El racismo y el jaleo

Pero creo que es prioritario tocar otro tema a debatir. Por ejemplo, acabábamos de asistir la semana anterior a dos de los encuentros de fútbol-fútbol mejores de la última década. Pocas veces, pienso yo, se había visto un Madrid-Atlético más técnicamente igualado, emocionante y con goles, y además por partida doble. Sin embargo, casi toda la atención informativa se ha centrado en la persecución televisiva de Vinicius con una cámara en busca de gestos y agravios con los que justificar un racismo de la gente que va a los estadios. Y eso no es o no debe ser así porque tales imágenes no justifican que una pandilla de desalmados vendan al mundo que España es un país racista.

Puede ser que el futbolista tenga culpa, pero haría falta saber qué parte inició la reyerta que, habitualmente, es recordada previamente al 'respetable' que debiera jalear y animar a su equipo favorito, no a insultar groseramente a quien simplemente le cae mal. Este caso recuerda el que, en su momento, tuvo como protagonista al entonces azulgrana Neymar. Uno y otro brasileños, ambos de color negro, ambos admirados en medio mundo. Y sin más color que el de sus camisetas. Los gritos y ofensas que les llegan desde las gradas no es más que el 'estilo' que distingue a la chusma. Lo del racismo es algo más serio. Tendríamos que preguntarnos por qué no muestran su odio a los jugadores negros de su propio equipo. En fin, que el debate y el ruido están en otra parte. Será el tema de la semana. Y algo más.