Estaba entrenando a su hijo, en benjamines, cuando recibió el interés del Marbella. Vista la situación del club, fue más una llamada de auxilio, un ... SOS, para sacar a la plantilla de un plano mental deprimente. Abraham García ha cumplido un mes en el cargo con un balance de tres victorias seguidas y una derrota. El balance es positivo más allá de los números. El Marbella juega sin miedo, sin temor a equivocarse, creyendo en lo que hace, con identidad. Por fin el aficionado sabe a lo que juega el equipo.
Más o menos vistoso, poco importa eso pese a tener un objetivo menor. La efectividad está fuera de toda duda. Entrenador clásico, gran gestor de vestuario, trabajador obstinado, amante de las cosas prácticas bien hechas, ha empatizado con el entorno. Queda la mitad de su aventura, cuatro partidos, en los que es consciente de que va a sufrir hasta el final para evitar que la entidad pierda otra categoría. Su espejo, su padre Juanjo Gracía, entrenador del irrepetible Castilla que disputó la final de Copa ante aquel Real Madrid de Juanito.
-¿Qué se siente al volver a la rutina del entrenador?
-Mucha alegría y felicidad, que es lo que persigue cualquier persona: encontrarse bien consigo mismo. Me ha venido en un momento bueno a nivel personal. Me encuentro bien, con mucha energía y buscando dar la mejor versión de mí para transmitir fuerza y conocimiento, para dar la vuelta a una situación comprometida y complicada. El césped es donde me aíslo de cualquier problema de alrededor.
-¿Cómo ha conseguido desbloquear al equipo?
-Había que modificar algunas sensaciones y emociones que tenían los jugadores de ver dificultad tras dificultad y nunca ver el lado bueno. Estaban conviviendo con aspectos que no les dejaban ser uno mismo. Hemos limpiado eso para poner de acuerdo cuál es el camino. Tenemos la sensación de que juntos somos todos más fuertes. Podemos ser un equipo que conceda poco y con mucha calidad para crear peligro.
-La salvación se está poniendo cara. ¿Va a sufrir el Marbella hasta la última jornada?
-Sin duda. Lo tengo clarísimo. El campeonato ha sido muy caprichoso y en la segunda fase lo es más. Donde había pensamiento de que con 30 puntos por ahí ya dije yo que necesitábamos 33. Necesitamos sumar, estamos todos en lo mismo. Estoy convencido que va a ser al final, en la última brazada pero no significa nada. Vamos a llegar donde debemos.
-¿Qué peculiaridades tiene entrenar en Marbella?
-Tiene encanto, luz, la gente es formidable. El día a día es fantástico. Tengo poco tiempo y se lo dedico todo al equipo. Es un sitio increíble, llevo muchísimos años viniendo a la Costa del Sol y se lo recomiendo a todo el mundo. Está todo precioso: la playa, el centro... Todo esto es maravilloso.
-¿En Segunda B se puede jugar al fútbol bonito y liderar la tabla?
-Se puede, se debe además intentar, porque el fútbol es espectáculo y es para los aficionados, pero la casa hay que hacerla por la base, con pilares sólidos. Si consigues hacer un equipo armado, contundente, que domine su área, entonces puedes dominar la otra. Pero no puedes descuidarte. A todo hay que añadir los errores individuales, que si los minimizas, obtienes mejores resultados.
«El fútbol es espectáculo y es para los aficionados, pero la casa hay que hacerla por la base»
«Una Liga de 38 nada tiene que ver con una de 18; el que tenga mala suerte con las lesiones...»
-¿Qué le parece la reestructuración en estas categorías?
-Necesitaría tiempo para un análisis más profundo. Me parece que han salido beneficiados equipos que estaban descendidos y luchan por subir a Segunda. Es una realidad y quimera. Por otro lado, equipos que estaban en una situación antes del Covid-19 más ventajosa, ahora se encuentran en una tesitura dramática. Han sido competiciones muy cortas. Una liga de 38 jornadas nada tiene que ver con una de 18. El equipo que haya tenido mala suerte con lesiones lo ha pagado carísimo.
-¿Cree que la propiedad sigue en el ambicioso reto de estar en Primera en cinco años?
-Creo y siento que sí, que el camino está muy bien marcado y definido. No todo es tan fácil, y menos cuando hablamos de fútbol. Cuando vienen mal dadas, uno supera una dificultad y luego sales más reforzado. Va a servir para el futuro, que es donde hay que tener la mirada sin desviaciones.
-¿Echa de menos un equipo filial en el club?
-Me consta que se está trabajando para ver algunas posibilidades y me parece interesante. Un sub-23 mejora cualquier estructura. Todos los clubes que tratan de afianzarse en el fútbol profesional buscan un filial.
-¿Cuál ha sido el mayor talento que ha visto sobre el césped?
-Recuerdo un chico que lo hizo jugar Antic en un torneo que ganó del Canal + y luego desapareció. Es un poco el juguete roto por poner un ejemplo negativo, pero puede ayudar a los chicos que se creen que es un camino fácil. Le hablo de David del Prado. Con 12 años ganó el torneo y lo hizo con sus compañeros, pero prácticamente fue él, que era un espectáculo. Del Prado era lo más parecido a Messi que he visto en mi vida. Era algo descomunal. Me acuerdo mucho de Iniesta. Considero de que es el futbolista del que poco se habla y creo que ha cambiado el fútbol del Barcelona, España y el fútbol moderno. Iniesta es lo mejor que he visto en un terreno de juego.
-¿Está en el grupo de Whatsapp de futbolistas del Castilla que jugó la final de la Copa del Rey contra el Real Madrid?
– Sí que estoy. Muy agradecido a Jesús, que es quien lo capitanea. Hablé con Cidón, que es formidable como persona y jugador. Nada más aterrizar se interesó por mí, me ofreció casa y eso demuestra el tipo de persona que es. Son todos una gran familia.
-Nombre a tres entrenadores de referencia.
-Sin duda, el primero, mi padre (Juanjo García). Falleció muy joven, pero todo el mundo me habla maravillas. Si me parezco en algo, sobre todo en cómo ser como persona, ya me haría ilusión. Luego tengo debilidad especial por Luis Aragonés. Tuve la suerte de conocerle, me siento muy identificado con él e hizo mucho por el fútbol. Como tercero metería a todos que son los que viven la normalidad, analizan el fútbol de siempre y buscan sentido común. Ahora vivimos en tiempos muy modernos, pero yo metería a clásicos. Desde Mendilibar a Pacheta, pasando incluso por Pablo Laso, de baloncesto.
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