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Una pasión, un sentimiento, un sueño y una dosis justa de locura. Esto son los ingredientes de una historia que han llevado a Leo Portolesi, un argentino afincado en Málaga, a afrontar lo que es ya, pasé lo que pasé, el viaje de su vida. ... Este dueño de dos bares en el Centro de Málaga, Baires y Palermo, se subió este sábado a un avión rumbo a Doha, la capital de Qatar. En su mente, un sueño que comparte con 47 millones de argentinos: ver levantar a Leo Messi la copa del mundo en el Losail Stadium, el campo en el que se disputa este domingo la final que enfrenta a Argentina con Francia. «Lo tenía claro. Si Argentina ganaba las semis contra Croacia, iba a intentar estar en Qatar».
Una vez finalizado el partido y ratificado el pase de Argentina a la gran final, Leo se puso a buscar posibilidades y conexiones aéreas. Él mismo reconoce que con «el subidón de adrenalina, en ese momento, hubiera vendido mi coche si hubiera hecho falta para poder ir». Hay muchos compatriotas, precisa Leo, que nació en Buenos Aires, que lo han hecho.
Vuelo, hospedaje y entrada para ver la final. Cuadrar el círculo empezó a convertirse entonces en su única misión. «Tenía claro que iba a ir, pero, dentro de la locura y de los precios astronómicos que se estaban moviendo, me obligué a serenarme para encontrar la opción más lógica», explica.
Por el bien de su cuenta corriente y, también, para mantener cierta paz familiar en el hogar. «Encontré una combinación más o menos asequible para salir el sábado de Málaga y regresar el lunes», relata a este periódico. Su «más o menos asequible», pese a todo, son billetes de avión que se mueven en torno a los dos mil euros, solo para los vuelos. «La combinación más barata fue la siguiente: desde Málaga a Copenhague y de Copenhague a Doha. La vuelta, igual, solo que al revés. El hotel lo pillé a través de la FIFA y está cerca del estadio», añade. El precio de una noche ronda los 500 euros.
Ya, desde Doha, Leo reconoce que los últimos días los vive en un estado permanente de «ansiedad». Por un lado, los nervios propios de la final. Pero, sobre todo, por el tema de la entrada. «Están pidiendo precios de otro planeta. Me ofrecieron entradas a 6.000 euros. Estoy loco, pero todo tiene un límite», argumenta.
Desde Málaga, ya empezó a «tirar la caña a varios contactos de amigos de Argentina y a mirar en los portales de reventa de entradas». En la medida que se acerca el momento de la final, los precios han bajado algo. «Yo tenía claro que no me iba a quedar sin entrar al estadio. Pero eso tampoco lo iba a decir en voz alta», menciona. Finalmente, a través de un contacto de Buenos Aires, ha podido pillar una entrada. A la pregunta de por cuánto, prefiere no concretar del todo: «Apunta a los cuatro dígitos».
Leo, que es hincha de Boca, transmite que, pese a haber hecho un desembolso económico muy grande, «la emoción de vivir todo esto in situ y la pasión no tienen precio». «Es increíble ver como está Doha lleno de argentinos. Jugamos en casa. La sensación de ir todos a una es maravillosa. Aquí nadie habla de política, nadie habla de River o Boca, simplemente, se trata de ir todos a una», añade.
Si Argentina gana la final, ya vaticina que llegará a Málaga «de empalme» y en un estado dudoso, porque «festejaré toda la noche». Si pierde, algo que no quiere ni imaginar, siente que ya tiene el consuelo de haber visto el último partido de Messi con la albiceleste y de haber asistido a un «acontecimiento histórico». Con él, desde que se subió al avión, una estampa del Diego, del que espera que ayude «desde el cielo».
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