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Mario García ata los cordones de su zapatilla en las instalaciones del Real Club Mediterráneo.
Aspirante a matrícula de honor

Aspirante a matrícula de honor

El triatleta malagueño Mario García, de 21 años, ratifica su progresión con el título del Nacional sub-23 en la prueba de 5.000 metros

MIGUEL CÉSPEDES

Miércoles, 9 de julio 2014, 14:42

Llega puntual y montado en su bicicleta a las instalaciones del Real Club Mediterráneo, lugar donde se entrena a diario. Espigado, fibroso, rubio y con una sonrisa en la cara. Es Mario García, presente y futuro del triatlón nacional. Hace un mes se convirtió en campeón absoluto de triatlón en Andalucía, y el sábado se proclamó campeón de España sub-23 de 5.000 metros.

El deportista compagina sus estudios de Derecho y Administración y Dirección de Empresas acaba de finalizar el tercer curso en la Universidad de Málaga con el entrenamiento de alto nivel. El expediente académico de García ronda el sobresaliente. El joven, que es ambicioso, declara: «Siempre busco sacar un diez». Y en el deporte no iba a ser menos. Se prepara las competiciones como si fueran los exámenes de la facultad. Querer ser el mejor en ambos campos lo obliga a ser responsable, metódico y eficiente. «Necesito llegar reventado a la cama cada día», manifiesta el atleta.

Mario García jugaba al tenis desde los cuatro años. El que se convertiría en su entrenador de atletismo, Miguel Fernández, lo vio y se quedó sorprendido de sus cualidades atléticas. «Si él no me hubiera descubierto, no correría así. Se lo debo todo», admite. Con solo dos meses entrenando específicamente la carrera, consiguió la mínima para la prueba de 1.500 metros en el Campeonato de España de atletismo. Talento bruto. Y gracias al excelente nivel que posee corriendo completa 5.000 metros en 14:19 afronta con garantías cualquier prueba que disputa.

Excelente corredor

Entre los corredores que suelen frecuentar el paseo marítimo de Málaga, García no pasa indiferente. Es raro verlo acompañado. Al chico de las piernas largas y la zancada interminable se le queda pequeño el paseo. Lo cruza de punta a punta a toda velocidad. Una y otra vez. Como si siempre tuviera prisa. No sabe, ni quiere, ir a otros ritmos más tranquilos. «Cada vez que me pasa una bicicleta, intento pegarme a ella», reconoce el triatleta. La extraordinaria capacidad que tiene para correr le está abriendo las puertas del éxito en el mundo del triatlón.

Su familia lo animó a probar con la natación hace dos años. Y eso hizo. Recuerda cómo los niños le pasaban por encima en sus primeros entrenamientos en la piscina. Al poco tiempo se compró una bicicleta y desde entonces no ha dejado de hacerle kilómetros. El reto de llegar a ser un gran triatleta era, en definitiva, una cuestión de superación personal.

Dicen que quienes hacen triatlón convierten este deporte en un estilo de vida. Suena a tópico. Juzgue el lector. Mario García lo cuida todo hasta el último detalle. «Me siento mal cuando me tomo un helado», confiesa. Y añade: «No recuerdo la última vez que salí de fiesta con mis amigos». Es el sacrificio de este joven de 21 años que se ha propuesto hacer historia.

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