueña vivió la agridulce victoria. «Desde que me desperté sabía que había que tener intensidad, y lo ocurrido el día anterior me hizo salir a la pista a jugar los cuartos de final con mucha rabia interna», apunta. «Tenía que demostrar que estaba a buen nivel y que no me merecía haber estado por primer vez en el banquillo. Nos salió un partidazo, y eso que en muchos momentos incluido el tercer set parecía que estábamos fuera del partido. Pero era uno de esos días en los que tocaba ganar, y ganamos».
Reivindicación
Vencer a las número uno con una compañera «algo inferior por una razón exclusiva de edad y de experiencia» no solo significó pasar a semifinales, sino que en los círculos padelísticos esto se entendió como una reivindicación de que es más que probable que Carolina Navarro siga siendo la mejor jugadora del mundo, lo que reafirmó más entre el público la injusticia de la final por selecciones. Las semifinales tuvieron morbo también, pero en este caso porque Carolina se enfrentaba a Cecilia Reiter, su compañera de las últimas temporadas. Como en los cuartos, el partido duró más de horas y media divididas en tres sets muy disputados, pero la experiencia de la malagueña y el juego sobresaliente de Marta Ortega las llevó a una final a la que era más que complicado acceder. El juego de Amatriaín-Llaguno fue demasiado bueno en esta ocasión, pero Carolina consiguió un subcampeonato que sabe a mucho más.
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Fernando Alonso reconoció que su mejor mundial fue el del año 2012 pese a quedar segundo, y la malagueña está de acuerdo en que su caso es muy similar. «Ni hoy soy tan buena ni hace un mes era tan mala», declara, tras hacer una confesión sorprendente: «Voy para arriba; cada día me veo mejor y eso es porque estoy aprendiendo». ¿Se puede aprender tras 20 años de carrera? «Sí, sobre todo a nivel táctico», responde. De lo que sí se puede estar seguro, visto lo visto, es que por mucho que siga mejorando la leyenda viva del pádel femenino tiene nombre y apellidos aunque alguno no quiera o no pueda verlo:Carolina Navarro.
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